El pregonero de las Fiestas del Almendro en Flor, José Juan López Navarro (Tejeda, 1956), reivindicó anoche el cultivo de la almendra en su doble condición de hijo del pueblo y de secretario de la Asociación de la Almendra de Gran Canaria, haciendo de paso un recorrido de toda su vida ligada a este fruto, desde sus infancia a la actualidad.

Remarcó "las posibilidades de la almendra en nuestra isla" como una alternativa económica, social, laboral y cultural de futuro, aunque se apenó del abandono del campo de cultivo. "El año pasado se importaron 70.000 kilos de pipa de la Península y se recogieron 50.000 kilos en hueso del país", declaró a este periódico antes de ofrecer el pregón.

"Estamos preparando un plan de recuperación del cultivo como si se tratara de cualquier árbol frutal. Las posibilidades de la almendra son muchas y grandes, sobre todo en materia de dulces. Pero también se cocina con recetas de almendra en platos de buenos restaurantes, como la carne o el pollo a la almendra, o también en sopas o mojos", añadió, recordando el paso de la producción artesanal a la industrial.

La madre y la tía de López Navarro se dedicaron a levantar la industria de la almendra en Tejeda. Su tía Lolita navarro fue la fundadora de la famosa dulcería Nublo, mientras que su madre, María Jesús, hizo lo propio en San Mateo, montando la conocida dulcería que lleva el nombre del pueblo. Desde niño ha mamado la cultura de la almendra y así lo hizo ver en su pregón.

"Las experiencias y vivencias de mi infancia en Tejeda constituyen un conjunto de recuerdos inolvidables. Mi niñez transcurría entre Las Casas del Lomo y La Tosca. De Las Casas del Lomo destaca, por encima de todo, el recuerdo de mi abuelo Pepe Navarro. Era hombre mañoso, que lo mismo les ponía suelas a los zapatos que le cortaba el pelo a un vecino; hacía calderos con cacharros, brindaba a quien lo visitara con el buen vino que elaboraba, amenizaba cualquier reunión con su guitarra a ritmos cubanos o argentinos que aseguraban la diversión", dijo.

"Mi vida transcurría entre almendreros y almendras. Serían muy largas de contar mis vivencias y experiencias en juntas de descascarado, partido, vareos, apañadas en Risco Prieto, Hoya del Escobonal, Tabacalito, Los Trozos; Lomo de Las Moradas. A este último, por ser la última apañada del año, concurría toda la familia: abuelos, padres, tíos, hermanos y primos. La jornada comenzaba temprano. Había que llegar a la pega a los claros del día. Llegados a las Casas de la Humbría, ya se escuchaba el ruido de las varas castigando a los almendreros", expuso.

El pregonero señaló que la implantación del almendrero en Tejeda inició todo un proceso cultural de utilización de su fruto en la gastronomía como complemento de salsas, platos, embutidos y postres. "También es sabida la elaboración desde remotos tiempos, de forma casera, de quesos de mazapán, piñones, garrapiñadas que se vendían por encargo de familias pudientes de la capital o en las fiestas principales de la Isla".

Fue en 1946, concretamente en las Fiestas de la Virgen del Socorro, cuando se inició "una actividad comercial e industrial, que si bien en un principio lo fue de forma artesanal, con el paso del tiempo se ha convertido en una seña de identidad de nuestro municipio".

Juan José López contó los inicios del negocio familiar de la almendra y los dulces. "Como en todo, los principios siempre han sido duros y dificultosos. Los dulces los elaboraban entre semana en las Casas del Lomo, los traían al pueblo sobre la cabeza hasta la panadería fundada por los tíos Juan y Miguel Cárdenes y se vendían los fines de semana y fiestas. Todo se hacía a mano. No existía maquinaria ni se disponía de electricidad".

El pregonero destacó la labor de su madre y su tía en la repostería cumbrera en la recuperación de recetas tradicionales. "Esta labor de rescate produce unos resultados que han pervivido y que constituyen los pilares de una industria moderna, dotada de maquinaria y que conservan y mantienen la esencia y tradición del dulce de almendra artesano, dando realce al nombre del municipio de Tejeda".

La almendra procede de las zonas templadas y desérticas del oeste de Asia, desde donde fue extendiéndose gradualmente hacia las regiones cálidas y secas de la cuenca mediterránea. "Se tiene constancia de su llegada a Canarias en el siglo XVI", indicó.

Ya en el siglo XX, a principios de los años 50, se realizaba manualmente la tarea de partirlas y mondarlas, quedando relegada a las mujeres, que formaban cuadrillas de partido y mondado. Cada una cobraba entre 5 y 10 pesetas por fanegada partida, lo que era un saco de 60 kilos.

"Es precisamente en esta década cuando podemos considerar que se produce en el sector toda una revolución: ante la gran demanda se incentivan la plantación y la producción, lo que exige la modernización con maquinaria. El resultado es que en poco tiempo la almendra se convierte en el tercer producto de exportación, superada sólo por el plátano y el tomate. No tardaría esta revolución en llegar a Tejeda", señaló.

La Casa Kuhner jugó un papel muy importante en la exportación a través de Inglaterra. La almendra se desembarcaba en el puerto de Liverpool, desde donde se distribuía por gran parte del continente europeo. Los ingleses la distinguían de las procedentes de otros países por el tono amargoso que siempre la ha caracterizado. A pesar de ese amargor que la identifica, o quizá precisamente por él, los ingleses la demandaban, por lo que resultaba muy apreciada por los consumidores en los elaborados de repostería y chocolatería.

El pregonero, por último, resaltó que desde la creación del registro de exportadores de almendras hasta el abandono del campo, allá por los años 70, hubo una gran actividad almendrera. "Su fracaso no provino de la falta de demanda, que siguió existiendo, sino de la escasez de operarios del campo. De aquí que las demandas de los importadores extranjeros no pudieran ser atendidas".