La defensa de Iván Ramírez -imputado en julio de 2010 por haber presuntamente matado a su esposa envenenándola con talio- ha presentado un recurso en el que solicita que se revoque el auto de prolongación de estancia en prisión preventiva y en el que alude a unas veinte analíticas para demostrar que, según su criterio, en el cuerpo de Laura González Aróstegui no se hallaron restos suficientes de este metal pesado como para matarla.

En el texto, el abogado de Ramírez, José Álvarez, insiste en sostener su inocencia y arremete duramente contra los forenses que elaboraron la autopsia definitiva porque en ella -que ha servido a la juez instructora del caso para mantener al detenido en prisión- "no se cita" a ninguna de dichas pruebas, incorporadas a un sumario cuyo volumen ronda los 8.000 folios.

El letrado recuerda que solo en uno de estos análisis, hecho por el Centro Militar de Farmacia de la Defensa en Madrid el 8 de julio de 2010, se reconoce la existencia de concentraciones llamativas de talio, con valores fuera de lo normal, y que en el resto bien no se detecta este metal pesado, bien es insignificante. Las analíticas y contraanalíticas se sucedieron con profusión en distintos laboratorios entre julio de 2010 y abril de 2011. En ellas -algunas con el marido de la fallecida y su hijo por protagonistas- se analizaron cabellos, uñas, sangre, orina y hasta vísceras. La muerte de la mujer se produjo finalmente por una poliintoxicación de varias sustancias entre las que se hallaban barbitúricos y benzodiacepinas. Y sobre este particular, el abogado recalca que varios de los fármacos suministrados y pautados por los médicos a Laura durante sus dos ingresos hospitalarios contenían sustancias terminantemente prohibidas para ella, como el paracetamol. Para Álvarez, si hay alguien culpable de la muerte "violenta y homicida" de la chica -que también arrastraba problemas de hipoglucemia y vivía en Telde- "no es su marido". Para apoyar sus argumentos, la defensa pone énfasis en un informe de la policía que descarta cualquier móvil de carácter económico, así como en las entrevistas mantenidas por la joven con dos psiquiatras antes de fallecer, y en las que manifestó su malestar porque alguien pensase que su marido la estaba matando poco a poco [se conocían sus recaídas, pero no el motivo] o que ella se autoinfligía el daño. "Él la salvó más de una vez", afirma. También alude a la inexistencia de restos en los desagües de su casa de La Pardilla o a la armonía que en la pareja veían familiares y compañeros de trabajo, según diversas testificales.