La villa de Agüimes se convirtió anoche en un símil de las dunas de Maspalomas gracias al gofio que más de 2.000 personas se encargaron de repartir, a diestro y siniestro, con motivo de la popular traída de este alimento desde los molinos de Lolita y Ananías. El evento, que se ha consolidado en el calendario festivo del sureste, volvió a congregar a una gran muchedumbre, con mucho adolescente, que dedicó buena parte de la tarde a lanzar puñados de este nutriente hacia todos los puntos cardinales.

El resultado de esta batalla polvorienta, como no podía ser menos, fue el de cientos de personas mimetizadas con un tono más propio del Sahara y unas calles que, a falta de la llegada de la cuba de turno, perdieron el negro de su asfalto o el gris de su empedrado para dar paso a uno tonos más ocres. Todo ello, eso sí, edulcorado con una jarana de la buena que, a eso de las 19.20 horas, hacía su entrada en la plaza principal de la villa de Agüimes al ritmo de los acordes de la Banda Isleña que, sabiendo de qué iba el asunto, se presentó en el pueblo con la tuba enfundada en una bolsa negra para que esta no se convirtiese en un espolvoreador a presión. Los polos de los músicos, de color naranja, sí que iban más a tono con el relajo.

En medio de la comitiva se hallaban, a eso de las 19.00 horas, la gran familia compuesta por Pablo, Paula, Álvaro, Natalia, Alexandra, Juan Carmelo y Pedro Ramírez, este último portando un bucio con el que ponía banda sonora al paseo. "Venimos desde distintos puntos del sureste de Gran Canaria y somos asiduos de esta fiesta", detallaban haciendo un paréntesis al relajo cerca de la estatua de un San Sebastián al que sólo le faltaba que lo bañasen de millo molido.

Poco después llegarían todos a la plaza, donde los dos carromatos tirados por burros daban cuenta de la molienda en Guayadeque: "unos 1.200 kilos", apuntaban fuentes de la organización. Cinco papagüevos encabezaban un cortejo que, según fuentes de la Policía Local, podría estar compuesto en ese preciso instante por un millar de personas, "aunque lo propio es que cuando llegue la noche sean el doble". Al tenderete tampoco faltaron los miembros de la parranda del Lejío, vestidos de típico, como mandaban los cánones.

La Traída del Gofio dobló en participación a la undécima edición de la subida del millo, que tuvo lugar hace ahora ocho días, y se convirtió en el aperitivo ideal para otra de las fiestas más multitudinarias de este rincón de Gran Canaria, la romería del Rosario, que ya calienta motores. Para cuando lleguen sus carretas, la villa de Agüimes ya no estará hecha un gofio.