Los vendedores de las casetas que están junto al parador se quejaban del corte de la carretera porque, dicen, que les ha perjudicado en la venta de sus productos. "Ya cada vez va viniendo menos gente, ayer mucho menos que el lunes y hoy menos aún. Como cerraron la carretera de Cueva Grande, nos mataron a nosotros, como siempre. Tienen miedo a que se colapse, pero no hacía falta", afirma Noelia.

En un cartel de un tenderete se lee: "Pan de leña, aceitunas, queso, vino, masapán (sic), fruta de temporada. Bocadillos de chorizo y queso. Cervezas y refrescos. Chocolate caliente".

Teodoro Alonso dice que lo que más vende son los productos típicos de aquí: mazapán, bienmesabe y quesos. "El lunes y el martes vino más gente que el domingo porque el fin de semana cortaron la carretera. La gente viene más por la tarde noche, después de que los chiquillos salen del colegio".

"La gente viene pero no compra, solo cosas chicas. La crisis ha llegado hasta la cumbre. Está la cosa jodida. Son noruegos, dinamarqueses, finlandeses, nórdicos en general. Hace mucho frío y ni los nórdicos se acostumbran nunca. Todos somos de carne y hueso. Yo he visto aquí a los rusos encogidos y a cuatro patas del frío", añade.

Antonio, de 65 años, lleva 43 en la Cruz de Tejeda, primero como recepcionista del parador y después, tras su cierre temporal para rehabilitarlo, en un puesto de venta, donde trabaja media jornada. "Estuve 20 años trabajando aquí con el Ministerio de Turismo. El negocio está flojillo por la crisis. Yo no he visto una nevada tan grande como la de esta semana. Había aquí 33 centímetros de nieve".

Vende prendas de abrigo de Ecuador, con mucho colorido. "La gente de aquí compra también porque en esta parte alta hace mucho frío, pero también los turistas extranjeros. Es ropa ecuatoriana. El escandinavo compra mucho. Entre febrero y marzo caen siempre las nevadas por aquí, en enero no", afirma este hombre de San Mateo que vive en Tafira y que se considera "medio jubilado".

Rubén Hernández subió ayer a la cumbre con su familia para ver la nieve y curiosear en los puestos de la Cruz de Tejeda. "Es el primer día que venimos desde que nevó. Veníamos a ver si quedaba algo, pero poca cosa. Ayer me dijeron que había un montón y que en el cruce de la Cumbre estaba nevado, pero ya se ha ido derritiendo".

Yamileth Cárdenes, la responsable de la oficina de información turística del Cabildo que vive en Teror, estaba pasando mucho frío. "Hoy (por ayer) estoy notando más viento y humedad. El sábado por la mañana era una cosa increíble. La gente lo pasó pipa. Lo que no fue tan divertido fueron las retenciones de tráfico. Cuando se fue la Guardia Civil, esto se convirtió en una pelotera. Ayer (por anteayer) por la mañana conté más de cien niños que vinieron con sus padres, no con la guagua del colegio".

La joven asegura que los visitantes agotaron los guantes y la vaselina que se vendía por esos lares para combatir las bajas temperaturas. Dice que la mayoría de los visitantes han sido del país. "Pocos turistas, la mayoría son canarios. Un pibe me dijo: 'Señora, ¿dónde está la tonga de nieve?' Hacía tiempo que no escuchaba esa palabra, tonga, y me hizo gracia".

Los turistas extranjeros que han visitado estos días la Cruz de Tejeda son finlandeses, noruegos, un montón de belgas, franceses, italianos, iraníes, japoneses y, por supuesto, alemanes e ingleses. En el punto de información hay folletos en español, inglés y alemán. "Más de la mitad viene en pareja y el 99% pregunta por rutas de senderismo y mapas".

Un grupo de jóvenes con discapacidad psíquica también aprovechó para visitar ayer la cumbre, pasar bastante frío y comer su bocadillo a la intemperie. Parecía que no les importaba mucho estar ateridos mientras se zampaban el bocata.

