La famosa frase de Alfredo Landa Qué vienen las suecas en la película Amor a la española reproduce en gran medida lo que significó la llegada del turismo escandinavo a principio de los sesenta a la Playa de San Agustín. Los encantos naturales de un Morro Besudo aparcero y la buena relación del Conde de la Vega Grande con empresarios suecos propiciaron que el paraje sureño se consolidara como el principal destino de turismo nórdico de salud. El Club Escandinavo ofrece una exposición de una treintena de postales de San Agustín de las últimas décadas, que refleja el asentamiento de la comunidad extranjera en la zona.

Desde que el empresario sueco Sven Kviborg pisara por primera vez en los sesenta la Playa de San Agustín, "por eso de que el clima isleño era beneficioso para el asma que padecía su mujer", cerca de 300.000 suecos visitan el enclave turístico cada año. Fueron los primeros extranjeros en disfrutar de las bondades de una tierra, propiedad del Conde de la Vega Grande, que con el tiempo se convertiría en coto de lujo para hombres de negocios escandinavos que huían del duro invierno del norte de Europa.

Corría el año 1965 cuando el constructor de una gran parte de la ciudad de Estocolmo decidió poner la primera piedra en Morro Besudo de los apartamentos Nueva Suecia. Su buena relación con el Conde de la Vega y su alto poder adquisitivo le permitieron levantar un complejo de apartamentos destinados a la rehabilitación terapéutica de empresarios y banqueros suecos. "La gran diferencia de temperatura en invierno entre las dos latitudes fomentó que muchos hombres de negocios disfrutaran de la relajación de este entorno como si fuera un auténtico balneario terapéutico", explica la escritora sueca Birgitta Frejhagen, encargada de la muestra de tarjetas postales de San Agustín adquiridas durante los 60, 70 y 80, que expone el Club Escandinavo en sus instalaciones de manera indefinida.

La colección, que reúne una treintena de estampas turísticas, reproduce el imperio urbanístico que los industriales nórdicos desarrollaron en la zona, ya que a mediados de los sesenta solo existía el complejo Los Caracoles y el Restaurante La Rotonda; ambas obras del Conde de la Vega Grande.

"Recuerdo que para la inauguración de algunas infraestructuras llegaban aviones llenos de periodistas y empresarios suecos, que posteriormente se afincarían en la Isla", relata Frejhagen, que reside en la Isla desde hace una década.

Bajo la entidad Massaf (Maspalomas-Arbeitsgivareföreningen), constituida por el Conde de la Vega y el empresario anteriormente citado Kviborg, se construyó la urbanización Monte Rojo. Para este proyecto la compañía hispano-sueca contó con la colaboración del turoperador nórdico Ving, que ya por esa época traía grupos de turistas a San Agustín.

La colonia de inversores consolidó su establecimiento en la Isla con la construcción de un centro de rehabilitación, destinado en un primer momento para empleados de Estocolmo que necesitaban relajarse lejos de su centro de trabajo, y una escuela de primaria, el mayor centro educativo que posee Suecia fuera de sus fronteras.

"El carácter amable y abierto de los canarios ha influido de manera considerable para que la comunidad sueca continúe en este paraje natural desde hace medio siglo", agregó Frejhagen, quien añadió: "De hecho hablar de San Agustín en la ciudad de Estocolmo es como hablar de la segunda residencia de invierno de muchos jubilados y familias; todo el mundo conoce a alguien que ha visitado la playa".