Las fiestas de La Manzana de Valleseco dejaron ver ayer en el área recreativa de La Laguna a lo más granado de la cabaña vacuna de la isla, pero también exteriorizaron el malestar de un sector, el de los criadores de cabras, puesto en pie de guerra ante lo que consideran "una tomadura de pelo en toda regla".

Doce de los catorce propietarios de reses de esta especie se plantaron y se negaron, a última hora, a traer a sus cabras hasta la feria de ganado. "Que conste que no tenemos nada en contra de los vaqueros, pero nos parece de risa que se repartan 6.000 euros en premios y para los 18 premios de cabras solo se reserven 500. Con lo que nos toca no da ni para pagar el traslado", exponía Manuel Ruiz, uno de los afectados junto a dos compañeros.

Sólo dos dueños de cabras y ovejas aceptaron al final las condiciones de un certamen "que lleva siete u ocho años sin actualizar precios" y que patentizó, sin pretenderlo, el malestar existente entre las gentes del campo desde hace ya meses. "La semana pasada nos plantamos todos en San Mateo; y mañana [hoy para el lector] puede pasar lo mismo en Valsequillo", advirtió Ruiz.

Su protesta fue, con todo, una de las notas llamativas de la mañana en un municipio, el de Valleseco, que logró congregar a casi 2.000 visitantes en La Laguna. Allí pudieron admirarse 239 ejemplares de vacuno, bovino, ovino, equino y asnal, con moles de hasta 700 kilos. María Teresa González, Estrella Medina, Antonia María López y Gregorio Manuel Díaz se llevaron los trofeos en las categorías de vacas y toros del país y extranjeros.

Pero el programa daba cabida para mucho más que un simple garbeo entre mugidos y rebuznos. Las hermanas Eli y Rosi Ortega, del barrio de Madrelagua, ya habían despachado a las 11.30 horas un centenar de vasos de plástico con gofio del molino de San Vicente Ferrer que después llenaban de leche caliente un par de paisanos que no eran hermanos, pero que sí se llamaban Benito. Uno de ellos, apellidado Quintana, manejaba las ubres con tal soltura que a esa hora estaba ya a punto de dar cuenta de la tercera ´donante´ del día. Después le tocó el turno a la suelta de palomas y a la exhibición de arrastre con yuntas capaces de desplazar hasta 800 kilos.

Las cinco carreras de caballos, uno de los principales atractivos de estos fastos, no llegarían hasta poco antes de las 13.30 horas, aunque la oferta era tan amplia en La Laguna que no había tiempo para el aburrimiento. Los juegos agrícolas, con descamisadas de piñas y recogidas de papas, llamaban la atención de los foráneos tanto como los típicos puestos de gastronomía, bisutería y artesanía. Por allí se dejaron ver el consejero insular de Agricultura, Francisco Santana, y l alcalde de la localidad, Dámaso Arencibia, muy optimista con una producción de sidra y de vinagre de manzana que en cuestión de semanas podría batir récords. Y, como es ya tradición, tras una polvorienta estampida de burros sobre el hipódromo fue Ángel Manuel Santana, alias el Catire, el que narró cinco intensas carreras "no aptas para cardiacos". Nicolás Mora, Gran Isla, Napaside, Revilo y Miss Coronita, tres caballos y dos yeguas, fueron los nombres de los ejemplares ganadores. Sus galopadas, eso sí, no lograron apagar las quejas matutinas.