Moya vuelve a echarse al monte. Los lugareños cogieron sus sillas plegables, sus toldos y sombrillas, el sombrero para mitigar el calor y la baraja para disfrutar de un día de campo en familia. La fiesta del sancocho canario reunió a miles de personas bajo los eucaliptos de Las Medianías, en una fiesta multitudinaria en el que no falta la música de charanga.

Vecinos barrio de Carretería se encargaron en esta ocasión de recuperar el control de los fogones, para cocinar las papas y la corvina en los enormes calderos, y aliñar la ensalada. No era fácil, ya que se trataba de preparar cerca de 2.500 raciones de sancocho canario.

Al frente de este operativo estaba Pablo Betancor, que durante cerca de 15 años estuvo al cargo de esta faena en Moya, y que en este 2012 volvió a liderar el equipo de trabajo tras un periodo de ausencia. En esta cocina al aire libre se afanaban ayer hasta 25 personas. Unos con los cuchillos partiendo las cebollas y los tomates, otros removiendo los calderos, y también quienes partían el pan. Mientras, Carmelita Quintana y Kika Déniz se afanaban en amasar la pella de gofio, sin desvelar todos esos pequeños secretillos para su elaboración que le dan un sabor especial reconocido por los asistentes. Un total de 60 kilos de gofio se prepararon en esta fiesta. Pablo Betancor asegura que llevaba tres días dedicado a los preparativos para que todo saliera a la perfección. Las enormes cifras que se barajaban requería un empeño a conciencia, para cocinar los 500 kilos de pescado salado y limpiar los 25 kilos de cada uno de los 20 sacos de pequeñas papas de arrugar. El equipo estaba ayer en pie desde las 7.30 de la mañana, aunque no sería hasta las dos de la tarde cuando comienzan a distribuirse las raciones, al precio de dos euros. En esta ocasión, la situación económica obligaba a poner el hombro para costear el tenderete.

Miles de personas esperaron pacientemente en fila bajo el fuerte calor. La mayor parte de los precedentes procedía de Moya, aunque también se han sumado de pueblos cercanos como Arucas. Pero, todos ellos han llegado al olor del sancocho, al que no le faltó la música de la charanga, que llegó en un camión.

Mayores y niños disfrutaron de esta celebración, donde también han ido surgiendo algunos puestos de venta, tanto de comida rápida como de juegos infantiles. Incluso, se ha tenido que acotar su presencia, debido a la alta demanda.

Los orígenes de la fiesta quedan difuminados en el tiempo. El primer teniente alcalde del Ayuntamiento de Moya, Isidro Galván, calcula que tiene más de 40 años de historia. Recuerda que en sus comienzos la celebración se llevaba a cabo en Los Tilos. Y que, cuando se cerró este espacio natural para su protección, fue deambulando por distintas zonas del municipio, hasta que terminó asentándose en esta finca privada de La Josefa, donde lleva casi 20 años.

Moya puso fin con este acto a las principales celebraciones de estas fiestas. El alcalde, Hipólito Suárez, asegura que han tenido un gran éxito. Y, sobre todo, que transcurrieron sin incidentes y con una gran participación.

El sancocho fue historia también, y con él sus 500 kilos de papas arrugadas.