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Teror

Este mirador es una ruina

El emblemático inmueble de Teror, propiedad del Cabildo, cumple 21 años de abandono

Estado de ruina del mirador de San Matías, Teror, ayer. QUIQUE CURBELO

En 1994 cerraba sus puertas al público el mirador de San Matías, uno de los puntos más emblemáticos para el turismo y la sociedad local ubicado en un enclave privilegiado, e inaugurado el 10 de agosto de 1972 para la promoción turística de la villa y de Gran Canaria

Desde aquellos finales de 1994, en los que el último adjudicatario dejó las instalaciones, cinco grupos de gobierno consecutivos han prometido en los primeros meses de sus respectivos mandatos dar vida a un lugar que hasta entonces suponía uno de los referentes de cualquier visita a medianías, además de convertirse en un punto de encuentro de los terorenses.

En estos 21 años se han ido en arreglos para maquillar su estado cantidades que superan los 280.000 euros. Y además las condiciones impuestas a los potenciales interesados, como los 300.000 euros que se les requiere para restaurar el inmueble, u otras ideas como las de 2011 de exigir toda una vajilla, cubertería, uniformes y logotipos con el nombre de Fondas de Gran Canaria, marca calificada por Nueva Canarias más propia de Curro Jiménez que de Cho Juaá, convierten su adjudicación en una empresa inviable mientras el edificio se desintegra día a día.

Sus enormes cristaleras, que dan vista a uno de los paisajes más espectaculares de la villa y que se extienden hasta la cumbre, son diana de pedradas, su interior está hecho un desastre y lo mismo ocurre con su entorno, un solar de unos mil metros cuadrados también propiedad del Cabildo y totalmente descuidado.

Todo ello en la cancela del pueblo, en la carretera que une la villa con Arucas. El Ayuntamiento de Teror en estos años veinte años ha solicitado que la Corporación insular les ceda el edificio, en cuya fábrica participó activamente el pintor Santiago Santana, sin éxito alguno.

La última propuesta la hacía apenas hace unas semanas de la mano de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y realizada por el rector, José Regidor, y el alcalde del municipio, Juan de Dios Ramos Quintana, al presidente del Cabildo, José Miguel Bravo de Laguna, para ubicar allí un centro de investigación de la aguas minero-medicinales y del clima, según informa Ramos Quintana.

La misma fuente afirma que el municipio aportaría recursos para su rehabilitación, y que por un número determinado de años se ubicaría allí el centro universitario, una solución que ofrecería a la villa un nuevo foco de interés. Sin embargo el presidente del Cabildo optó por aparcar la propuesta, dada las cercanías de las elecciones para que el nuevo equipo entrante decidiera qué hacer finalmente con el mirador. En definitiva, "que no hubo forma", según se lamenta Ramos, quién subraya que lo mismo ha pasado durante dos décadas con sus propuestas de ubicar, entre otras, una escuela taller que mantuviera y arreglara su infraestructura, soluciones que "nunca llegan a nada".

El problema, considera, es doble. Por un lado porque es una de las primeras imágenes que se lleva el visitante que entra en el municipio por la carretera de Arucas, cuyo paseo ha sido objeto de distintas intervenciones de embellecimiento, pero afeadas por lo que ahora denomina como, "un pegote y una vergüenza", y por otro lado por el hecho de permitir la ruina de un edificio con una arquitectura emblemática diseñada por el zaragozano Andrés Boyer y Ruiz-Beneyán, y que según apunta el cronista de Teror, José Luis Yánez, fue tío del luego ministro Miguel Boyer, destinado a Canarias en calidad de jefe de la Sección de Arquitectura de la Delegación Provincial del Ministerio de la Vivienda.

Boyer y Ruiz-Beneyán también es autor de la sala de fiestas de Altavista y participó en la dirección técnica de la restauración de la basílica del Pino a finales de los 60.

El arquitecto logró con unas instalaciones muy modernas para la época, como su cocina de 60 metros cuadrados, los grandes ventanales y su terraza semicircular, atraer a buena parte de la sociedad isleña. Era allí donde se celebraban almuerzos y recepciones oficiales en el día de la patrona, o donde se llegaron a realizar algunos certámenes, como los de Miss Atlántico, "que daban mucha vida al pueblo", recuerda el alcalde.

Ayer, toda su historia se estaba mojando por la lluvia del mediodía, con el agua entrando en el enorme salón y en las grietas de sus muros, arruinando un poco más lo que cuando se proyectó, en el año 1968 por parte del entonces presidente del Cabildo, Federico Díaz Beltrana, estaba llamado a ser "una obra del máximo interés para promocionar el turismo en lugares magníficos de nuestra isla".

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