Ana Rodríguez atendía ayer a algunos extranjeros en el restaurante asador Yolanda, en la Cruz de Tejeda. "El día de más gente fue el lunes. El fin de semana no porque había mucho carretera cortada. Había gente que llegaba a Lagunetas y daba la vuelta a la rotonda. Desde primera hora ha venido la gente que esperaba fuera porque no teníamos ni las puertas abiertas. Ha venido muchas familias. La gente pide chocolate caliente, dulces y bocadillos. La clientela habitual no viene estos días porque huye de la aglomeración. Nos llaman por teléfono a ver si hay mucha gente y si les decimos que sí, no vienen".

En el pueblo de Tejeda, donde el cielo estaba totalmente despejado de un celeste luminoso, en claro contraste con la estampa invernal de la Cruz, las aguas bajaban tranquilas. El casco no es sitio de paso en la ruta de la nieve, por lo que los visitantes eran los habituales de cualquier día del año: mayores del país que venían de excursión y los guiris que llegaban en coches de alquiler desde el sur por Ayacata.

Carmen, Carmen y Lucía llegaron a Tejeda en una de las dos guaguas alquiladas por el Centro de Adultos de la Vega de San José y el de Lomo Blanco. "Yo me gané el concurso de Quiero ser como Pepe, me encanta cantar. Canto en la rondalla Mi tierra guanche de Escaleritas. Estuvimos hace poco aquí por las fiestas del almendro en flor. Ahora queda poca nieve a la orilla de la carretera, pero el fin de semana hubo una gran granizada que sí nos gozamos como una niña chica".

"Un señor mayor de Lagunetas nos dijo que no había caído una granizada y una nevada iguales en los últimos veinte años, aunque no ha llovido con intensidad como para que las presas se llenen. Venimos a comprar dulces en la dulcería Nublo. El frío lo combatimos con un poco de vino. La isla está muy bonita, toda muy 'velde, velde, velde".

Víctor Santana, del restaurante de la plaza de la iglesia, manifiesta que la nieve no beneficia al pueblo ya que no es ruta obligada para los que van buscando hacerse fotos con el manto blanco. "El fin de semana no tuvimos acceso porque nosotros trabajamos en Las Palmas. Tres de los cuatro compañeros no pudieron pasar de la Cruz de Tejeda para abajo porque estaba todo cortado".

"Aquí en el pueblo no nos beneficiamos apenas de las nevadas, en la Cruz de Tejeda sí porque es lugar de paso para ir a la Cumbre. Los que vienen del sur por Ayacata sí paraban por aquí pero se iban rápidamente para arriba porque iban buscando nieve. Yo me quedé atascado con el coche el sábado en la variante. Allí había por lo menos veinte coches", añade.

Hasta en Las Lagunetas había un ventorrillo montado vendiendo bocadillos y perritos calientes. "De hecho nosotros el sábado, que fue cuando empezó la nevada, no tuvimos apenas trabajo. A nosotros la nieve no nos perjudica ni nos beneficia, nos deja igual. Al bar Perera, que está en la carretera, sí tuvo más suerte. La nieve es como repartir caramelos en la cumbre", agrega.

Jerónimo ("llámeme Momo, la gente me conoce por Momo") también se acercó al pueblo de Tejeda en una excursión colectiva que ya estaba programada hacía una semana, antes de caer la nieve. "Venimos de paseo a Tejeda, no expresamente a ver la nieve, aunque ya que estamos por aquí aprovechamos, pero queda poquita ya. Hemos venido a pasar el día y a comer aquí".

Ernesto Martín está en el cruce de la cumbre en su camión-bar desde que empezó a caer los primeros copos de nieve, vendiendo chocolate caliente y bocadillos. "La gente aparca por aquí porque no se puede subir en coche al Pozo de las Nieves y luego va caminando. Como el domingo no dejaban subir por la Cruz de Tejeda ni por Cueva Grande, desde el lunes ha llegado más gente. Hoy (por ayer) vendemos menos chocolate porque el frío ya no es tanto como los días pasados. Por la tarde vienen más visitantes y familias", precisó.