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Valsequillo

Valsequillo gana el cielo de Berlín

La Pirotecnia San Miguel se impone a los fuegos artificiales de una empresa china y otra alemana en un concurso internacional celebrado sobre el agua del lago Wannsee

Ramón Martel y su esposa, María Sanía, en la Pirotecnia San Miguel de Valsequillo. JUAN CARLOS CASTRO

"Invito a todo el mundo a contemplar los fuegos sin hacer fotografías. Siempre será precioso verlos y sentirlos en el momento en que suceden", comenta con verdadera emoción María Sanía, mujer de Ramón Martel, el actual propietario de la Pirotecnia San Miguel de Valsequillo. Esta empresa canaria ya tiene un nuevo galardón para lucir en sus concurridas vitrinas. La compañía valsequillense ganó el pasado sábado el concurso Pyro-World Championat, un certamen internacional celebrado en el lago Wannsee de Berlín, en Alemania. La espectacularidad, originalidad y diseño de sus fuegos fue determinante para alzarse con el primer premio, dotado no sólo de un trofeo sino también de 3.000 euros. El evento, que enfrentó a la pólvora canaria contra el fuego de dos pirotecnias procedentes de China y Alemania, congregó a cerca de 10.000 personas en la ciudad berlinesa a pesar de que había que pagar por las entradas.

Ramón Martel se desplazó el 18 de agosto al país germano junto a su esposa. El objetivo era disfrutar y poder traerse al Archipiélago un triunfo que recompensara el laborioso trabajo que cinco generaciones de su familia han estado realizando desde 1982, año de fundación del negocio, hasta ahora. "Hace meses la organización nos hizo la invitación para participar y decidimos cruzar el charco para llevar el nombre de Canarias a Europa", recuerda Martel.

Cada equipo participante exhibió un castillo musical. El espectáculo de la pirotecnia isleña se tituló Flamenco Olé, un número que combinaba un popurrí de diferentes canciones del repertorio popular español con diferentes ritmos latinos de verbena. Durante seis minutos los espectadores disfrutaron de la magia y esencia del fuego valsequillense al que tanto honró Juan Ramón Martel Dávila, más conocido como Ramoncito. Con su arte, imprimió carácter y mimo a un oficio que aprendió de sus padres y tíos, abriendo puertas a un negocio que en la actualidad está presente en las grandes fiestas y eventos de la Isla como el Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria o la Cuevita de Artenara, que tendrá lugar hoy. Por eso el constante ajetreo apenas deja espacio para la celebración tras la victoria. "Íbamos con tranquilidad y con la conciencia de saber que llevábamos un buen trabajo", explica Martel, quien asume el legado de su familia con responsabilidad. Pero el hecho de imponerse sobre otras empresas de enorme tradición pirotécnica no hace más que aumentar el reconocimento a su labor en esta actividad entre lo económico y lo artístico.

Culturas diferentes

Martel explica que aunque a priori los fuegos puedan parecer iguales, son todos diferentes. El alma de cada pirotécnico se refleja en el estallido de cada volador, un aspecto que pudo comprobar de primera mano en Berlín. "Si bien nosotros usamos candelas romanas o batería de ola de peces, los chinos apostaban mucho por el color y la música tradicional de su país. Pero luego veías a los alemanes y también era distinto", sostiene. Esta circunstancia contribuyó a que la satisfacción fuese aún mayor. "Vas a otro país a enseñar tu trabajo y resulta ser el ganador. Es una alegría tremenda porque el esfuerzo se vió recompensado", indica.

Dos meses de incesante trabajo precedieron al espectáculo final sobre el lago Wannsee. En su preparación se implicó todo el equipo de la pirotecnia, compuesto por ocho personas. Pero a pesar de llevar todo atado, Ramón y María tuvieron que enfrentarse a algo nuevo para ellos: realizar el fuego desde una barcaza.

Al final, todo salió bien y pudieron traer hasta Canarias un galardón que incrementa su prestigio, un hecho que les anima a continuar pintando cuadros de color en la gran bóveda celeste.

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