Suena la marcha nupcial. La novia entra radiante en el salón de plenos tallado en nobles maderas; el novio espera, hecho un manojo de nervios, y los familiares asisten embelesados al encuentro desde la bancada en la que el público sigue habitualmente los dimes y diretes de gobierno y oposición en la ciudad de los faycanes.

Además de pomposo, casarse en el Ayuntamiento de Telde resulta hoy día barato, muy barato. Incluso para las parejas que no residen en el municipio. Tanto como que no hay que aportar ni un euro por reservar el espacio y movilizar a cuatro personas junto al concejal de turno que oficia la ceremonia. Esta circunstancia parece tener los días contados. La alcaldesa, María del Carmen Castellano, confirmó ayer que quiere imponer una tasa para cobrar por los enlaces.

"En Valleseco, por ejemplo, se pagan 200 euros. La mayoría de los municipios ya tienen ordenanza y en ella se contempla este hecho. Si vamos a poner una tasa no va a ser por un afán lucrativo, sino porque hay que tener en cuenta los costes que generan estas ceremonias", explica la regidora tras subrayar que "aquí viene gente de otros municipios a casarse y el aumento de la demanda nos ha obligado a habilitar dos días a la semana para contentar a todos", relata.

En el gobierno no tienen claro cuál será la cantidad a cobrar: están en fase de consulta con otros ayuntamientos. En la capital no se cobra nada, y en Arucas hay que dejar en caja 60 euros. De hecho, fuentes municipales aseguran que hay diferencias entre los socios del pacto a la hora de fijar un importe. Castellano insiste: "Tenemos unas diez bodas al mes, y cada vez que llamamos a un conserje un sábado le tenemos que dar dos días libres. La idea atrae mucho porque nuestro personal trata con mucho cariño a los novios".

No le falta razón. Hay bedeles que hasta se llevan su propia música al enlace por si falla la canción favorita de la novia. El Quién como tú de Tamara suena con bastante frecuencia. La única pega: el ascensor no funciona y los discapacitados se quedan en la calle esperando para, al menos, lanzar el arroz.