Más de 800 árboles, muchos de ellos centenarios, han sido talados indiscriminadamente en los últimos dos años en los alrededores de las carreteras de la Isla y unos 100 en lo que va de año. Estas son las estimaciones de la Asociación para la defensa del Árbol y del Paisaje (Adapa), que ayer hizo su presentación oficial en sociedad en el Hotel-Escuela de Santa Brígida con el objetivo de sensibilizar a la opinión pública y a los poderes públicos de la importancia de preservar los ejemplares no solo por los efectos positivos que conlleva para el ecosistema y para frenar la contaminación y la erosión sino también porque forman parte de la memoria colectiva y del patrimonio de Gran Canaria.

La asociación, presidida por el economista Rafael Molina Petit y en la que hay socios de reconocido prestigio de la sociedad canaria como Manuel Lezcano, Ángel Tristán Pimienta, José Miguel Fraguela, Coca de Armas, Cristina Molina, Iván Márquez, Pablo Torres, Juanjo Pons, Belén de Rosas y Sari Vega; entre otros, nace con espíritu constructivo por lo que aprovecharán las elecciones municipales y autonómicas para hablar con todos los partidos políticos que se presenten a los comicios para que reflexionen y se impliquen en la defensa de los árboles que embellecen desde hace tiempo los caminos y vías de la Isla.

Desde la asociación se denuncia la poda sin contemplaciones de los árboles cercanos a las carreteras por parte del Cabildo insular alegando que es necesario para ensanchar la vía, por seguridad para los conductores o porque sus raíces molestan a algún vecino que tiene su casa cerca de la misma.

En este sentido, Petit indicó que en muchas ocasiones se talan lo árboles para construir "más aparcamientos" para los coches dando lugar a un paisaje de ladrillo y cemento, principalmente en los municipios y en los tramos de las vías donde hay viviendas. "Los árboles tapan muchos de los horrores urbanísticos que se han hecho en Gran Canaria", puntualizó, mientras añadió que la imagen que renace de este derribo de masa arbórea y de asfalto es que la Isla parece una "gran barriada".

El periodista Ángel Tristán Pimienta, uno de los vocales de la asociación, puntualizó, por su parte, que Adapa no se niega a que se toque ningún árbol pero siempre y cuando exista una razón que lo justifique y que se haya visto que otras alternativas no son posibles.

"No somos unos talibanes pero para talar un árbol tiene que haber un proyecto para conocer por qué se hace, qué alternativas se han barajado y qué se hace luego con esos árboles", declaró Tristán, que insinúo que podría haber un negocio a costa de la madera.

En su opinión, los responsables de Obras Públicas buscan siempre la "solución más fácil" sin tener en cuenta el "atentado gravísimo que ocasionan a la ecología de la Isla por que, aunque se diga que los árboles se sustituyen por otros, la superficie que han generado estos ejemplares, algunos con más de cien años de historia, no es fácil de sustituir en poco tiempo".

La asociación aseguró que la tala indiscriminada se produce principalmente en el interior de la Isla, en los municipios de Santa Brígida, Moya y San Mateo, aunque se realiza por toda la Isla "sin criterio alguno"ofreciendo al turista una imagen muy distinta al paraíso idílico que se vende.