La sequía centró ayer en Osorio los lamentos de los ganaderos de Teror, que participaron en la Feria de Ganado, que cada año se celebra con motivo de la Fiesta del Agua. Así, este tradicional festejo que se remonta al siglo XVIII, y que servía para agradecer las lluvias a San Isidro Labrador se convirtió en una queja desesperada por todo lo contrario. Pese a todo, unas 140 cabezas de ganado, con mayor presencia de ejemplares vacunos de la tierra, acudieron a la cita de Osorio.

"Esta sequía es peor que la del 64. Jamás se me olvida lo duro que fue aquel año" apuntó Manuel Nuez, ganadero de este municipio. Este hombre del campo explicaba que debido a la escasez de lluvias no ha crecido ni el trigo, ni la avena, ni la cebada que han plantado para alimentar a los animales. Por eso, se han visto obligados a comprar más piensos que nunca, pero incluso según añadía, José Ortega, de 72 años, "hasta conseguir la paja está complicado porque no te dan las cantidades que pides". Mientras, colocaban a los animales los yugos para participar en el concurso de arrastre la conversación volvía a girar en torno a la falta de agua.

Ante esta realidad, el Ayuntamiento de Teror, como explicó su regidor Juan de Dios Ramos, decidió sustituir las copas de los premios de la muestra y del concurso de arrastre por dinero para que los ganaderos puedan comprar piensos. Además, no hubo medallas de latón sino que un empleado municipal las diseñó con madera, y sobre el triángulo, que no círculo, iba impreso el número de galardón de cada categoría.

Fue sin duda el concurso de arrastre el principal atractivo de esta muestra de ganadería, aunque los niños prefirieron acercarse a los caballos y los ponis porque sus propietarios les dejaban montarlos. Con todo, los mayores sí que siguieron atentos los esfuerzos que realizaban las vacas y toros para arrastrar entre 600 y 700 kilos las primeras, y unos 800 los segundos. Luisa García, presidenta del Club de Arrastre La Caldera, que organiza estas competiciones en la Isla, explicó que una de las normas de la prueba es que no se puede castigar a los animales y que tienen tres minutos para hacer un recorrido de 35 metros de ida y los mismos de vuelta, con un giro incluido. Sin duda, los premios se lo llevaron las yuntas que lograron realizar el trayecto en el menor tiempo. Y gracias a que el otro tiempo, el del mercurio, no apretó, porque los animales hubieran acabado aún más exhaustos de mover tanto peso.

Algo menos polvorienta se desarrolló la mañana en el casco de la Villa Mariana con la Feria de Artesanía. En la Plaza del Pino y en los aledaños, los maestros intentaban vender sus trabajos más elaborados. Para acceder a Teror desde la capital o desde Arucas había que llenarse de paciencia, aunque la fiesta para los terorenses será el próximo sábado, en que celebran la ofrenda a San Isidro Labrador.