Las palmeras sufren una nueva plaga. Un diminuto bicho de apenas seis milímetros ha sembrado la preocupación entre los expertos, al detectarse su propagación por el corredor de palmeras de la zona turística del Sur hasta alcanzar Arucas, y que en un primer momento se pensó que estaba motivado exclusivamente por los efectos de la sequía. La Diocalandra frumenti, conocido como picudín, ha logrado reactivarse en los últimos meses después de que hiciera una primera aparición hace 14 años. El Cabildo de Gran Canaria inicia un plan de intervención para combatirlo, que incluye un censo individualizado para conocer el estado de salud de las 40.000 palmeras de Las Palmas de Gran Canaria. Este problema llega después de frenarse la expansión del picudo rojo.

El picudín comienza a hacer estragos. Este pequeño animal del tamaño de un gorgojo o un sarantontón ha comenzado a enfermar palmeras de la zona turística, detectándose ya ejemplares afectados en la capital y en el litoral de Arucas, lo que ha generado mayor inquietud. Además de este corredor por el litoral, también están detectándose casos hacia el interior de localidades como Ingenio, aunque sin afectar a los ricos palmerales naturales de la Isla.

Laboratorio

Hasta ahora se pensaba que el decaimiento que presentan muchos ejemplares era debido a la falta de agua, pero los estudios de La Granja del Cabildo han servido para descubrir que el origen de muchos de estos casos proviene de la propagación de este diminuto bicho. Esta plaga se registra después de que se haya logrado frenar la propagación del picudo rojo, que también tuvo en jaque a la vegetación más típica de la Isla.

El jefe del laboratorio de fitopatología, Juan Ramón Hernández, reconoce que todavía se desconoce su afección real, pero cree indispensable tomar medidas de inmediato. En la primera zona en la que se va a actuar es en las Palmas de Gran Canaria, donde se va a realizar un censo personalizado de los árboles para saber su estado. Y, para ello, se va a firmar un convenio de trabajo durante dos años con la empresa encargada del mantenimiento de jardines.

La experta Purificación Benito resalta que el mayor problema de la presencia de la diocalandra es que multiplica las enfermedades interiores del árbol, sobre todo hongos, que terminan por matarlo y desplomarse, como sucede con el picudo rojo. "Si es un ataque masivo podría acabar con la palmera en unos ocho meses", añade. A diferencia del picudo rojo, en este caso se trata de un animal mucho más pequeño, de apenas seis milímetros de longitud, por lo que su presencia es menos visible para los operarios. De ahí la confusión sobre el origen del mal que afecta al corredor de palmeras desde el Sur al Norte.

Purificación Benito cree, en cualquier caso, que se está a tiempo de controlar esta plaga.

La primera noticia de la diocalandra se remonta a 1998, si bien ahora es cuando está teniendo una mayor incidencia. Y, al igual que en otros casos, se cree que su llegada pudo estar causada por alguna remesa enferma proveniente de países de Asia, Kenia, Tanzania o Madagascar. De momento, se desconoce su presencia en la Península, aunque hay casos en islas como Fuerteventura.

Los investigadores recomiendan actuar de la misma forma que el picudo rojo, esto es, evitar las podas excesivas y secar la zona de corte, para evitar que haya zonas frescas que sirvan de reclamo para las plagas. Para eso se aconseja aplicar las nuevas prácticas de poda controlada, en especial con la palmera canaria, que suele ser la más afectada por este ataque.

El consejero de Agricultura del Cabildo, José Miguel Álamo, resaltó ayer que el trabajo desarrollado por los técnicos de la Granja debe servir para tomar las medidas necesarias de prevención y control, ahora que se está a tiempo de frenar la plaga, y recuerda que este laboratorio presta un servicio abierto a cualquier persona.