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San Bartolomé de Tirajana

Los Rivero dejan el tanque vacío

La estirpe, pionera en el reparto de gas en Maspalomas, abandona la gestión de la que fue la primera gasolinera del Sur

El patriarca Agustín Rivero junto a sus hijos y el cura, Manuel Montesdeoca, que bendijo la gasolinera cuando se inauguró en noviembre de 1967. SANTI BLANCO

Casi sesenta años han pasado desde que aquellos chiquillos, hoy ya hombres en edad de ser abuelos, repartieran bombonas de gas a lomos de una burra por las cuarterías y el poblado de San Fernando. Los hijos de Agustín Rivero, que además de gasolina han surtido de algún que otro pase de balón a sus vecinos, dejaron el mes pasado al jubilarse en manos de la empresa Disa la explotación de la que fue la primera gasolinera de Maspalomas. El surtidor, aledaño en sus inicios a la Viuda de Franco, custodiaba el único teléfono que disponía el municipio.

Antes de que la costa de San Bartolomé de Tirajana se convirtiera en una ciudad turística, los niños de la zona podían jugar a la pelota en medio de la única carretera que conectaba San Fernando con Arguineguín. No había casi coches y los pocos que circulaban tenían que parar en la tienda de aceite y vinagre de la familia Rivero para repostar combustible si querían llegar a su destino; ya que era el único surtidor de gasolina que existía en el tramo de Vecindario a Maspalomas.

En aquel entonces bastaba un "apúnteselo en la libreta a mi madre", para comprar una bombona de gas en la tienda de aceite y vinagre que custodiaban Los Rivero, cerca del edificio Mercurio, "que ya cuando se terminara la zafra, se pondrían las cuentas en orden", cuenta Roberto Rivero junto a sus dos hermanos, Cialo y Pedro, al pie de la gasolinera de la GC-500.

Al volante de un Austin inglés y, bajo la dirección del patriarca, estos tres hermanos y "algún que otro amigo de la niñez" aprendieron a conducir mientras repartían bombonas y comida de casa en casa.

Los Rivero son toda una institución en Maspalomas, no solo porque junto con Los Monzones gestionaron el correo y el teléfono del municipio en tiempos de Franco; sino porque además, como apunta Cialo en una carcajada, son "el Corte Inglés del Sur" pues "una hermana es pastelera, la otra tiene una mercería (Bazar Ani) y los varones la gasolinera". A todo esto hay que sumarle que tanto Roberto como Cialo hicieron sus pinitos en la cancha de fútbol de Maspalomas y Las Palmas.

"Recuerdo el sonido de aquel teléfono de manivela, como si fuera ayer", espeta Roberto. Y es que mientras los hombres se echaban "un pizco" en la tienda de su madre, las señoras hacían cola para llamar a la "centralita", que luego les pasaba con el número del particular con el que deseaban hablar.

Ya que con el pasar de los años el negocio familiar se quedó pequeño; los Rivero tuvieron que mudarse, ya de la mano de la empresa Disa como propietaria de la estación de servicio, a la GC-500 a la altura del centro comercial Nilo.

Fue entonces cuando Roberto tras la muerte de su padre asumió, principalmente, las riendas de un negocio que apenas lo dejaba dormir ya que los camioneros le tocaban la puerta a media noche "para repostar cinco de las antiguas pesetas en gasolina".

En 1983, ya con el turismo en pleno auge, Cialo abrió una pequeña administración de lotería anexa al surtidor desde la que todavía sirve "un buchito de café" a los locales y espeta un "one hundred meter on the right" a los forasteros cuando le preguntan el camino hacia el pueblo de Fataga.

Desde el pasado mes de junio, Roberto y Pedro gozan de una merecida jubilación, que ha dejado en manos de la compañía Disa la explotación de esta histórica estación de servicio.

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