Artenara es el municipio menos poblado y el de más altitud de Gran Canaria, con una orografía que se extiende desde 1.777 metros de la cumbre hasta el nivel del mar.

Es cumbrero y costero al mismo tiempo, pero sus caseríos se enclavan en plena cumbre y su límite con el mar es una anécdota geográfica. La playa de Las Arenas es una costa no productiva y de difícil acceso. Esta circunstancia le ha hecho perder 600.000 euros en varios años al quedar fuera de la Asociación de Municipios de Montaña no Costeros, en la que sí está Santa Brígida que alcanza hasta Tafira. En su momento no se defendió esta excepcionalidad.

El pueblo se independizó en 1734. ¿Cuál es su origen histórico?

El poblamiento de Artenara se remonta al siglo VI d. de C. con una notable población aborigen en Acusa, Artenara y Artevirgo. Tras la conquista y colonización del territorio, a lo largo del Antiguo Régimen se configuran los nuevos caseríos en torno a las ermitas de Acusa y San Matías. A fines del XVIII es un pueblo con alcalde real, y en 1835 se constituye el Ayuntamiento moderno. Su historia es paralela a la de los otros municipios, sin que haya dependido de otro en ningún momento de su historia.

Ha habido una evolución histórica y un cambio socioeconómico, del sector agrario al forestal.

Desde mediados del siglo XX se inicia la política de repoblación forestal del casquete central de Gran Canaria, con el fin de unir los antiguos pinares de Tamadaba y Pajonales a través del corredor de las Cumbres (Artenara, Moriscos, Cruz de Tejeda y Los Llanos de la Pez). Eso lleva a la ocupación del 80% del territorio municipal, se destruye la sociedad agropecuaria tradicional, que se remonta al siglo XVI, y empieza a aparecer una sociedad forestal. Pero ese cambio sociohistórico debió de ir acompañado de compensaciones y de un modelo de uso que afianzara su economía. La agricultura y el pastoreo se siguen practicando de manera residual.

David Bramwell, director del Jardín Canario, acaba de referirse a la posibilidad de un parque nacional en la cumbre de Gran Canaria.

Siempre hemos defendido que las Cumbres fueran declaradas parque nacional no sólo por sus valores paisajísticos y atractivo turístico, sino como fórmula compensatoria de la ocupación del territorio. Era la mejor forma de garantizar la fijación de la población y su supervivencia. La negativa en 1993 de una parte del municipio de Tejeda frustró la iniciativa y yo considero que fue un error histórico. Posteriormente se determinaron las figuras de Parque Natural de Tamadaba, Parque Rural del Nublo y Paisaje Protegido de las Cumbres que protegen pero también limitan la actuación en el territorio. Los actuales políticos de la Sostenibilidad no han movido un palmo en recuperar aquella iniciativa. La Reserva de la Biosfera abre nuevas perspectivas, pero es una marca sin recursos económicos.

¿Están nuestras cumbres protegidas y aprovechadas?

Los expertos dicen que los incendios se apagan en invierno, con la limpieza del entorno del bosque. Pero observamos que en los pinares jóvenes (Moriscos, Pinos de Gáldar, Cruz de Acusa, etc) se han realizado podas de aireación y los troncos, además de la pinocha acumulada, han quedado olvidados sobre el mantillo, al pie de los mismos pinos, lo que si no se retiran, cuando llegue el tiempo seco, la cumbre puede convertirse en una auténtica pira.

¿Cuál es la toponimia de Artenara?

Es propia de un municipio de tradición agropecuaria. En una publicación de 2007, en coautoría con Gonzalo Ortega, actual presidente de la Academia Canaria de la Lengua, recogimos 2.650 topónimos y quince términos aborígenes. Esta investigación patrimonial, con cuarenta informantes, nos llevó cinco años de trabajo y si no se hubiera realizado se perdería para siempre.

Las casas cueva son características del municipio.

El singular hábitat troglodita de la localidad hay que potenciarlo como atractivo turístico, creando rutas y visitas específicas. El turismo rural en viviendas cueva es original y crea un modelo que ayuda al desarrollo económico.

El mirador de La Cilla y la Virgen de la Cuevita son dos iconos.

El mirador turístico acaba de cumplir medio siglo y ha sido un atractivo y un motor económico para la localidad. La Virgen de la Cuevita y su ermita atraen a muchos peregrinos. Sus fiestas en agosto son un acontecimiento que trasciende el ámbito local.

¿Qué personajes históricos y contemporáneos destacaría?

Personajes notables de Artenara han sido Pedro González, rector del Seminario Conciliar (1851); José Díaz Hernández, alcalde de Las Palmas (1936) y presidente de El Museo Canario; Federico Díaz Bertrana, presidente del Cabildo (1962-1970), y Carlota de la Quintana, primera doctora de Canarias. En la segunda generación, que se consideran "muy de Artenara" destacan el político Matías Vega Guerra; los timplistas José Antonio Ramos y Germán López; el decimista Yeray Rodríguez y el teólogo, recientemente fallecido, José Alonso. Junto a ellos están el alfarero Justo Cubas o el carbonero Juan Quintana como referentes de la cultura popular. Todos tienen una relativa importancia en la historia de la Isla.

¿Cómo ve al pueblo actualmente, qué le falta y qué le sobra?

No es la primera vez que planteamos la posibilidad de considerar Artenara como Municipio de Atención Preferente o elaborar un Plan de Cumbres por parte del Cabildo y de otras instituciones supramunicipales. Era una época de vacas gordas y no se hizo. Ahora, a nivel local, con la participación de los sectores sociales y económicos, se está elaborando un Plan Estratégico que pretende diseñar actuaciones a medio y largo plazo, para optimizar los recursos. Esperemos a conocer las propuestas colectivas para evitar improvisaciones.