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Mogán

La Máquina de fuego en Mogán

La morada de los Marreros custodia en el municipio los resquicios del único molino de vapor en el Sur del siglo XIX

Molino de viento que continúa en pie en la carretera general de Mogán. Y.SOCORRO

La senda del cultivo del cereal sitúa a La Máquina, propiedad del agricultor Marcelino Marrero, como la casa del único molino de fuego en la comarca sureña de Gran Canaria a finales del siglo XIX. La escasez de agua y viento en Mogán provocó la adquisición del artilugio de vapor, que funcionó desde 1890 a 1910. La llegada del aparato al pueblo causó gran impacto entre los vecinos, ya que el traslado del aparato desde su desembarco en el puerto hasta el pueblo se llevó a cabo sobre corsas tiradas por animales. Juan Marrero, heredero del inmueble, alimenta con esmero desde hace más de 30 años la llama histórica del enclave.

Cuenta el historiador Francisco Suárez que hace dos siglos el casco de Mogán lo integraban básicamente la casa del curato, los molinos de agua El Donque, Cuevas Caídas, la molina de viento de Pedro Quesada, la casa de la tahona, El Tostador y La Máquina, del agricultor Marcelino Marrero.

Estas construcciones canalizaban tanto el agua que corría por los barrancos como el viento que soplaba por la cuenca del suroeste de la Isla con el fin de proveer a los vecinos de la comarca de recursos para movilizar el engranaje que trituraba los granos de millo a gusto del consumidor.

La escasez de lluvias y rachas de alisios en esta vertiente de la Isla y la aparición de la revolución industrial en Inglaterra propició que el agricultor Marcelino Marrero, originario de Tejeda, comprara una máquina de vapor que acelerara el proceso de trituración del millo mediante la combustión de leña.

La Máquina, que posteriormente dio nombre a la casa en la que se instaló en la zona de Los Pasitos, se convirtió en el único molino de fuego en la comarca sureña de Gran Canaria.

Según relata el bisnieto del propietario del artilugio, Juan Marrero, el motor de combustión llegó al pueblo a bordo de los antiguos barcos fruteros, "que recogían los racimos de plátanos de Veneguera y La Aldea mediante remolque y los transportaban al puerto de la ciudad capitalina". En este devenir de mercancía, en su mayoría procedente de los almacenes de empaquetado Fyffes, arribó a la orilla moganera la máquina de vapor. Su posterior traslado al pueblo, por el antiguo camino real al puerto, constituyó todo un hito en la historia del municipio, que por aquella época ya hacía 75 años que se había emancipado de Tejeda.

El desplazamiento del artilugio de combustión hacia al interior del pueblo se llevó a cabo "sobre corsas tiradas por animales" barranco arriba, y en un municipio de apenas 400 habitantes a finales del siglo XIX, el episodio causó gran impacto en su población.

El molino de fuego estuvo en pleno rendimiento aproximadamente desde 1890 a 1910, ya que posteriormente fue sustituido por el llamado Motor de Los Lucas, una torreta que giró la piedra moledora con el impulso de un motor diésel en la zona de El Cercado hasta 1960.

La casa La Máquina, restaurada por Juan Marrero y su esposa Maritina Ortega, aún conserva la esencia del antiguo molino de fuego. En sus paredes se han criado varias generaciones moganeras, entre los que destacan los sacerdotes Santiago y Nicolás Godoy. Marrero ha conseguido conservar un patrimonio cultural, casi inexistente en el municipio de La Aldea donde se ubicada el segundo molino de fuego de la Isla.

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