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Mogán

"¿Te acuerdas del juego de la mula?"

'Una historia que compartir' recupera hoy en Veneguera las anécdotas de los mayores del pago

Antonio Suárez, Caya García y Aniceto García, de izquierda a derecha, ayer en la plaza de Veneguera. SANTI BLANCO

Hacía por lo menos 20 años que Antonio Suárez, Caya García y su hermano Aniceto no se reunían en la plaza de Veneguera para compartir anécdotas y reírse un rato recordando aquellas tardes en las que para ser "felices" solo necesitaban una muñeca de piedras o escopetillas hechas con madera de higueras. "¿Te acuerdas, Antonio, del juego de la mula?", le sugiere Caya a su vecino de toda la vida. "Como para olvidarlo. Bien nos divertíamos con tan poco", espeta Suárez. Los tres vecinos participan hoy en el proyecto Una historia que compartir, que ha puesto en marcha el Ayuntamiento por los actos del bicentenario.

La tranquilidad que desprende el canto de los pájaros que revolotean por la iglesia de Veneguera a media mañana sirvió ayer de banda sonora para una escena que no se repetía desde tiempos de antaño. El primero en llegar a la cita fue Antonio Suárez, que aunque los "años no perdonan", el hombre de 86 años tenía el mismo rostro ilusionado, por el encuentro que iba a tener con sus vecinos, que un chiquillo el Día de Reyes. "Soy Antonio, El Barbero, para servirle, como me enseñaron a decir en el colegio", espetó con desparpajo el señor. "Y ahí, en la zona del Corral Viejo, en el barranco, me crié yo entre millo, tomateros y judías que cultivaba mi padre", añadió.

Suárez es conocido en su barrio natal por el oficio que desempeñó durante toda su vida, primero en la finca de Los Tabaibales cuando "gente de otros municipios e incluso de las Islas de Lanzarote y Fuerteventura llegaron a trabajar a los tomateros de la Comunidad Quintana allá en los años 40", y luego en su casa y hasta en la misma calle.

"Un muchacho de Valsequillo que había venido a Veneguera a trabajar la tierra me dijo un día: Antonio, ¿y a ti no te gustaría aprender a pelar? Pues, mira, no me desagrada la idea, le contesté yo. Y a partir de ese día el capataz de la finca nos dejaba una hora al día para cortarle el pelo a sus trabajadores", relata el barbero.

De sus años mozos, Suárez recuerda ir caminando a Mogán , ya que por aquella época "no había carretera", y atender a sus clientes sentado en un "mojón de piedra".

"¿Y te acuerdas, Antonio, de cuando íbamos a bodas en la ermita de San Antonio, que íbamos caminando con alpargatas y los zapatos de salir en la mano para que no se nos ensuciaran con el polvo?", pregunta Aniceto con una sonrisa de nostalgia.

Muchos kilómetros barranco abajo tuvieron que caminar los hermanos García para coger agua en un naciente aledaño "a la Huerta Vieja". Allí esperaban "la vez", a la sombra de una palmera "con suerte", para llenar los cacharros y llevarlos a casa. Otras veces tocaba ir a por leña y, si durante el camino "me entretenía jugando en el barranco con los chiquillos y llegaba tarde, ¡Ay, mi madre! La que me esperaba al volver", recuerda Caya.

La primera televisión que llegó a Veneguera se instaló en la casa de los García. El artilugio funcionaba con un motor de gasolina, "a falta de electricidad", y regaló durante años tardes de fútbol a los chiquillos del pueblo. "Recuerdo las rabietas aquellas, que nos cogíamos cuando el partido ya estaba empezado y el motor no arrancaba", asegura Aniceto.

Los bailes en las casas, las carreras con la mula, una hoja de palmera enroscada en una cuerda que arrastraban los niños por las calles del pueblo como un juguete y que, en ocasiones, servía para transportar la leña que encontraban en los pinares; las tardes de costura, las batallas de pelotas de papel... "Qué felices éramos y parecía hasta que la gente se entendía mejor que ahora", asegura Aniceto y matiza: "Sin embargo, en estos tiempos hay teléfonos móviles, ordenadores y muchos avances, pero parece que los vecinos se comunican menos y las prisas no dejan tiempo para la charla en las plazas".

El proyecto Una historia para compartir rescata hoy a las 19.30 horas estas charlas espontáneas de vecinos en el local de Veneguera.

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