Emocionada ante el inminente nombramiento de su tío como hijo predilecto de San Bartolomé de Tirajana, María Jesús confesó compungida que su tío falleció de tristeza a los seis meses de que se cerrara el internado San Antonio.

"Mi tío pasó prácticamente su vida en ese centro, como profesor y sacerdote y en sus últimos años oficiar la misa matinal en ese lugar era su principal rutina; por lo que a sus 95 años su cuerpo no resistió una noticia tan triste", aseguró Viera, quien prefirió recordar los últimos días de Cazorla con una sonrisa en los labios, fruto del generoso sentido del humor de su tío.

"A pesar de que la imagen de mi tío más recurrente en mi mente sea una columna de libros, con anotaciones y textos por doquier, dado su gran afán investigador, nunca perdió su lado chistoso", puntualizó la vecina de la capital.

"Era adicto a las comedias familiares y a escribir sus ideas repentinas o descubrimientos en servilletas, que aparecían revoloteando por casa", afirmó María Jesús.

Acérrimo perfeccionista de sus escritos, su sobrina destacó que corregía sus libros una vez publicados, ya que no dormía tranquilo hasta que estas publicaciones recogieran las informaciones actualizadas hasta el último ápice del minuto, "subrayaba los textos que debía modificar y luego rectificaba sus escritos", dijo la sobrina.

Curiosamente uno de los textos a los que Cazorla solía recurrir para relajarse y esbozar una carcajada pertenecía a Pancho Guerra, que con su léxico canario lograba despejar a esta mente inquieta.

Por voluntad del azar, las Casas Consistoriales de Tunte homenajearán mañana a ambos tirajaneros a título póstumo durante una sesión plenaria.