Su gozo, en un pozo. Cientos de grancanarios -por no decir miles- se lanzaron ayer a la autovía GC-1 en busca del sol que suele reinar en Playa del Inglés. Pero al llegar al vértice meridional de la isla, un sentimiento de frustración se apoderó de buena parte de ellos.

El viento reinante y las nubes se adueñaron de la playa y deslucieron, y de qué manera, lo que se pretendía fuese una jornada idílica. Ello no fue óbice para que las familias con las que habló este periódico manifestasen su deseo de permanecer sobre la arena al menos unas cuantas horas más. "Al menos sirve para relajarnos y para estar algo más tranquilos", apuntaban varios de los miembros de la estirpe Ramírez, que ocuparon tres metros cuadrados de playa con una silla con ruedas, otra sin ellas, una especie de iglú y hasta un carrito.

Lea la noticia completa en la edición impresa de La Provincia, en el PDF del periódico o en Orbyt