La vida de San Mao no parece de este mundo. Su historia resulta tan atractiva, tan sugerente que bien podría haber sido el argumento perfecto de una novela, de un drama de película inglesa, que atrapa y retiene desde la primera frase. Y lo mejor y también lo más cruel para ella es que todo fue verdad y ocurrió en gran parte en Canarias.

El 4 de enero de 1991 en la capital de Taiwán, una de las escritoras chinas más célebres del siglo XX se quitaba la vida. Echo San Mao, como era conocida, no había podido soportar el dolor que le producía la pérdida de su gran amor. En España, únicamente el diario La Vanguardia se hizo eco de la noticia. En las páginas de cultura se subraya la personalidad de la autora oriental de "dulces narraciones de amor y autodescubrimiento que entusiasmaron a millones de lectores en Taiwán y China". También señalaba que para sus compatriotas San Mao había sido una especie de heroína y un modelo para la nueva mujer china y para quienes "admiraron su independencia y su visión del mundo". De esta forma tan trágica y cuando sólo tenía 48 años la escritora y aventurera decidía poner su punto final. En el periódico también se decía que con su desaparición sus seguidores tendrán que seguir preguntándose cómo su búsqueda de la vida sólo la había llevado a la desesperación. Lo que seguramente pocos sabían es que después de la muerte accidental de su marido, José María Quero, mientras buceaba en la isla de La Palma, ya nada tenía sentido para ella. Probablemente San Mao había muerto mucho antes ese 30 de septiembre de 1979, cuando José María Quero, aquel atrevido buceador profesional, se había sumergido en el mar para no volver jamás.

Tal y como refiere Elsa López en el prólogo del libro de Manuel Poggio, El olivo y la flor de la ciruela, a punto de salir publicado, y en el que se rescata de forma amena y pormenorizada la estancia de San Mao y Quero en Canarias, el amor es el motor fundamental en la vida de la escritora. "Sus poemas destilan esa magia y esa fuerza que sólo los sentimientos desbordados y la pasión por la vida pueden otorgar a quienes lo padecen. Ella los padeció. Amó y sufrió la pérdida de ese amor casi por igual".

Quién era Echo San Mao

San Mao había nacido el 26 de marzo de 1943 en la China continental, pocos años después y a causa de la revolución comunista, sus padres se trasladan a Taiwán. Echo Chen, su nombre real, procedía de una familia acomodada y pudo estudiar sin dificultad. Compagina sus clases de Filosofía con largas estancias en el extranjero, Alemania, Estados Unidos, y en la Navidad de 1967 llega a Madrid. Ya por estas fechas San Mao empieza a escribir sus relatos cortos en algunas revistas y periódicos taiwaneses. Es una mujer liberal, auténtica, quiere viajar y contar sus aventuras. En un encuentro con otros españoles conoce a José María Quero, un joven de Jaén, quien se enamora de Echo, como la llaman sus amigos. Pero ella considera que se trata de una persona demasiado joven, se llevaban ocho años, y San Mao regresa a Taiwán.

Tal y como recuerda su amiga de Gran Canaria, Nancy Chang, allí conoce a un alemán con el que se compromete y justo cuando iba a casarse él se muere, "ella se siente tan mal, que decide regresar a España".

Y en el invierno de 1973 se reencuentra con José María, quien no se había olvidado de San Mao. Entonces deciden iniciar una relación que los llevaría primero al Sáhara y después a Gran Canaria, Tenerife y La Palma.

Su amiga Nancy

Nancy Chang dice que una de las imágenes más bonitas que guarda de ellos se produjo precisamente en una reunión de vecinos en Las Palmas de Gran Canaria, "todos los que estaban allí eran chinos, menos José María, y me acuerdo de entrar y verlo a él sentado en un sillón y sobre sus rodillas, San Mao, ella era muy mimosa. La vedad es que se notaba que se querían mucho". Lo dice y se ríe con esa risa fácil que casi se despliega sin querer cuando los recuerdos son tan buenos que salen así, solos.

Chang que también procede de Taiwán forma parte de una de esas familias chinas que en la década de los 70 se instala en Gran Canaria. Su padre recibía en su casa uno de los periódicos chinos más leídos y en los que también aparecían relatos de San Mao. Para ellos Echo San Mao era una escritora conocida, de cierta fama en su país. Como recuerda Nancy Chang "entonces en la isla no éramos tantos chinos ni coreanos, ni japoneses y casi nos conocíamos todos, por eso fue fácil tropezar con Echo, además también llamaba la atención porque iba en compañía de José María". Después de una larga estancia en el Sáhara, llegan en 1974 y deciden marcharse en el otoño de 1975, su siguiente destino será Gran Canaria, concretamente Playa del Hombre en Telde, donde compran una casa en la calle Lope de Vega.

