Reconvertir una escombrera a las puertas de la zona turística en un refugio de aves y plantas autóctonas. Ese es el objetivo del proyecto que ha puesto en marcha el Cabildo de Gran Canaria en Juncalillo del Sur, una franja de litoral de 192 hectáreas situada entre Juan Grande, Castillo del Romeral y el Aeroclub, en el municipio de San Bartolomé de Tirajana.

El guincho, la garceta común, el chorlitejo patinegro, el junco, la aulaga o el tarajal recuperarán su antiguo hábitat y podrán ser visitados por isleños y turistas, aunque serán los científicos los que tengan un lugar privilegiado para estudiar la fauna y la flora del Archipiélago.

El plan de restauración medioambiental de Juncalillo del Sur fue presentado ayer por la consejera insular de Medio Ambiente, María del Mar Arévalo, y por el director del proyecto y de la Reserva Natural Especial de las Dunas de Maspalomas, Miguel Ángel Peña, quienes señalaron que el Cabildo destinará 431.000 euros a la recuperación y conservación de ese espacio, del que ya se han retirado 6.000 toneladas de escombros. Desde el año 2005, en que se iniciaron las primeras actuaciones, se han plantado unos 8.000 tarajales y se han expropiado terrenos, por lo que el 92% del espacio protegido es de titularidad pública. También se han eliminado cuatro kilómetros de pistas ilegales.

El proyecto de recuperación, al que se han presentado veinte empresas, tiene un plazo de ejecución de seis meses y contempla, entre otras obras, la retirada de acúmulos de áridos, la eliminación de losas de hormigón, reposición de berma litoral, restauración del saladar, restauración de graveras a cielo abierto, ocultamiento de muro de carga y la eliminación de pistas no autorizadas, explicó Arévalo.

Dentro de las actuaciones sobre la fauna se construirán cuatro observatorios de aves y dos bebederos. Además, se acondicionarán cinco kilómetros del sendero litoral, se creará una pasarela sobre el saladar y se señalizará todo el espacio protegido. El tráfico de vehículos quedará restringido en toda la zona, salvo la carretera que conduce por un lateral a la fábrica de Intercasa, precisó Miguel Ángel Peña, quien resaltó que son los vecinos de las localidades cercanas los que piden con más insistencia que se prohíba la entrada de coches y motocicletas hasta la misma orilla de la playa.

La flora de Juncalillo del Sur tendrá un tratamiento específico, con la eliminación de plantas invasoras en una superficie de 50.000 metros cuadrados y la plantación de 4.500 unidades de balos y tajinastes, dos especies que abundaban en esa zona antes de que se convirtiera en la escombrera de las urbanizaciones del sureste y el sur de la isla.

Peña señaló que los objetivos específicos son "la restauración del paisaje, la recuperación de la flora, el equilibrio de la fauna, la ordenación del uso público y desarrollar la cultura participativa". Para cumplir este último punto se desarrollará una campaña de comunicación encaminada a buscar "socios" de este nuevo espacio natural y a mentalizar a los residentes sobre la importancia de conservar esa franja de litoral tal como estaba hasta hace menos de un siglo.

El plan de comunicación para prevenir los impactos medioambientales estará dirigido a la población local y a los visitantes, con folletos, tres paneles interpretativos, una guía con los recorridos más interesantes y una audioguía que se podrá descargar de forma gratuita en varias páginas web.

Tanto Arévalo como Peña resaltaron que la recuperación medioambiental de Juncalillo del Sur tiene un carácter más científico que turístico, aunque entre los visitantes de la isla hay un sector cada vez más amplio que se interesa por estos lugares. "No vamos a preparar ese lugar para un turismo de masas, sino para aquellos visitantes que les guste la observación de aves o la fotografía de la naturaleza", precisó el director del proyecto.

Peña destacó que, una vez esté completado el proyecto, podrán observarse sin mayores problemas las especies animales que viven allí y algunas de las cincuenta aves migratorias que pasan por el sur de Gran Canaria. Entre los más habituales están la garza real, el alcaudón, la terrera marismeña, el camachuelo trompetero o la curruca tomillera.