La fiesta del Charco en el municipio de La Aldea de San Nicolás se vivió ayer con muchísima intensidad. El momento de mayor expectación, como siempre, fue el del lanzamiento del volador para indicar que todos los que rodeaban el charco podían lanzarse en busca de las lisas para luego premiar a los que más kilos de pescado obtuviesen y al que cogiera el de mayor tamaño. Así, una enorme multitud de personas se abalanzó, tras escuchar el sonido del petardo, sobre una masa de agua que, con tantos "pescadores" al mismo tiempo, apenas se veía.

Tras la hazaña, iban saliendo, cubiertos en barro y empapados, los que desde media hora antes esperaban impacientes el gran momento. Inquietos, bailando, cantando y con ganas de que diera comienzo el espectáculo -aunque ellos ya lo estaban creando-, golpeaban los callaos como quien da palmas, y los de un extremo cantaban con los del otro aquello de "¡hola, don Pepito!, ¡hola, don José!". Tampoco faltaron el "¡pío, pío!" y la ola, como quien está en el Estadio de Gran Canaria animando a la Unión Deportiva.

Fue entonces cuando llegó la Banda de Agaete y los miles de personas que se presentaron ayer en La Aldea continuaron bailando a su ritmo, con temas como el de La Rama o el Somos costeros.

El mismo repertorio y la misma banda que por la mañana amenizó el baile que finalizó en el muelle y que partió, en torno a las 12.00 horas, desde el puente del pueblo. Ya desde ese momento, muchos tenían preparadas las cestas, guelderas y redes que luego utilizarían en la pesca de lisas.

Entre los que disfrutaron del baile del muelle estaban Adal Rodríguez y Jorge Ramírez, de La Aldea. Ninguno de los dos se pierde esta cita: "Vengo desde que era pequeño", puntualiza Ramírez. "Esta fiesta es como un bautizo que disfrutamos año tras año, y cuando llega el momento en que se dispara el volador y nos lanzamos al agua, hasta se me saltan las lágrimas", añade Rodríguez.

En el propio muelle, numerosas personas aprovechaban el calor y el buen tiempo para lanzarse al agua desde el mismo embarcadero, como Alejandro Alemán y Teresa Vogler, quien definió el evento como "la mejor fiesta de la Isla, en la que siempre hay muy buen rollo".

El del Charco es un acto que coincide con una fecha importante en la historia, el 11 de septiembre, día en el que han ocurrido hechos tan relevantes como los atentados en Nueva York en 2011 o el golpe de estado de Pinochet en Chile en 1973. Pero también para algunos a nivel más personal, como es el caso de Helena Pérez, vecina de Ingenio que celebró su veinte cumpleaños en la fiesta aldeana. "Es la primera vez que vengo, y estoy muy sorprendida por lo divertida que es y el buen rollo que se respira en el ambiente", reconoce la joven.

Otros quisieron homenajear el festejo vistiendo la indumentaria tradicional de los aldeanos. Pepe Peñate acudió ataviado con chaqueta, corbata, una pipa... y hasta una liña de tender la ropa.

Mientras unos celebran y otros rinden tributo a sus antepasados, el Foro Roque Aldeano se valió de la coyuntura para continuar sus protestas para exigir la nueva carretera de La Aldea, exhibiendo una pancarta. "Nosotros, durante todos los actos de las fiestas de La Aldea, hemos tenido muy presente la necesidad de la carretera con el objetivo de que la gente se conciencie un poco, porque después de septiembre vamos a iniciar una serie de movimientos sociales para que el Gobierno de Canarias y el de España dejen de humillar a un pueblo con una necesidad tan importante como es la carretera", explica uno de sus portavoces.

"Durante la homilía", prosigue, "un cura se hacía eco del problema que tenemos aquí, porque un hermano suyo que había venido de visita se vio gravemente enfermo y lo tuvieron que trasladar a la capital en ambulancia y pudo compartir ese grave problema que tenemos, no solo por la lejanía sino también por las dificultades para llegar y salir de aquí. La gente participa y aplaude esta iniciativa, porque es una necesidad tanto para el pueblo como para toda Gran Canaria; hace falta que la gente conozca la belleza de este municipio y, además, para superar la crisis económica en la que estamos metidos, la carretera se antoja imprescindible sí o sí".

En el tiempo que transcurrió entre el final del baile en el muelle y el comienzo de la pesca de la lisa, no fueron pocos los que aprovecharon el acogedor recinto del parque Rubén Díaz para disfrutar de un almuerzo en familia, al son de las parrandas de tocadores que allí se reunieron.

Por ejemplo, la familia Bonoso, de La Aldea, se reúne todos los años para vivir juntos este día de fiesta. Algo parecido hace la saga de los Jiménez Mayor, que siempre se reencuentran con los parientes que no residen en el municipio occidental.

En realidad, la fiesta del Charco es, para muchos, la última del verano y, en cierto modo, simboliza el final de la época estival. Así lo ve Roberto Rodríguez, vecino de Santa María de Guía, que lleva tres años seguidos sin perderse la cita. "Para mí, es la celebración más especial del verano, porque marca su final", cuenta el guiense.

Asimismo, la velada también valió para algunos como excusa para mezclarse con parte de la cultura canaria y experimentarla desde dentro. Joshua Holliday, de Wakefield (Inglaterra) se mezcló entre la multitud y comprobó, en su visita a la Isla, el buen ambiente que hay en esta fiesta y en La Aldea y Gran Canaria en general. "Esto es genial, se respira una atmósfera estupenda y me encanta; me lo estoy pasando muy bien", señala.

De lo que no cabe duda es de que tanto los aldeanos como el resto de asistentes gozaron de un día inolvidable porque el Charco es una fiesta que nunca falla.