Un casco, un dispositivo para detectar la falta de oxígeno en el interior, unas grandes botas y luz suficiente. Estas son las herramientas imprescindibles para poder recorrer los cauces de agua que todavía siguen canalizando las aguas desde la Cumbre hasta la costa.

Gran Canaria cuenta con 165 galerías en explotación, apenas un 16% del censo total de las licencias reconocidas, ya que el resto está fuera de servicio, según el inventario del Consejo Insular de Aguas del Cabildo. Estos datos hacen que la Isla concentre casi uno de cada cuatro canales existente en todo el Archipiélago.

Uno de las más representativos es el canal general de la Heredad de Aguas Arucas-Firgas, cuyos orígenes se remontan a comienzos del año 1900, y cuya construcción de unos 70 kilómetros de acequias y túneles entre la Cumbre y Arucas requirió cerca de tres décadas de obras, aunque los trabajos se ejecutaron de forma irregular en el tiempo.

Las recientes lluvias propician que el cauce fluya con casi 30 centímetros de altura a su paso por el barranco de Las Madres, en Firgas. Sin embargo, los papeles dejan constancia de que esta cantidad dista mucho de la que llegó a gestionar la institución en sus momentos de mayor relevancia.

El encargado general de la Heredad, Pedro Santiago Henríquez, habla de que hace casi dos siglos la institución repartía hasta 5.000 metros cúbicos diarios, según los libros de la época. Ahora apenas alcanzan los 1.600 metros cúbicos.

Cuatro mil pozos

El experto echa las culpas a la explosión de nuevos pozos que se originó a partir de 1930, y que dio lugar al nacimiento de muchos aguatenientes que extraían el agua para hacer negocio con su venta. Esto propició que se esquilmara el subsuelo, ya que en la siguiente década ya había 4.000 pozos censados, muchos de ellos sin estar asociados a agricultores, sino como meros intermediarios, encareciendo mucho su coste.

Pedro Santiago admite que la Heredad tuvo en ese periodo que comprar permisos de explotación del subsuelo como única alternativa para proteger sus recursos. Todavía hoy existen pozos que llegan a medio kilómetro de profundidad para elevar el agua desde un nivel freático muy bajo, sobre todo en las medianías de Guía y Moya.

El encargado de la Heredad se adentra en la acequia De San Juan, en el Risco, que conduce desde Las Madres al campo de fútbol de Firgas. Se trata de unos 3,4 kilómetros, en tramos bajo tierra y al aire libre. En algunos puntos, los antiguos obreros se convertían en maestros de la ingeniería para prolongar el canal en plenos riscos del barranco. Todavía hoy, la institución está obligada a mantener un trabajo constante de mantenimiento.

Las raíces de los árboles, sobre todo los eucaliptos, rompen las paredes exteriores y surgen como enorme matojos en el agua. Esto propicia roturas de algunas pareces, y obstaculizan el paso del agua, con las pérdidas que eso supone. Sin embargo, nada de eso ocurre en algunos tramos, donde se construyeron bóvedas en el techo que siguen intactas gracias a las técnicas iniciadas por los romanos. Y su buen hacer se demuestra, porque están en perfectas condiciones de conservación.

"Era auténtica ingeniería, ya que se abrían por ambos lados y cuando se encontraban apenas existía un desfase entre ambos. En el mayor de los casos, de 40 centímetros, pero por el techo", aclara. La obra se hizo por etapas, aunque se prolongó durante unos 30 años. Todo ello, aprovechando sucesivas partidas que liberaban los comuneros con ingresos del agua.

En su interior domina el silencio. Salvo en algunos pequeños saltos en el camino de descenso. Parece que no camina, pero nada más lejos de la realidad. La capacidad máxima de este canal es de 1.400 litros por segundo (400 azadas de 25 milímetros). En esas ocasiones es imposible adentrarse en el túnel.

Gases contaminantes

El origen volcánico de las Islas hacen que los gases contaminantes se conviertan en un peligro añadido para esta actividad, cuyas secuelas en forma de muertes todavía se guardan en la memoria de muchos hogares. De ahí que, aunque ahora se use sobre todo las linternas, también sigue teniendo cabida la luz con carburos. Y, sobre todo, es obligatorio portar un dispositivo que se activa cuando falta oxígeno, ya que en estas situaciones hay que responder de inmediato, porque apenas hay unos segundos para reaccionar.

La Heredad de Aguas de Arucas y Firgas es historia viva de Gran Canaria. Durante casi tres siglos (1529-1823) estuvieron regidas por los llamados alcaldes de aguas, y en el periodo que va de 1823 a 1866 fueron los alcaldes constitucionales los que presidieron la heredad. Esto demuestra su enorme interrelación histórica.

En ocasiones hubo hasta una confluencia de ambos cargos, según consta en la documentación que se guarda en sus viejos armarios en la centenaria sede de Arucas. La primera presa se llenó en 1889, y fue cuando doce años después se vieron en la necesidad de hacer canales más grandes y luego nuevas presas.

La fórmula del reparto de aguas es "matemáticas pura", según Pedro Santiago, basado en un sistema inexistente fuera de este territorio "y del mundo". Y que se manifiesta en la milimétrica precisión de las cantoneras que desvían el afluente hacia el canal de reparto en cada momento del día.

La institución cuenta en la actualidad con unos 800 herederos, aunque en sus orígenes llegó a agrupar a cerca de 1.500 integrantes. Como curiosidad, en los libros antiguos se habla de propietarios de agua a los que les correspondía una quinta parte de segundo de agua. No en vano, la propiedad legaba a los hijos, por lo cual el reparto tocaba a menos, y la proporción va menguando con el paso de las sucesivas generaciones.

Pedro Santiago resalta la función que las heredades cumplieron para la sociedad. Y recuerda que había casos en los que se repartía hasta 1.500 pesetas (nueve euros) diarias a Arucas para atajar la epidemia de cólera. Y la ayuda económica para hacer la carretera del Sur, o la sede del Cabildo, entre otras muchas aportaciones.

Las heredades no surgen solo en Arucas y Firgas, ya que prácticamente en cada pueblo hay una organización similar. Precisamente, el carácter histórico de esta institución hace que en estas semanas haya celebrado el centenario de la construcción de su sede oficial, situada en la calle Heredad de Arucas. Su construcción costó 52.000 pesetas hace un siglo (312,5 euros de ahora).

En la actualidad hay un total de 409 galerías en toda Gran Canaria. Si bien apenas hay 165 en explotación, lo que supone el 16% del total del censo. Curiosamente, en el caso de Firgas apenas tiene dos censadas, por nueve en Arucas.

La Heredad de Arucas y Firgas cuenta con tres activas. La de Crespo con 826 metro de profundidad, Andén Las Hoyas con 525 metros y Las Hoyas con 550 metros, si bien hay otras clausuradas de momento. En ese sentido, el experto pone como ejemplo que la galería de El Agujero se destinaba a la subsistencia del barrio de Valsendero, en la localidad de Valleseco.

El origen volcánico de Gran Canaria complica la obtención y el almacenamiento del agua. Numerosos pozos secos o presas que no son capaces de retener el agua son testigos de esto. A pesar de todo, la historia del agua y sus particularidades técnicas siguen teniendo vigencia en pleno siglo XXI.