El Patronato de Turismo de Gran Canaria, la Cámara de Comercio y Cajamar Canarias han publicado la segunda edición de su guía gastronómica La Ruta del Enyesque 2015, un trazado en forma de conduto con el que dar la vuelta a la Isla de cabo a rabo en 57 establecimientos, un "mapa de sabores ocultos" que cuenta con una edición de 15.000 ejemplares que se ofrecerán en las oficinas de turismo de los 21 municipios, así como en el aeropuerto y en los propios establecimientos que salen retratados en el librillo.

La guía fue presentada ayer por Melchor Camón, consejero insular en funciones de Turismo; Santiago de Armas, vicepresidente de la Cámara; y Manuel Sánchez, director de Negocios de la entidad financiera. Camón resaltaba la "visibilidad" que se le ofrecía así a establecimientos que forman parte de la tradición culinaria de las Islas, que quizá no son muy conocidos por los isleños, y mucho menos por los visitantes, pero que atesoran joyas del recetario insular.

También presente en las recepciones de los hoteles, e impresa en inglés y en español, De Armas fijaba su importancia en el gancho que ofrece la gastronomía para el turismo, y el reclamo que supone para andurriar por los veredos del interior.

La condición fundamental para figurar en este trazado plato a plato en 57 escalas es la de emplear productos de la tierra en la elaboración de las recetas, una constante que se divide, en el organigrama de sus páginas, en tres rutas principales, la del norte, del centro y del sur grancanario.

Arranca por el norte, desde la capital, un viaje que se inicia en el túnel de Julio Luengo para proponer un entullo de campeonato por Arucas, Firgas, Moya, Guía, Gáldar, Agaete y La Aldea de San Nicolás. Son parrillada de pescado fresco y de carne de cabrito, haciendo un alto en los espectaculares quesos del noroeste, sin dejar atrás la repostería.

A modo de ejemplo y para ilustrar el lote de información que brinda la guía aparece la Hamburguesería Esther, de nombre equívoco porque se lanza al estrellato desde la playa de La Aldea con sus palpitantes pulpitos fritos con mojos rojo y verde y sus papas arrugadas a un precio aproximado de 9 euros. En inglés el plato es un Fried baby octopus, y en la leyenda que lo acompaña se describe las vistas hacia el Teide, un mapa con su ubicación, la dirección, el teléfono, horario, la foto del comistraje y la web, si fuera el caso.

En la ruta centro se embarca desde las "fértiles vegas", con visita a la patrona, en Teror, hasta la mismísima cumbre, con montaditos de cochinillo, ropavieja de pollo, garbanzadas y carajacas de ternera, entre otras salivantes propuestas, sin dejarse atrás la almendra en repostería de Tejeda.

Y por el sur, por aquellas "playas y pueblos bañados por el sol", según luce en la entradilla de esta tercera parte, alongan caracoles al estilo mi pueblo, -a siete euros el viaje de chuchangos-, la carne de machorra en salsa, el cochino negro canario asado a la sal de la salina, el pan de puño, el aceite de Temisas o el vino de Señorío de Agüimes.

Pero también el tartar de medregal, con una poca de mahonesa de mostaza y rematado con pan tostado debajo de una salsa de aguacate, lo que habla, todo ello, de un catálogo inacabable de golosinas para atemperar el jilorio y que se muestran en esta segunda edición de una forma de lo más didáctica, especialmente para descubrir que bajo los riscos, playas y degolladas existe otro no menos intenso rebumbio que emana de este medio centenar de calderos.