La tensión en la Audiencia Provincial de Las Palmas, que juzga al enfermero Iván Ramírez por presuntamente envenenar con talio, morfina y barbitúricos a su mujer, aumentó durante la jornada de ayer de manera desorbitada a medida que el abogado del acusado interrogaba a los peritos. Los forenses sostienen que Aróstegui murió intoxicada por múltiples sustancias de forma perversa y acusan a la defensa de manipular datos clínicos. El abogado de Ramírez insiste en las incongruencias que figuran en los informes médicos.

Tras casi dos horas de gritos y un severo cruce de reproches entre el abogado del acusado, José Álvarez, y los médicos forenses que realizaron la autopsia a Laura Aróstegui; el magistrado de la sala tuvo que recordarle a las partes que "se encontraban en un tribunal de justicia y no en un campo de fútbol" e incluso les amenazó en tono sarcástico con no presentarse a la siguiente sesión "si no respetaban las normas en la sala".

El médico forense Javier Tapia reiteró ayer al jurado popular que Aróstegui no falleció por una enfermedad rara o hereditaria, como sostiene la defensa, sino por una intoxicación de varias sustancias que deterioraron el cuerpo de la enfermera progresivamente.

"Resulta perverso que alguien administrara a Laura morfinas, tiopental y sedantes en grandes cantidades y que estas sustancias se apreciaran en los jugos gástricos de la fallecida", afirmó el especialista con rotundidad ante la atenta mirada del letrado del acusado.

Por su parte, Álvarez destacó las incongruencias de diagnósticos que presentan varios informes, que han elaborado distintos organismos médicos.

El abogado sostuvo que un informe del Instituto Nacional de Toxicología advirtió que la existencia de las llamadas líneas Mees en las uñas de la finada puede deberse a las insuficiencias cardíacas que padecía la expaciente y no exclusivamente por la exposición a talio, como habían defendido el pasado martes los peritos. Asimismo, Álvarez refutó la presencia de una marca de inyección encontrada en el lumbar de Laura, ya que un informe de toxicología realizado en Canarias desmiente su existencia.

Los peritos, tras acusar al letrado de tergiversar los documentos, reiteraron que las líneas de Mees aparecieron en la difunta estrictamente por una elevada exposición de talio y que, si otros médicos no vieron la punción, es porque la muestra cambió de color al aplicarle una sustancia llamada morfón.