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El santo que tiene un charco

San Lorenzo gestiona una pileta natural que forma parte de la historia más salada del municipio de Moya

Trajín ayer, a la vera del agua.

San Lorenzo no tiene iglesia porque el mar se lo prohibió. El capitán Lorenzo Manrique Truxillo de Bergara, en el año de la castaña de 1711, solicitó al obispo levantar una ermita por estar en aquél tiempo muy distante de otros lugares, y porque además su señora, doña Jacinta Amoreto, sufría de sucesivas tonturas que le impedían trasladarse al quinto pino a oír misa.

Esto lo recoge con minuciosa proliferación de escrituras el recopilador de topónimos Humberto Pérez, quién relata la existencia allí de una capellanía que, vista los sucesivas inundaciones de la marea, por una parte, y por las avenidas de grandes barranqueras por babor y estribor tendría que haber supuesto para hombres y bestias una fábrica de reúmas.

Aún se pueden ver, cerca de un camping, las ruinas de las casas que formaban parte de aquella finca de "256 fanegas y siete celemines", que incluían viviendas para colonos, establos y aquella ermita desaparecida por el salitre. Tanta era la mar gruesa en ese marisco que los habitantes fueron colonizando las alturas como pardelas ceniencientas, refugiándose en El Roque hasta darle ese punto de buque encallado de popa contra El Pagador. Justo a poniente se encuentra El Charco de San Lorenzo.

Porque ayer, jornada de galerna africana no era día de playa sino de baños de asiento. Así, y mientras en el planeta se sucedían explosiones chinas, bajaba la bolsa, y se denunciaba a un ministro del Interior, San Lorenzo era todo lo contrario. Las bajas presiones, el bochorno y la alta temperatura iba criando un estado de pachorra y agradable bobería que invita a preguntar por la sustancia de un simple charco.

Bueno, un charco de puntería, con sus 75 metros de largo y un ancho de más-menos 45 metros. Mejor preguntar para este caso en concreto a Lola de la Nuez y Ofelia de la Fe, ambas dos bañistas eméritas, naturales de Moya, y que desde que tuvieron uso de bañador practican el sanlorenzing.

Pero no el bañador tal como lo conocemos hoy en día. Tanto De la Nuez como De la Fe se remontan al bañador de cuando era traje de baño. Y más aún, el de una tía de la Fe, que consistía en tal tarajullo de fenomenal tamaño y rudeza hasta los tobillos que cuando su pariente ancestral se metía en el agua lucía como una medusa, abombándose aquél hábito marino como un globo por el efecto del aliento interior comprimido por el agua.

Ambas dos, que pasan el siroco en la ribera con la hija de la primera, María José Padrón, y sus nietos mellizos Pablo Santiago y Victoria, ya bajaban de la villa verde incluso antes de que San Lorenzo fuera un charco propiamente dicho.

Fue una ocurrencia del entonces alcalde Victoriano Herrera, según los cálculos de Lola, la de domesticar un poco de océano en aquella esquina para darle playa a un municipio con un litoral un tanto díscolo. En el trabajo se llevaron por delante una piedra de fama, La Carrasqueña, con arco bajo el agua en la que Ofelia margullaba de babor a estribor, pero sin duda se creó una fantástica partonsa para los moyenses con charco para hombres, y charco para mujeres, "lo mismito que en el colegio", puntualiza Lola, quién por cierto cada vez se lo está pasando mejor.

A ellas dos les tocó otro formato de bañador mucho más 'moderno', de tela vichy, lo que viene a ser casi una loneta que aún se sigue utilizando hoy para manteles, cortinas y bolsos. Se componía la prenda de bombachos, falda y un escote en garganta. "Para axfisiarnos", si bien no parecía suficiente, dado que algún pariente las tachaban "de indecentes", lo queya da para echarle más hilo a la cometa.

También venía en el lote, principalmente los días 18 de julio y el del santo patrón Santiago, que eran los días de sopita y pon por excelencia, unas dosis de Conchita Guayaba en su caja de madera, queso plato, pan y dos bebestrajes principales, vino dulce y ron miel, éste último para calentar el chasis cuando se salía del frío Atlántico.

Desde entonces San Lorenzo ha ido creando una cierta infraestructura en su entorno, con sus accesos, barandales, baños y el solarium, eso sí, "todo a golpe de elecciones", y rianga más risas y fiestas.

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