La Confederación de Agricultores y Ganaderos de Canarias, COAG, se encuentra estos días evaluando los efectos de una semana de temperaturas por encima de los 30 grados en las medianías del Norte, la fábrica de las papas y las hortalizas del mercado interior de Gran Canaria. Y de momento las cifras no pueden ser peores, con 800.000 kilos de papas arruinadas, esto en una temporada que por la sequía que arrastra desde primavera del pasado año ya había dejado sin plantar un 60 por ciento de los cultivos.

Juan Hernández, secretario insular de la organización del sector primario, ya no se queja ni del precio del agua: "No hay", sentencia, especialmente en las cotas más altas de Gran Canaria, allí donde es más difícil optar a las aguas regeneradas que ofrece el Consejo Insular de Aguas.

Aquellos que han intentado salvar las papas de media temporada estos días comprando caudales se han gastado gran parte del presupuesto destinado a toda la temporada. Así, en Santa Brígida un agricultor con siete hectáreas de tubérculos ha tenido que abonar hasta 6.000 euros estos días para intentar escapar. Son riegos que se han ido realizando a primeras horas de la noche y de madrugada.

Y la suerte aún no está echada. Por el puerto entra la segunda gran sequía para el productor local, con una papa de importación de Chipre e Israel que ha tirado los precios. Así al productor local se le pagan a 30 céntimos, cuando debido al incremento del precio del agua y a la mayor cantidad necesaria para afrontar la falta de lluvias ha disparado el coste de producción hasta los 50 céntimos por kilo. "Con esto nos han matado", se queja Hernández.

Pero esto es solo un ejemplo. El resto de la hortaliza de hoja, como la lechuga, la escarola, la zanahoria, los puerros, las habichuelas, se ha quemado.

El descalabro afecta a unos mil agricultores y ganaderos isleños. Los segundos padecen una compra industrial de piensos, a falta de pastos. Y lógicamente también el gasto en agua para mantener a los animales.

Si a eso se une, como afirma el también agricultor Martín Déniz Quintana, uno de los mayores cultivadores de papas y hortalizas, un mercado que cada vez compra menos verdura local y tira más de la importada, el futuro del sector primario en la isla vive hoy sus peores augurios.