La reserva natural de Güigüí, el último espacio virgen de la isla de Gran Canaria, se convertirá durante los próximos cuatro años en un banco de pruebas para la recuperación de especies endémicas como la sabina, el almácigo, el pino, el brezo o el cedro canario, árboles que aprovechan el paso de las nubes para captar agua de riego. Se plantarán 43.000 árboles, pero la supervivencia de los nuevos bosques exige la previa desaparición de los rebaños de cabras en el interior del parque y el control de los demás herbívoros.

Estas son las actuaciones recogidas en el proyecto Life+Guguy, que se desarrollará desde el próximo 1 de septiembre hasta el final del año 2017 en ese macizo montañoso del oeste grancanario, con un gasto de 852.808 euros que será aportado por la Unión Europea (el 50%), el Cabildo de Gran Canaria (43%) y la empresa pública Gesplan (7%).

El estudio sobre la Reserva Natural Especial de Güigüí, que junto al Life+Rabiche es el único proyecto canario que ha logrado financiación europea, tiene cinco etapas con otros tantos objetivos, según adelantó María del Mar Arévalo, consejera de Medio Ambiente del Cabildo.

La primera intervención está encaminada al control de la población de herbívoros. "Las cabras se eliminarán del interior de la reserva y se introducirán políticas para minimizar el impacto de nuevas especies herbívoras", señala la memoria del proyecto, que recalca que "de esta manera se eliminará un factor clave de amenaza en la recuperación del hábitat".

El segundo objetivo es mejorar el hábitat de la especie Juniperus spp. canariensis, la sabina autóctona , "recuperando las plantaciones mediante el uso de captadores de niebla para obtener agua para el riego". La siguiente fase es "recuperar las poblaciones vegetales amenazadas, con acciones de refuerzo de población y protección para mejorar su estado de conservación". Se aumentará la conservación ex situ recogiendo material para el banco de semillas y para estudios moleculares de esas especies, un trabajo que realizarán técnicos del Jardín Botánico Canario Viera y Clavijo.

En la cuarta etapa se diseñará un plan de seguimiento y evaluación del hábitat de los bosques endémicos de Juniperus spp, de los brezales macaronésicos y de los pinares de Güigüí. "Para ello se determinarán parámetros indicadores del medio, para así poder realizar una evaluación periódica durante el tiempo del proyecto", añade ese documento.

Educación ambiental

Por último, se pretende aumentar el conocimiento de las especies clave de la reserva natural mediante la educación ambiental para formar a la población local y hacerles partícipes del proyecto a través del voluntariado ambiental y entrega de material divulgativo. Güigüí forma parte de Reserva de la Biosfera de Gran Canaria y es "la joya de la corona" en la protección medioambiental de la isla, según la consejera Arévalo.

Los resultados esperados al final del proyecto son la eliminación de las cabras asilvestradas dentro de la reserva y disminuir la presión ejercida por los herbívoros en el hábitat; mejorar el estado de conservación de las especies amenazadas; conocer la evolución de las especies y de los hábitats afectados dentro de la reserva como herramienta básica en la gestión del espacio; y por último, desarrollar acciones de sensibilización centradas en la restauración del hábitat de Juniperus canariensis.

Se actuará en la zona alta de la reserva de Güigüí, en los macizos de Montaña las Vacas, Hogarzales y Montaña de los Cedros, área de distribución potencial de los bosques termófilos en esta zona de la isla, con una importante presencia de sabinas y cedros, así como de elementos de pinar canario y monteverde esclerófilo (brezos, peralillos o laureles), sobre todo en las áreas expuestas a los vientos alisios. Actualmente, según la memoria del proyecto, solo se detectan ejemplares aislados de estas formaciones boscosas en aquellas áreas más inaccesibles, donde no ha llegado la acción humana y, sobre todo, la presión de herbívoros como la cabra o el conejo.

La zona de trabajo se sitúa en el borde oeste de Gran Canaria, con la cota máxima en la Montaña de Hogarzales, a 1.065 metros sobre el nivel del mar. El macizo está recorrido de norte a sur por una serie de picos, donde también destacan Amurgar (790 metros), Peñón Bermejo (732), Montaña de los Cedros (1.006), Morro del Pino (1.008) y Montaña de las Vacas (914). El perfil geológico forma una pirámide con tres vertientes, por donde fluye el agua hacia el barranco del Tasartico, al barranco de La Aldea-Tocodomán o al mar.

Debido a la heterogeneidad del terreno, se establecerán diferentes áreas de actuación según las condiciones climáticas de cada zona, pero dando más relevancia a la restauración de los bosques de sabinas y cedros. Según las estimaciones del Cabildo, se plantarán 10.000 sabinas, 1.000 cedros, 10.000 almácigos, 10.000 acebuches, 10.000 pinos, 1.000 peralillos, 1.000 brezos y 500 laureles.

El proyecto contará durante el primer año con la tutela de los investigadores del Jardín Canario Viera y Clavijo, del Grupo de Ecología y Evolución en Islas del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Grupo de Ecología y Biogeografía Insular de la Universidad de La Laguna, con el fin de establecer las áreas de desarrollo potencial del hábitat Bosques endémicos de Juniperus spp. en la Reserva de la Biosfera.

Las tareas de restauración se ejecutarán durante los meses de octubre a marzo del segundo, tercer y cuarto año, realizándose durante el resto del año tareas de mantenimiento de las mismas, como riego de apoyo, reposición de marras o reposición de protectores. Debido a las características geomorfológicas de esa zona, no es posible disponer fácilmente de agua, por lo que se ubicarán captadores de nieblas en los picos de las Montaña de los Cedros y Hogarzales, con lo que se pretende asegurar los riegos de apoyo dirigidos al asentamiento de las plantas. Se instalarán de dos a cuatro en cada uno de los picos, con el fin de captar agua de las abundantes nieblas que afectan a estas montañas.