Cuatro días después de la gran nevada, el casquete central de Gran Canaria sigue prácticamente intacto gracias a unas temperaturas que en el Pico de Las Nieves no superaban ayer los 4,2 de máxima, y que se plantaban en los 1,8 de mínima, lo que va camino de convertir aquellos altos en una sede remota de los juegos olímpicos de invierno de Sochi, Rusia.

Porque el personal que sube a la cumbre, que lo hace en cantidades de cientos por la mañana, y de miles desde que les dan la suelta a los niños en los colegios, ya se acerca mucho más equipado y concienciado que en las primeras jornadas, tanto en equipo para bregar contra el frío, como en material deportivo. En el primer aspecto en ocasiones se ha tirado de arcón de la abuela para recuperar hasta colchas, que a modo de poncho se pasean por las laderas heladas que caen intactas hasta los Llanos de la Pez, lo que suponen varias decenas de kilómetros cuadrados alfombrados de blanco. Y en cuanto al equipamiento lúdico también se ha recurrido a todo tipo de atarecos para disfrutar del arte del deslizamiento, desde algunos trazos de bañera de plástico al bugui, la tabla pequeña de coger olas de toda la vida, pero que desde que pasa desde Cruz de Tejeda hacia arriba es conocido sin complejos como trineo, y que se ha convertido en las últimas y gélidas horas en el indudable rey de la pista. El bugui-trineo, en principio, es portado para regocijo de los más pequeños. Pero esa es la teoría. Porque en realidad es que el padre o la madre, argumentando seguridad con una primera prueba monopoliza el invento hasta que el niño ve con desconsuelo que quizá el aparato no era exactamente para él.

Carmen Cabrera y María Jesús Falcón, de Los Portales, Arucas, sintetizan un caso paradigmático de esta mecánica y que tras construir prácticamente una 'pista verde' entre una hilera de manzanos con la receta de tirarse consecutivamente por fin acceden a montar a su descendencia, Pablo e Ismael, pero de paquete. Ahora son dos bugui-trineos con cuatro personas a bordo derrapando, frenando, esquivando y pasándoselos copo. Pero no son los únicos.

Seis manzanos más allá un señor ya talludo aúlla mientras coge velocidad escarcha y a punto de derribar un mato con lo que lleva debajo de su gorro de lana. Enfrente, detrás del atasco una bola se sale del campo de tiro y va a parar a un parabrisas. Parabrisas de un coche que a su vez lleva un muñeco en el capó, otro deporte, en modalidad escultura deportiva, en auge.

También se practica el remolquen. Un agente de la Guardia Civil, que vigila el acceso cerrado a la vía del Pico de las Nieves, relataba cómo de madrugada se tuvo que ir a rescatar tres fotingos varados en el mar de frío. Porque, tal es el nevado, que en según qué puntos no se sabe dónde termina el asfalto y comienza la estación de esquí, de forma que convertir un auto en un trasto es cuestión de unos centímetros y apenas un derrape.

En estas circunstancias y en vista del éxito que ha tenido este temporal, a partir de hoy miércoles el Cabildo, y a petición del Ayuntamiento de Tejeda, ha cursado un reordenamiento circulatorio, de forma que de Cruz de Tejeda a Llanos de la Pez es solo subida. Y de la Pez a Ayacata bajada, para ganar un carril en territorio nevado donde poder aparcar tanto automóvil. Francisco Perera, alcalde de Tejeda, se mostraba encantado con la afluencia, sin dejar de agradecer a Conservación de Carreteras, Policía Local, Obras Públicas y Protección Civil "y alguno más que no me quiero dejar atrás por el trabajo que están haciendo".

Pero si la cumbre es fiesta segura, no menos es el camino que lleva de allí al Sur. En pocos minutos de la Pez a Ayacata ya comienzan a sobrar abrigos y asoman los caideros de agua con un cielo absolutamente despejado. Es terreno de ciclistas, a decenas, y alguna que otra catarata con sus charcos dignas de parada, como las del barranco del Negro cerca de Cruz Grande. Abajo, la presa de Chira, se pone chocolate.