Echo le envía una carta a su cuñada Esther en la que le da pormenores de su nueva vivienda, "es muy bonita, no es grande, pero es demasiado bonita, tenemos un jardín pequeñito, rabanillos, eso es terrible, porque ni él [José María] ni yo gustamos tantos, pero el cabezón de la casa, Quero quiere plantar sólo rabanillos, yo he plantado flores". En Telde no sólo se reúnen con la comunidad china, tanto San Mao como José María resultan especialmente afables. Celebran cenas habituales con Carmelo Matos y su mujer Pepi Cabrera. Su vecina Cándida guarda gratos recuerdos de aquella entrañable pareja.

José María Quero, un buceador profesional, se encuentra con algunos problemas para lograr un trabajo. Mientras, San Mao sigue con sus colaboraciones en periódicos taiwaneses en los que también describe con lujo de detalles muchas de las cosas que le ocurren en Canarias.

En 1976 se publica en Taipéi su primer libro, Cuentos del Sáhara (1976), de gran éxito entre el público chino.

En su afán por encontrar un empleo que cumpla con sus expectativas, Quero Ruiz se marcha a Tenerife y trabaja en la puesta en marcha de lo que será el Lago Martiánez, obra del artista lanzaroteño César Manrique. El jienense es contratado para realizar las labores de mejora de la cala rocosa de Martiánez. Su trabajo consistía en bajar al fondo un metro o un metro y medio de profundidad y dragarlo.

En abril de 1978, el matrimonio alquila un apartamento a dos kilómetros del Puerto de la Cruz; en un edificio que se encuentra entre plataneras, disponían de vistas tanto al Teide como a la costa norte de la isla. Tal y como recoge la obra de Manuel Poggio, Echo se encontraba muy a gusto en Tenerife, disfrutó de la isla y escribió con intensidad; cada semana enviaba un artículo a la prensa taiwanesa que cobraba por palabra redactada. José María aprovechaba los ratos libres para practicar pesca submarina.

El final más triste

Pero el trabajo se acaba y regresan a Gran Canaria. La vida de la pareja sólo se ve alterada por las dificultades de José María para encontrar un nuevo empleo. San Mao debe viajar a Taiwán para supervisar sus nuevas publicaciones.

Una recopilación de varios de sus primeros escritos y otros relatos como El espantapájaros y Llanto de camello.

En marzo de 1979 Echo y José María se trasladan a Santa Cruz de La Palma. Entonces la capital insular era una pequeña población marcada por un ambiente muy familiar, poblada por sólo 17.000 habitantes. San Mao escribe sobre la impresión que le provoca aquella nueva isla dominada por el color verde.

Sin embargo, a los seis meses, un fatal accidente, mientras practicaba submarinismo acaba con la vida de José María Quero y en el fondo también con la de San Mao.

Nancy Chang recuerda que su amiga estaba rota de dolor. Regresa a su casa de Playa del Hombre, pero ya no es igual. Vende la vivienda y reparte entre sus seres queridos sus más preciados tesoros, sus libros y aquellos objetos que quizás más le recordaban a su marido. Ya no le queda nada en Canarias y vuelve a Taiwán, hasta que en 1991 decide acabar para siempre con su pesadumbre.

Años después tanto la casa que San Mao y José María Quero se compraron en playa del Hombre como el cementerio de Santa Cruz de La Palma en el que se encuentra la tumba de Quero se han convertido en lugares de peregrinaje para muchos de sus seguidores chinos. El Cabildo de La Palma les ha rendido un gran homenaje con la inauguración de una escultura que recuerda el paso de estos dos grandes personajes por la isla bonita.

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"Lo recuerdo sentado en un sillón y sobre sus rodillas, San Mao", dice su amiga Nancy Chang

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Un fatal accidente acaba con la vida de José María y, en el fondo, con la de Mao

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El Cabildo de La Palma ha levantado una escultura en memoria de los dos personajes

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La escritora San Mao. | fqr

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Echo Chen procedía de una familia acomodada y pudo estudiar sin dificultad

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En 1973 se marcha con su amor José María Quero al Sahara y luego a Canarias

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José María Quero. | fqr

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Escultura que han hecho en La Palma en recuerdo de la pareja San Mao y José María Quero. | cabildo de la palma