El poeta, repentista, verseador, doctor y profesor de Filología Española, Clásica y Árabe por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, José Yeray Rodríguez Quintana, es el nuevo Roque Nublo de Plata en el ámbito folclórico, galardón otorgado por el Cabildo que será entregado el próximo sábado en el Auditorio Alfredo Kraus.

El también premio de Investigación Viera y Clavijo es la figura necesaria para interpretar el presente de las tradiciones isleñas, enriquecido con el conocimiento de causa de su formación universitaria, su permanente recurso a las fuentes de los mayores y su aportación innovadora.

Yeray Rodríguez nace en Las Palmas de Gran Canaria en 1978. Veinte años después brinca de un escenario a otro en ambas riberas del Atlántico improvisando versos, hasta que en 2002 graba su primer trabajo con el también improvisador Luis Paz: Punto cubano. El corazón en la voz.

Pronto Rodríguez se convierte en un imprescindible del acervo isleño. También especialista en literatura canaria es nombrado en 2012 hijo adoptivo de Artenara. "Mis padres son de allí, yo soy un artenarense que nació en la ciudad, y sin mi estrecha relación con el pueblo y su contexto familiar muy cerca de la décima no hubiera sido verseador".

Rodríguez acrecienta su obra con los trabajos El lunes que viene empiezo (2009), de la mano de Emiliano Sardiñas, Expedito Suárez y Domingo Umpiérrez, y Una misma tradición, en un trabajo conjunto con el puertorriqueño Edwin Colón Zayas publicado en 2010.

El Cabildo de Gran Canaria y en su exposición de motivos para homenajear a Rodríguez con el Roque Nublo de Plata resalta que, con su aportación, "ha logrado que reviva un arte que podría estar algo más olvidado, sin el empeño que él ha venido demostrando todos estos años".

En este mismo sentido Yeray Rodríguez se confiesa "con la fortuna de retomar el testigo de los viejos verseadores, en un tiempo que ha propiciado el intercambio de saberes y sobre todo desde los años 90 cuando se han tornado constantes entre una orilla y otra". Pero también con el peso de la "responsabilidad de transmitir esa tradición que has recibido, mimarla y hacerla llegar a otros".

El filólogo asegura que recibe el galardón "con ilusión, pero con la consciencia de que estamos recogiendo unos frutos que sembraron otros antes. Ahora disfrutamos de una mayor visibilidad, en una época más mediática, pero el verdadero mérito es de los que mantuvieron este acervo en unos momentos más complejos".

Yeray Rodríguez no estará presente el próximo sábado en el Auditorio. La agenda marca para esa jornada su participación en el Festival de Los Isleños, "viviendo la herencia canaria en Luisiana", estado donde también ofrecerá una conferencia en la Universidad de Tulane, en Nueva Orleans.

El premio lo recogerá en su nombre "una alumna verseadora, Cristina González, que es un símbolo de que la tradición tiene futuro en Gran Canaria, y en este caso en concreto, de labios de unas mujeres que mantienen viva la llama".

La alumna es también un barómetro de los aires que respira el arte: "en la improvisación", afirma, "estamos en un momento muy interesante, con un panorama más alentador que años atrás, cuando parecía que iba a languidecer. Hoy hay nuevas voces, un público fiel que lo sigue, y por lo tanto un pueblo que se siente parte y que augura que no morirá". El pleno cabildicio sostiene que Rodríguez "se asoma a las pantallas de televisión, o se reúne con cuatro amigos para ir rebuscando rimas e ironías por las calles y las ciudades de Gran Canaria. Esa pasión", concluye, "que deja en todo lo que hace, es la que luego logra abrirse paso en los corazones y en las emociones de quienes le escuchan". Es aquí cuando el premiado se reafirma, como sentencia, en su papel de transmisor de la realidad: "Toca ponerles palabras a lo que está pasando, a lo que estamos viviendo y los verseadores deben estar ahí para contarlo..."