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Arucas

Formación Apasionante (F. A.)

El instituto Domingo Rivero sale a la calle en reconocimiento de las empresas que les acogen en sus prácticas

Los alumnos de Automoción escuchan los detalles técnicos del nuevo Mini en la plaza de la Constitución. YAIZA SOCORRO

El instituto Domingo Rivero de Arucas sacó ayer sus aulas de formación profesional a la calle para, uno, exhibir el trabajo que alumnos y profesores realizan en el centro y, dos, para constatar que la pasión por la formación existe y está ahí, entre su más de un centenar de jóvenes que aspiran a un puesto de trabajo en las distintas ramas de comercio y marketing, administración, de fabricación mecánica y electromecánica de vehículos.

La plaza de la Constitución se convertía ayer y desde el día anterior miércoles, en una extensión del instituto con diferentes puestos representativos de cada materia, con más un centenar de alumnos participando bien en la calle, poniendo en práctica sus conocimientos, o en las charlas formativas que se organizaban en el cercano Centro Municipal de Cultura.

Pero, si en algo destacaba el despliegue, era por el propio entusiasmo del alumnado. "A mí me apasiona", resumía el asunto Gabriel Santana, hijo de mecánicos y criado al dedo con llave inglesa y valvulina, mientras Eduardo Henríquez, destripador de despertadores desde que tuvo conocimiento, describía casi salivando cómo habían 'operado' los recovecos más íntimos de un Subaru Impreza, a modo de una práctica más de las horas lectivas que les ofrece el Domingo Rivero bajo la tutela de Ana María González, profesora de Automoción, quién establece como principio fundamental que, "a más práctica, más salida en el mundo laboral".

Javier Vega es profesor de la familia profesional de Comercio y Márketing. Vega subraya la importancia de las empresas comerciales que colaboran acogiendo las prácticas de los alumnos, y el nivel que adquieren tanto en el centro educativo como en esas firmas, con una colocación en mercado laboral superior al 21 por ciento, en el caso de su última hornada.

Alumna suya es Yanira Calero, de 19 años, cuyo sueño es crear una empresa de tatuaje, o en su defecto de escaparatismo, y que asegura, frente a un mercado laboral difícil, que su formación le permite "mantener la esperanza" de lograr una cosa u otra.

De la misma forma piensa Emmanuel Benítez, que tuvo que dejar su educación universitaria por falta de becas, y que se encuentra aquí "más a gusto que durante la carrera, no sólo porque es más dinámico, didáctico y ameno. A mí siempre me llamó el comercio,", añade, "y de esta forma tengo muchísimas ventajas porque me permite conocer todo el proceso".

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