Prometía ser un pregón de San Juan distinto y así fue. El inicio de las fiestas fundacionales de Telde -con el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, como protagonista- tuvo anoche un triste cierre a raíz de los altercados que se sucedieron, hasta el filo de la medianoche, en distintos puntos de la ciudad. Se saldaron, al cierre de esta edición y según fuentes oficiales, con un sólo detenido, dos agentes heridos -con otros cuatro contusionados- y daños pendientes de valorar en el mobiliario urbano.

Durante la tarde del miércoles, más de mil personas se concentraron en uno de los vértices de la plaza de San Juan para patentizar su rechazo a la visita de Soria y a su respaldo a la realización de sondeos por parte de Repsol en busca de petróleo en aguas canarias. La manifestación, con pitos, cacerolas y pancartas, se desarrolló sin incidentes, pero sólo hasta diez minutos después de que el alto cargo abandonase la ermita de San Pedro Mártir a través de un operativo que se perdió por las empedradas calles de San Francisco.

El fuerte dispositivo policial -con más de 50 agentes de la UIP de la Policía Nacional desplegados en calles estratégicas del barrio que habían sido cortadas al tráfico una hora y media antes de que arrancase el evento- y la calma contenida de los manifestantes contribuyeron a que no se registrasen, en un primer momento, incidentes de relieve, salvo el intento de dos jóvenes de acceder a la ermita donde se iba a leer el pregón sin pasar por los controles impuestos y la identificación que un alto mando policial hizo de Juan Miguel Suárez, destacado dirigente de Comisiones Obreras. "Que yo sepa, no se le ha negado el acceso a nadie, pero no sé qué criterios está siguiendo la Policía Nacional para dejar pasar o no a la gente. Ellos están haciendo su trabajo", fueron las declaraciones que en ese momento realizó la alcaldesa María del Carmen Castellano tras ser interpelada por la polémica existencia o no de invitaciones para acceder al recinto.

Al acabar el pregón, desarrollado a puerta cerrada y con casi la mitad del aforo de la ermita ocupado por altos cargos del Partido Popular (PP) en las islas, comenzaron las hostilidades. Los asistentes al pregón fueron abucheados y, luego, los manifestantes se disolvieron en varios grupos. Uno de ellos se dirigió a la rotonda del Cubillo, donde intentaron cortar el tráfico y por donde pasaron varios de los coches de alta gama que habían trasladado a las autoridades. Un reducido grupo de manifestantes intentó montar una barricada con contenedores para detenerlos en un cruce con la Circunvalación, lo que motivó una primera intervención policial y que se practicase una detención.

Otro grupo identificó al jefe de protocolo del ministro, quien se refugió en un restaurante para evitar una agresión. Tras trascender la citada detención, un centenar de personas se desplazó de inmediato a la comisaría de Telde para exigir su liberación. Varias furgonetas de la UIP se trasladaron al inmueble, junto a la rotonda de Daora, y solicitaron su dispersión. Al hacer caso omiso, y tras una sucesión de empujones, los policías efectuaron varios disparos de fogueo al aire, al tiempo que se registraba el lanzamiento de piedras y daños a automóviles. A medianoche, la ciudad trataba de recuperar la calma.

La delegada del Gobierno en Canarias, María del Carmen Hernández Bento, declinó hacer valoraciones sobre la manifestación argumentando que ella había permanecido en el interior de la ermita durante todo el tiempo.

En casa

"Cuando venimos no pedimos ni permiso, ni autorización ni visados. Simplemente aparecemos porque estamos en nuestra casa". Esta reflexión, que arrancó un intenso aplauso por parte de las más de cien personas que abarrotaban la ermita de San Pedro Mártir, la lanzó ayer José Manuel Soria a mitad de pregón. Para muchos, supuso un guiño ante las aireadas protestas que se sucedían contra su persona en el exterior del inmueble, 70 metros calle arriba. Para otros, la frase no era más que un ejemplo de la admiración y el cariño que el ministro nunca ha dejado de profesar hacia su tierra.

Durante poco menos de media hora, Soria viajó al pasado para rememorar su infancia y adolescencia entre las calles de San Juan y San Gregorio y los cálidos veranos vividos en las costas de Melenara y Salinetas. El pregonero, que agradeció la ayuda recibida de manos del cronista Antonio María González Padrón, citó a buena parte de su familia y a sus amigos de la infancia, aludió a su estancia en Inglaterra y a cómo transcurrían sus días en un universo que dejó atrás cuando marchó a Madrid para estudiar en la Universidad.

Desde el patio de butacas le seguían con atención desde la delegada del Gobierno en Canarias, María del Carmen Hernández Bento; hasta el alcalde de la capital, Juan José Cardona; y una extensa relación de consejeros, concejales (sólo fueron los de su partido y la alcaldesa María del Carmen Castellano) y altos cargos del PP insular.

Soria tuvo especial interés en rememorar las vivencias en casa de uno de sus tíos y de sus abuelos, "ejemplos familiares de persistencia y trabajo" tras confesar que fue en la ciudad de los faycanes donde conoció a su esposa y poco antes de dar paso a una segunda parte, más histórica, en la que citó a numerosos prohombres de Telde y a buena parte de los principales hitos en el devenir de la urbe más antigua del archipiélago. "Lo que hoy es Telde es lo que hemos hecho y forjado a lo largo de nuestra historia", enfatizó ante un nutrido auditorio al que advirtió: "De nosotros, y sólo de nosotros, dependerá que aprovechemos las oportunidades que este mundo global nos pone".

En esa misma línea, abogó por "sentar las bases de un futuro próspero generador de empleo y riqueza para los teldenses" y cerró su discurso enumerando las ventajas que ofrece el municipio debido a su ubicación geoestratégica, a los nuevos polos industriales y "al desarrollo de África, que nos abre un sinfín de oportunidades. Debidamente aprovechado, todas esas fortalezas pueden impulsarnos hacia una etapa de crecimiento".

Antes de leer su escrito, Soria firmó en el libro de oro del Ayuntamiento. En la calle, los cánticos y lemas contra su persona se sucedían sin remisión. Sobre ello, y minutos antes de dejar atrás Telde, sólo lanzó una frase a los medios: "Creo que hay que ser respetuoso con todos; yo he venido a leer un pregón".