La Provincia - Diario de Las Palmas

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San Bartolomé de Tirajana

El último cóctel de Marrero

El jefe del bar del hotel Neptuno abandona la barra tras 27 años de mezcla de sabores

Andrés Marrero en plena producción del cóctel 'Canarias', ayer en el hotel Neptuno de Playa del Inglés. SABRINA CEBALLOS

Corría el año 1978 cuando el rey Juan Carlos, en una visita al por aquel entonces recién inaugurado hotel Las Salinas de Lanzarote, pidió un Dry Martini. Tras un sorbo del aperitivo, preparado por el jefe de bares, el monarca "no puso cara de entusiasmo"; por lo que enseguida se ordenó elaborar una versión mejorada del combinado. El segundo intento tampoco convenció el paladar del soberano y fue entonces cuando la dirección del hotel mandó a llamar al camarero Andrés Marrero, "que sabía mucho de coctelería". Cuando el Rey probó su copa y dijo que ese sí que le gustaba, el corazón de Andrés se aceleró de satisfacción. Tras 27 años de servicio en la barra del hotel Neptuno de Playa del Inglés, Marrero se despide esta semana de la "gran familia" de la hostelería para disfrutar de sus dos nietos y "echar la caña" al mar.

Su padre le tuvo que pedir a la policía "un tríptico de menores" para que Andrés Marrero pudiera trabajar en la barra de los hoteles de la Isla con apenas 15 años. A su corta edad el muchacho ya había aprendido en la desaparecida Escuela de Hostelería La Granja, en Las Palmas de Gran Canaria, a elaborar cócteles españoles con solo la ayuda de un listado en el que figuraban los ingredientes.

Con el tiempo fue acumulando experiencia y premios en los concursos de coctelería que organizaba el Hotel Oasis de Maspalomas o la Federación de barman.

En una ocasión incluso llegó a "cruzar el charco" a México DF para preparar un combinado de tequila y zumo de piña en el hotel Casablanca. "Aquella ciudad, aunque estaba derrumbada por el terremoto" de 1985, no dejaba de recibir turistas mayoritariamente "americanos", recuerda Marrero en la entrada del hotel Neptuno.

No estadounidenses, sino más bien suecos, alemanes e ingleses son las nacionalidades de los clientes a los que Marrero ha conquistado con sus cócteles internacionales. En la década de los setenta, las propinas de los suecos, repartidas por "puntos" entre el personal, casi doblaban los suelos de los camareros. "Aprendí idiomas de oído", confiesa Marrero, ya que pertenece a la vieja escuela del Turismo, en la que no se aceptan ni bengalas ni paraguas en los cócteles y en la que el contenido de la copa es "más importante" que las piruetas de sus camareros.

Hace 27 años este vecino del barrio de La Garita se unió al equipo de barmans del hotel Neptuno. En sus primeros días de trabajo, "el señor Mur" le pidió un refresco y, "al no aclararse con los códigos de la caja", le espetó: "Marrero, no te preocupes, que esto se aprende poco a poco". Aquella frase de aliento Marrero la guarda entre sus memorias con anhelo, porque "si de algo se caracteriza" a este grupo hotelero es del "trato cercano que entabla con su plantilla de trabajadores", añade Andrés en un baño de abrazos y besos con sus compañeros de barra y clientes del establecimiento.

Algunos de los huéspedes repetidores del Neptuno, como los alemanes Klaus y Cristina, han compartido buenos momentos con Marrero a la sombra de una copa de Jägermeister. "Primero conoces los gustos de los clientes, luego los de sus hijos y terminas por saberte hasta los de los nietos", señala Andrés con tono nostálgico.

Además de preparar cerca de un centenar de combinados al día, este especialista de la licuadora es autor de creaciones como el cóctel Tritón, bautizado así en honor al salón del hotel de la cadena Mur. Un poco de tequila, Martini seco, licor de cherry y unas cáscaras de naranja en forma de flor componen la fórmula de este digestivo afrutado que a día de hoy goza de gran reclamo entre los visitantes.

A partir de ahora a Marrero le toca disfrutar, fuera de la barra, de sus dos nietos y de la mujer con la que comparte 41 años de "felicidad".

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