En la tradicional Suelta del Perro Maldito de Valsequillo, el animal es el único que permanece porque las historias representadas cada año son distintas. En esta ocasión el perro fue perra pues estuvo representado por una mujer, Obdulia Muñoz, algo poco habitual. Además, la escenificación de este año, que volvió a contar con casi 5.000 asistentes, tuvo carácter terapéutico: la historia se enmarcó en un singular psiquiátrico. El evento, sumido en su clásica oscuridad, se desarrolló sin incidentes y con un gran éxito de público.

El perro, esta vez perra, fue víctima de una lobotomía. Se le extirpa su conciencia por una mente humana para hacerla libre de miedos y temores. El perro maldito lleva entonces su mente a los más bajos instintos del ser humano. Unas 85 personas participaron anoche en la gran fiesta valsequillera, el número estelar de las fiestas de san Miguel de Valsequillo, que hoy celebra este pueblo de medianías.

La temática de cada año, aunque variada, culmina siempre con una pelea entre el bien y el mal. Los participantes aprovechan para incluir asuntos de actualidad. Este año fue el petróleo en las islas.

El acto central más conocido de las fiestas de Valsequillo volvió este año al ayuntamiento después de que en la edición pasada lo retomara el pueblo, como en sus orígenes. El consistorio lo organizó y la asociación, que es la protagonista del espectáculo, colaboró con la Suelta aportando los actores y la dirección artística. Se quiso anteponer la calidad a los orígenes.

Los cariocas actuaron en el escenario, mientras que los zancudos lo hicieron entre el público. Una quincena de niños de entre ocho y catorce años realizaron los juegos de cariocas, mazas y aros. Por su parte, una decena de jóvenes se subieron a sus zancos y se entremezclaron con la gente.

Color, mucho color

Los zancudos salieron con muchas alas y mucho volumen. Esta vez se empleó más maquillaje de lo habitual en todo el cuerpo y muy especialmente en la cara. En el maquillaje los zancudos usaron unos colores muy fuertes y llamativos. Hubo mucho color, donde destacaron los rojos, amarillos, negros, grises y blancos.

El acto tuvo calidad y más involucración por parte de la gente. La pirotecnia estuvo muy controlada y localizada. Las medidas preventivas de seguridad funcionaron de manera minuciosa: no se escapó el más mínimo detalle con la intención de pasar páginas de los sucesos de hace tres años.

Los personajes del Perro Maldito interactuaron con el público, con mucha cercanía a los espectadores. El espectáculo logró que los actores estuvieran abiertos al público, expresando sus diferentes posibilidades en los papeles adjudicados de este gran teatro callejero. Zancudos, actores, cariocas, que también manejaron aros, cuerdas y mazas, unidos a gente de maquillaje y personal de apoyo, como el que abría el paso entre el numeroso público concentrado en las calles del casco, se esforzaron denodadamente en ofrecer un espectáculo a la altura de los tiempos. En esta ocasión no solo se utilizó el escenario central en la plaza, como el año pasado, sino que los participantes se distribuyeron entre las calles adyacentes en medio del nutrido público.

En la edición del año pasado el espectáculo fue más lineal. Anoche, en cambio, además de los personajes que actuaron a pie de calle, se incorporaron números aéreos a los juegos teatrales. La sesión contó también con juegos de pirotecnia técnica controlada que se realizaron fuera del escenario, alejados del gran público para evitar accidentes desgraciados como el ocurrido en la edición de 2011.

Los actores hicieron en la representación de anoche una crítica social al petróleo. El grupo dirigido por José Manuel Torres y Gema Casimiro, junto al director artístico y cineasta Paco Santana, se mojó en un asunto controvertido y polémico como pocos. Se adaptó a la demanda social que existe en Canarias en relación con las prospecciones petrolíferas, un tema de tanta actualidad que los participantes en la Suelta no quisieron esquivar.

El Perro Maldito se hizo partícipe de la denuncia generalizada en la sociedad canaria, que, según todas las encuestas disponibles hasta ahora, se muestra abrumadoramente contraria a los sondeos para buscar petróleo en aguas cercanas a las islas.

Los actores denunciaron que las prospecciones petrolíferas "van a bañar a los turistas en petróleo" y culparon al Gobierno central de despreocuparse del Archipiélago y de la opinión mayoritaria y generalizada de sus habitantes. En un escenario alternativo expresaron su rotundo y contundente no al petróleo, "que acabará con nuestras aguas limpias y cristalinas". El perro maldito (perra maldita en este caso) entró en el mundo de un psiquiátrico y como paciente interesó los servicios de una doctora, que lo atendió en la madrugada valsequillera. La médica extirpó su mente humana y lo llevó al límite, con lo que el paciente se convirtió en una persona sin conciencia.

Al final se produjo una confusión de personalidades entre los personajes, ya que el animal cree que es el perro maldito cuando en realidad es la doctora. El perro, como dice la leyenda en Valsequillo, está suelto durante toda la noche. Solo a las doce del mediodía del día siguiente es capturado por el arcángel San Miguel, patrón del municipio. El perro se despidió en la representación teatral, pero siguió suelto hasta el mediodía de hoy por las calles del pueblo.