La donación a la Biblioteca Municipal de Guía por los sobrinos-herederos de Manuel González Sosa de la biblioteca del poeta, que incluye unos 9.000 libros, además de mil revistas literarias y su archivo literario-personal formado por 32 carpetas-archivadores, convierten aquel foco cultural en una de las bibliotecas municipales más importantes de las Islas -nos resistimos a catalogarla como la más importante- con mayor volumen de libros que pone a disposición de sus lectores y estudiosos.

La noticia de esta donación nos invita a hacer una breve historia de la biblioteca pública municipal de la ciudad guiense, cuya puesta en servicio se remonta a los primeros años de la década de los treinta del pasado siglo, según los datos recopilados por el bibliotecario-archivero de aquella corporación, Sergio Aguiar Castellano, a quien le agradecemos el envío. Según sus apuntes, en noviembre de 1931 la Segunda República española crea la que se llamo entonces "Junta de Intercambio y Adquisición de libros para Bibliotecas Públicas", iniciándose la creación de numerosas bibliotecas en todo el país (en cuyo empeño no estuvo ausente Guía), multiplicándose por 20 el presupuesto estatal para la adquisición de libros con destino a las mismas. Testigo de excepción de aquel momento para este gran proyecto fue el guiense Miguel Santiago, que formó parte en Madrid del equipo de la Junta que fue designado para visitar Canarias con el fin de realizar un estudio sobre la situación bibliotecaria en el archipiélago, visita que coincidió con el Decreto de 13 de julio de 1932 según el cual el gobierno establece que "todos aquellos municipios que carezcan de biblioteca pueden solicitar a la Junta su creación". Fue así como Miguel Santiago, dando muestras una vez más de su amor e interés por el desarrollo cultural de su pueblo natal, publica en el semanario La Voz del Norte un artículo en el que conmina al Ayuntamiento de su pueblo a comenzar los trámites necesarios para lograr una de estas bibliotecas para la localidad. El ayuntamiento recogió el guante e inició la tramitación que consolida y convierte en realidad la creación en 1935 que comportó la llegada a Guía de los libros enviados por la citada Junta, formado por un lote de unos 500 que se convirtieron en el germen de la flamante biblioteca de aquella localidad y que supuso la aspiración de muchos jóvenes entre los que se encontraban, precisamente, el poeta ahora homenajeado.

Inicialmente estuvo situada en los bajos del edificio que fue hasta 1963 sede institucional de las Casas Consistoriales en la calle Enmedio o Pérez Galdós que hace esquina con el llamado "callejón de León", por el que se situaba la entrada al centro de lectura que todavía queremos recordar al menos hasta principios de los cuarenta. A partir de entonces, de forma paulatina y por la llegada de donaciones procedentes de ediciones realizadas por varias instituciones y corporaciones oficiales y otras tímidas generosamente cedidas por personas particulares, la inicial biblioteca de Guía se ha convertido con el paso de los años y hasta nuestros días, repetimos, en una de las más voluminosas de las Islas, pues en la actualidad, con las últimas e importantes donaciones particulares, ha llegado alcanzar los más de 40.000 libros registrados.

Esta biblioteca está formada por un fondo general y otro, no menos importante, procedente de donaciones de personalidades canarias vinculadas directamente con Guía y catalogados como Fondos. Entre estos se encuentran el llamado Fondo Néstor Álamo, biblioteca y documentación del que fuera cronista oficial de Gran Canaria, en la que destacan los libros relacionados con Canarias, especialmente de historia y literatura, muchos de ellos con dedicatoria de los autores, conformado por 3.837 libros y que, aunque forman parte del contenido de su Casa-Museo, se ha decidido incorporar a la biblioteca pública para su consulta.

Otra de las donaciones realizadas después del fallecimiento de aquel se recoge en el llamado Fondo Juan Blanco Hernández, formado por 4.256 volúmenes, entre los que destacan los relacionados con la música porque fue profesor de música y destacado pianista, consistente en 1.150 obras musicales, de arte y algunas biografías. En este fondo existen además 281 libros de los siglos XVIII y XIX, muchos de ellos sobre Medicina, pues este incorporaba igualmente la documentación privada de la familia Blanco, especialmente la de su padre, el doctor José Blanco Hernández, de gran importancia para la historia local, porque aporta informes sobre el antiguo Hospital de San Roque del que fue director durante muchos años, estudios médicos, artículos en publicaciones especializadas y otros sobre la historia de Guía, incluyendo fotografías familiares de diferentes épocas.

El Fondo Rafael Almeida Mateos, destacado guiense que desarrolló una importante actividad política, en el comercio y la agricultura, está formado por unos cien volúmenes de gran interés y valor bibliófilo porque se trata de muchas ediciones impresas en La Habana, París y Madrid principalmente del siglo XIX. Los libros fueron donados en 1989 por sus descendientes y está formado por unos cien libros.

El llamado Fondo Miguel Santiago (otro ilustre guiense que da nombre a esta biblioteca) está formado por unos cien libros donados a la ciudad nativa del historiador por sus familiares madrileños. Además, cuando en el año 2004 se inaugura la actual sede de la biblioteca las hijas de historiador, que fue archivero del Ministerio de Asuntos Exteriores durante muchas décadas, enviaron desde Madrid unos 200 ejemplares procedentes de ediciones de la Biblioteca Nacional. Finalmente está el recientemente constituido Fondo Manuel González Sosa, cuyo contenido ya se ha explicado sobradamente en estos últimos días.

La biblioteca guiense ha tenido, desde aquellos inicios en 1935, distintas ubicaciones en razón de las disponibilidades de locales que sucesivamente tuvo en el tiempo el Ayuntamiento. A principios de los años sesenta pasó a un pequeño habitáculo que se construyó en la plaza principal en el lugar donde estuvo el desaparecido "tabladillo" en el que la banda municipal de música ofrecía sus conciertos. Pasó luego a los locales de lo que entonces se conocía como Educación y Descanso y de allí al colegio Nicolás Aguiar. En los años 90 igualmente del pasado siglo a la casa que fue del doctor Salustiano Estévez en la calle del Agua o Suárez Galván, convertida en una tímida Casa de la Cultura, trasladándose luego al antiguo cuartel de la Guardia Civil en la calle Real, donde estuvo funcionando hasta que en 2004 se instaló definitivamente en la moderna construcción de la Casa de la Cultura levantada en el solar que ocupó hasta finales del XVIII el Hospicio de los Franciscanos levantado por aquella Orden religiosa en el solar nativo de la que fue considerada santa milagrera clarisa sor Catalina de San Mateo, cuya antigua iglesia sirve hoy de amplio salón de actos.