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Un reloj y dos campanas para Firgas

El 29 de julio de 1917 con presencia del obispo de Canarias, las autoridades y el pueblo pudieron asistir a la colocación de las ansiadas campanas a las tres de la tarde de un domingo

Un reloj y dos campanas para Firgas

El Ayuntamiento del pueblo de Firgas no puede menos que sentir el mucho dolor que le causa la extinción del Convento... "Así se expresaban los regidores firguenses cuando, a fines de 1835, a raíz de la Real Orden de Exclaustración Eclesiástica aprobada el 25 de julio de aquel mismo año, el gobierno español presidido por el Conde de Toreno, suprimía los conventos en los que no hubiera al menos doce religiosos profesos. Era el caso del convento de San Juan de Ortega, fundado en Firgas en 1613.

El obispado actuó prestamente y ya en noviembre de 1835, razonando "el aumento de la población, escabrosidad de los caminos y dificultad de transitarlos en invierno..." solicitaba la creación de una nueva parroquia, segregándola de la matriz de San Juan de Arucas.

Luego vendría ya el arrase total del proceso desamortizador decretado en 1836 por el sucesor de Toreno, don Juan Álvarez Mendizábal, y terminó la historia del pequeño convento firguense.

La iglesia conventual fue sede de la parroquia creada una década más tarde tras el decreto firmado por Isabel II el 23 de mayo de 1844; pero no pudo Fray Adrián Ramírez de Medina -su primer párroco- ocupar las dependencias para residir y sería a don José de Quintana- segundo párroco- a quien se le cederían para su uso habitacional.

A la usanza de muchos templos del XVII la espadaña del campanario monástico no estaba situada sobre el hastial sino exenta y encastrada en el anexo edificio, tal como quedo constancia en dibujo anónimo de 1851. Este campanario desapareció con obras y reformas en las décadas posteriores y entró en el siglo XX, la iglesia de Firgas -con San Roque pujante y San Juan de Ortega ya prácticamente olvidado- sin campanas con las que convocar al vecindario. Por ello, en 1913, el párroco don Francisco Rodríguez Perdomo comenzó una recolecta (todo en Firgas se hacía con las aportaciones casi exclusivas de sus hombres y mujeres) con la que reunió 3.000 pesetas y el proyecto fue encargado al arquitecto don Fernando Navarro, muy unido a toda la zona por varias razones, entre otras el magnífico edificio que bajo su dirección se había culminado en Arucas el año anterior para sede de la Heredad.

La obra comenzó rápidamente y siempre necesitada de dineros, hasta que en 1917 se programó la inauguración del campanario, sin que éste se encontrase aún concluido. En marzo llegaban al Muelle de Santa Catalina "entre huacales de plátanos y cajas de tomates en espera de ser embarcados" las dos campanas "de regular tamaño" destinadas a Firgas. Por los datos que me ha aportado sobre este tema el buen amigo e investigador Gustavo Alexis Trujillo (en la actualidad, elaborando un extraordinario trabajo sobre las campanas en Gran Canaria), opino que pudieron venir de Francia y una de ellas se encuentra aún en el cuerpo inferior del campario firguense.

El 29 de julio de 1917, previamente a las celebraciones festivas de aquel año, con presencia del delegado gubernamental don Manuel Luengo y Prieto y el obispo de Canarias, don Ángel Marquina y Corrales, las autoridades y pueblo de Firgas pudieron asistir a la colocación de las ansiadas campanas. A las tres de la tarde de aquel domingo, y tras su bendición, el propio arquitecto dirigió la colocación y montaje. La música (como no... en Firgas) y los voladores acompañaron aquellos primeros repiques.

En la década siguiente se amplió el campanario y quedó, como hueco mudo en espera de reloj la hueca redondez de la cantería. Las dos campanas que se ubican en este cuerpo superior fueron fundidas en Villanueva de la Serena (Badajoz) por Fernando Villanueva Sáenz, en 1957, y llevan los nombres de Ntra. Sra. del Rosario y de San Roque; investigaciones concretas que seguirá avanzando Trujillo Yánez.

Pero el reloj tuvo que esperar muchísimo más. Sin posibilidades técnicas de ubicación de un mecanismo pendular por la situación en la cúspide del frontis y sin muchos dineros para ello, el tiempo fue pasando -sin reloj que lo midiera- en Firgas. Y tuvo que ser nuevamente la iniciativa popular la que posibilitó el logro, terminando ya la década de 1970. Ésta vez se unieron a las peticiones, las aportaciones privadas y la del Club de Jubilados para colocar en la fachada de la Iglesia de San Roque un reloj de la fábrica de don Salvador Manclús en la ciudad de Valencia. En aquel frío diciembre, fue la casa de don José Hernández (guardia municipal por entonces) la que acogía a uno de los operarios encargados de su instalación para que todo saliera a tiempo.

Al fin, el 23 de diciembre de 1978 "el reloj ansiado que se vería de noche y desde bastante lejos" tal como se anunciaba, comenzó a medir el paso del tiempo en la Villa de Firgas. A las ocho de la noche, después de la celebración de la misa, se encendió con el acompañamiento de la Banda Juvenil de Música de Firgas -surgida también tres años antes por acertada iniciativa de los firguenses-.

Tesón, esfuerzo, fe, unión,... palabras que definen a la perfección a los hombres y mujeres de esta Villa y que se ven perfectamente definidas en esta historia con la que hoy quiero felicitar a todos, ellos y ellas por el feliz inicio de las Fiestas en honor a San Roque del presente año.

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