"Hemos hecho un vídeo con cuatro cochineros con el objetivo de homenajear a estos ganaderos que criaban y pateaban toda la geografía insular para vender cochinos negros". Así lo expresa Juan Vega Romero productor del documental que el sábado se proyectó en la Asociación de Vecinos Chaxiraxi de Lomo de La Candelaria dentro de su cuarta fiesta del cochino. Con mucha satisfacción y orgullo acogieron el vídeo tanto los cochineros José Romero, Miguel Donato Rivero, Blas Santana González y Justo Rivero como los vecinos.

"He aprendido mucho con los diálogos mantenidos con estas cuatro personas y ahora entiendo por qué les llaman cochineros, porque pasaban calamidades, semanas enteras, noches y días caminando para llegar a los lugares más recónditos de la Isla para vender cochinos y sacar adelante a sus familias", indica Vega. "Lo más duro de los ganaderos de Ingenio ha sido la venta del cochino negro y también el cochino zinchado, que es el que tiene una franja blanca en el centro", añade.

El cochinero era "un intermediario que compraba los partos de los cochinos, no se los pagaba y cuando los vendiera se las abonaba". En el mismo sentido se manifestó el veterinario de Carrizal Samuel Rodríguez, que ha impulsado la recuperación del cochino negro en Agüimes, y ahora trabaja en Santa Lucía.

"Muchos vecinos tenían en el siglo pasado cochinos negros para el autoconsumo y algunos, como los padres de Miguel Donato Rivero, llegaban incluso a Artenara a vender sus lechones"

"El origen del cochino negro se remonta a nuestros antepasados, cuando llegó a las islas procedentes del Norte de África, aunque después tuvo un proceso de mestizaje con cochinos procedentes de Portugal y la Península", apuntó el veterinario.

"Tras la llegada del Islam al Norte de África con la prohibición de comer cochino, Canarias se convirtió el último espacio del cochino negro. Y las zonas rurales y cascos del Sureste fueron los lugares donde más se criaban".

Rodríguez apuntó que el Cabildo, en los años 1940-1950, importó sementales de las razas blancas de Europa large white y pietrain, lo que provocó la disminución y casi desaparición del cochino negro. "Con el desarrollo urbanístico y la explosión geográfica se perdieron muchas granjas en los años 60 y 70. Y algunos, como Víctor Sánchez, tuvieron que trasladarse desde Malfú de Ingenio a Hoya del Caldero de Agüimes", aclaró.

José Romero Caballero, de Aguatona, recuerda que "mi padre tenía dos cochinas de cría y compraba los lechones a la gente para después venderlos". "Es bueno recordar con este homenaje nuestra historia, en la que destaca la cría del cochino negro verdadero tanto aquí como en Agüimes". También Blas Santana, procedente de Los Molinillos y que vive en El Sequero, tuvo una cochina para cría, aunque tuvo otras dos que se le murieron por enfermedad. "A mí me gustaba tanto el cochino negro como el zinchado, como mi padre. Y es bueno recordar nuestra tradición". Justo Rivero fue cochinero hasta hace cinco años, cuando mató su cochino para Navidad. "La carne de cochino me gusta de todas las maneras que se haga: con salsa, asado, chicharrones y gofio escardao con manteca e hierba huerto, pimienta verde picada y un cacho de queso duro y pisco de ron, que me quedaba como una rana", recuerda con humor. Rivero afirma que "era raro que un labrador no tuviera una o dos cochinos y que cualquier vecino tuviera una cochina en la casa". "Se mataba el cochino, se descuartizaba y después se conservaba en sal para tener carne todo el año".

El único que tiene cochinos ahora en El Sequero es Miguel Donato Rivero. Tiene diez grandes y una veintena de cochinos chicos. "Siempre he tenido cochinos desde niño chico. Una vez llegué a tener más de 300 y se me quemaron 228 en una granja en El Pastel". Tanto los quiere que Miguel les canta a sus animales décimas.