Los cacos ya no se conforman con el cobre de las farolas; ahora le ha tocado el turno al suelo. La última 'víctima' en sufrir los robos y agresiones que periódicamente se producen en el mobiliario urbano ha sido el viaducto de San Gregorio, que costó seis millones de euros y tiene dos de sus cuatro carriles cerrados al tráfico porque en ellos sigue inmutable una torreta de luz.

Según el recuento hecho ayer por este periódico, en una de las aceras faltan ya 22 baldosas y en la otra, la tapa de una arqueta de luz. Fuentes autorizadas de la Concejalía de Policía del Ayuntamiento de Telde confirmaron este miércoles que las mismas han sido sustraídas aprovechando el poco tránsito peatonal y rodado que existe en la zona y el hecho de que las losetas se estén desprendiendo, algo a lo que contribuyen las lluvias caídas esta semana. Además, en el arco del viaducto, inaugurado hace un año, ya se pueden divisar grafitis.