Tiene apenas cuatro años y se ha convertido desde hace un mes en la nueva atracción del centro. La perra labradora Tirma es la estrella de un proyecto piloto promovido por la empresa Nahay para estimular la actividad física, la capacidad mental y los vínculos sociales de las personas mayores de la residencia de Valleseco. La iniciativa, que lleva poco tiempo aplicándose en la Isla, se suma a otras similares que involucra a animales en la estimulación humana, como es el caso de los caballos y los delfines, que trabajan con colectivos con alguna minusvalía.

Los animales de compañía se han convertido en una fórmula cada vez más extendida para tratar de ayudar a los seres humanos con algún tipo de debilidad. En este nuevo marco de trabajo impulsado por los expertos se une la terapia asistida con perros, que ha comenzado a aplicar la empresa Nahay con niños y más recientemente con adultos.

La residencia de mayores de Valleseco se ha iniciado en este programa, cuyas primeras sesiones han demostrado una experiencia muy motivadora. La protagonista es una perra labradora de cuatro años llamada Tirma que desde hace casi un mes visita cada semana a los residentes para cumplir con una serie de retos, como es estimularles su movilidad, la relación entre los internos y sus capacidad personal, además de servir de atractivo para evitar la sensación de rutina.

Las actividades son muy dispares, entre las que se incluyen labores cotidianas como darles de comer o beber, colaborar en el adiestramiento de la perra con ejercicios sencillos como pasar por debajo de un túnel y hasta compartir las tareas con otros internos, favoreciendo a su vez sus vínculos, según ha manifestado el gerente de la empresa, Sergio Ramírez, quien apunta que esta actividad incita a las personas a moverse con la perra para realizar los ejercicios cotidianos.

La actividad se realiza durante casi tres cuartos de hora en pequeños grupos de unas siete personas para favorecer el contacto entre los residentes y la propia perra de cuatro años. Algunos internos son más dependientes y otros menos.

Si bien en un municipio eminentemente rural como Valleseco es habitual que en muchas casas hubiese perros, la relación que entablan ahora es mucho más cercana y directa con este animal, ya que antes servía casi más como guardián o en labores de pastoreo o dentro de las tareas cotidianas de trabajo. "El contacto proporciona una estimulación integral a nivel cognitivo, emocional y físico", según Sergio Ramírez, quien ha manifestado su interés en llevar este tipo de terapias a otros centros de mayores de la comarca, con los que han iniciado contacto.

La empresa trabaja con tres perros, dos adultos adiestrados y una más joven de un año que está en proceso de formación, aunque a Valleseco solo va Tirma. Además, cuentan con la colaboración de la sicóloga, Elena Ojeda, creando un equipo de trabajo especializado en distintas disciplinas.

El alcalde, Dámaso Arencibia, ha manifestado su optimismo por los resultados que comienzan a garantizar este tipo de terapias experimentales, en las que ellos están plenamente involucrados. Sobre todo, entre personas que "se encierran en sí mismas y no se comunican apenas con nadie o están sumidas en un estado de apatía".

Sergio Ramírez reconoció en Valleseco que han notado que personas que inicialmente desistieron de participar se sumaban poco a poco, en vista del ambiente que se ha ido generando en la residencia.

"Muchas de las personas tienen una gran necesidad de afecto, algo que un animal de compañía como el perro puede ofrecerles", asegura, destacando que las personas mayores se muestran más activas, hablan y se ríen.

Y es que uno de los objetivos principales de esta actividad es mejorar la autoestima de las personas, además de estimar su capacidad cognitiva.