Contribuyó al reparto de aguas, al entierro de los ajusticiados y se implicó de forma decidida en la transformación social y económica de Arucas, convirtiéndose en un lugar de paso obligado para los sucesivos obispos. El párroco e investigador Julio Sánchez Rodríguez se ha podido sacar ya con este nuevo libro "la espina" que, según afirma, tenía clavada desde hace años por no haber podido estudiar la historia de su parroquia natal y donde fue bautizado.

El volumen , que será presentado esta tarde en la iglesia después de tres años de trabajo, recopila los principales acontecimientos desde su fundación hasta que la sede quedó vacante tras la muerte del obispo Verdugo. "Es el paso del viejo al nuevo régimen tras la Constitución de Cádiz".

El investigador recopila entre las curiosidades que en aquella época aparecen en la sociedad de Arucas muchos matrimonios separados. Y cómo la Fiesta del Corpus es anterior a las patronales de San Juan, gracias a la labor que desempeñaban las cofradías. "En aquella época no había imagen, sino un cuadro de San Juan", aclara.

El libro, que muestra muchas imágenes facilitadas por el Museo de Arte Sacro y el Museo Municipal, deja constancia de los ajusticiamientos de Arucas, para los sentenciados por graves delitos después de someterse a un juicio. La Hermandad de la Veracruz, como relata el autor, era en aquellos momentos la cofradía penitenciaria y se encargaba de darles entierro. "Era una labor caritativa", afirma Sánchez Rodríguez, porque si no muchas de las personas terminaban arrojadas al barranco.

Además, era habitual ver a reclusos haciendo la penitencia mediante azotes en su cuerpo en la procesión, como todavía sigue sucediendo en algunas ciudades.

Arucas contaba en los primeros años de la parroquia con unos cientos de vecinos, y su municipalidad abarcaba Firgas. Y fue una de las primeras que se consagraron en Gran Canaria, tras Las Palmas de Gran Canaria, Gáldar y Telde, y al mismo tiempo que Moya.

El autor dedica una especial atención a la visita de los obispos a esta parroquia. Lejos de las facilidades de las que disponen hoy los religiosos, en aquel periodo la movilidad era muy complicada. Más aún, porque al principio los obispos abarcaban a todo el Archipiélago, y tardaban hasta dos años en visitar cada isla. A pesar de todo, Juan Bautista Cervera puso sus pies en Arucas hasta tres veces.

"La población era muy tradicional". Y la labor de la Iglesia contribuyó a su bienestar. Una de sus grandes aportaciones fue la creación de la acequia de agua que, desde Firgas, suministraba a la vega agrícola. Una labor vigilada por los mayordomos, que eran nombrados por los obispos para fiscalizar las cuentas, mientras los curas se centraban en la labor religiosa. Uno de ellos, Manuel López de los Reyes, "enfermó" precisamente por el disgusto de estas obras.

Una de las características es que las cofradías e iglesias se mantenían gracias a los tributos, aunque en las Cortes de Cádiz se elimina esta obligatoriedad, y desde entonces se mantienen gracias a los fieles con sus aportaciones.

Julio Rodríguez, que ha publicado 21 libros históricos, ha comenzado a trabajar ya en el segundo tomo sobre Arucas, que incluirá la construcción de la nueva iglesia neogótica, famosa por su cantería y dimensiones.