La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Recorrido histórico (y II)

El trayecto procesional de la Virgen

La misma firmeza y premura mostrada en la determinación del cambio de recorrido del Pino se debe adoptar con la eliminación del artificio de la actual fiesta del agua y que se recupere su verdadero sentido, suprimido en 1929

El trayecto procesional de la Virgen

El 11 de septiembre de 1864, a las 12 de la mañana, se le entregó al alcalde por el párroco "la solicitud del señor Romero y otros para la procesión del día del Pino", que había sido remitida al Obispo pidiendo que "se altere el curso de la procesión de Nuestra Señora del Pino". El 12 de septiembre, el alcalde dice al Obispo que se le remitirá informada "tan pronto como adquiera los datos y noticias necesarias del Ayuntamiento que tengo la honra de presidir y de las personas más antiguas de esta jurisdicción".

Para tratar de este asunto (o solicitud dirigida al Obispo), el Ayuntamiento se reúne en sesión extraordinaria el 20 de septiembre de 1864. Tras considerar que los solicitantes pretenden una cosa a que jamás han estado acostumbrados puesto que, desde tiempo inmemorial, se viene observando un uso diverso al que desean obtener en el curso de las procesiones aludidas, "tratando de suscitar conflictos iguales o semejantes al que con harto sentimiento presenció este cuerpo el día ocho del corriente a la hora de la procesión de la Santa Imagen", se acuerda hacer presente al Obispo que "no conviene absolutamente ni considera justo este cuerpo que se altere una costumbre tan remota en el curso de las procesiones de Nuestra Señora del Pino, patrona de esta villa". Y ello por los motivos siguientes:

1.- Por respetar los hechos de "nuestros próximos antepasados" que probablemente tuvieron sus razones para cambiar la carrera de dichas procesiones, "si es que antes seguían otro curso".

2.- Por no considerar representada la voluntad del pueblo en los que firman la solicitud, "pues una parte de ellos carecen del carácter de vecinos de esta población".

3.- Porque, para acceder a los deseos de los exponentes, habría que acordar antes "la traslación de la feria que se hace, principalmente el día de la patrona referida, a inmediación de la parte de la Plaza en que desemboca la calle de la Herrería, puesto que siendo esta parte de plaza más estrecha que el resto de la misma, no es posible sin tomar antes la expresada medida que por allí pueda retroceder la procesión de la Santa Imagen sin causar atropellos en la gente y en las cosas que por aquel punto se compra-venden".

4.- Porque, siendo atribuciones del Ayuntamiento el establecimiento, supresión o traslado de las ferias y mercados, según el párrafo 10 del artículo 80 de la ley municipal vigente, sin graves perjuicios y mayor desorden y confusión en las cosas, "no puede acordar la necesaria traslación de la feria referida".

Por todos estos motivos, el Ayuntamiento de Teror, "fiel representante del pueblo que administra", suplica al Obispo que acuerde "no haber lugar a lo que desean los individuos que le suplican la alteración del curso de las procesiones de nuestra venerada señora, disponiendo, al mismo tiempo, que se tenga por vía o carrera de las procesiones, la misma que ha sido costumbre desde un tiempo inmemorial, reconocida por este cuerpo y que dicho excelentísimo e ilustrísimo señor presenció el día ocho del corriente detrás de la santa imagen, sin pasar esta señora de la esquina izquierda de la casa que hoy (1864) habita doña Máximina Alvarado, viuda de don José Naranjo, cuya esquina se halla frente al frontispicio de la iglesia, donde debe hacer la contramarcha necesaria para dar la vuelta al derredor de la misma iglesia, pasando por delante de las casas del Cabildo y Palacio episcopal y volviendo a hacer el retroceso conveniente para entrar en el Santuario frente del primer balcón de las casas del señor don Agustín Manrique de Lara y Castillo, o sea, en la línea del monumento denominado Cruz Verde, frente a la puerta principal de la iglesia". De adoptar esta disposición, añade el ayuntamiento, el Obispo "dejará las cosas en el mismo estado en que se han encontrado siempre, es decir, desde un tiempo inmemorial lo menos" al tiempo que el Ayuntamiento le estaría muy reconocido por su justo proceder. Del acuerdo se remitió copia al Obispo, certificándose a continuación por el secretario Mateo Henríquez el contenido de la solicitud y decreto del Obispo del 6 de septiembre.

Conforme a lo acordado en dicha sesión se remite oficio al Obispo con copia del acta de dicha sesión "en equivalencia del informe" que éste le pidió por su decreto de 6 de septiembre "sentado a continuación de dicha solicitud, haciendo al mismo tiempo devolución de ésta". El oficio y acta fue recibido por el obispo Joaquín Lluch y Garriga el 21 de septiembre y ese mismo día se contesta al alcalde de Teror que, en vista del expediente, comunicará su resolución.

Ante el informe negativo del Ayuntamiento de Teror, don José Pablo Romero Matos, uno de los firmantes de la instancia del 6 de septiembre de 1864, vuelve a dirigirse al Obispo el 23 de agosto de 1865 insistiendo en su petición de 1864 de que se extendiese la carrera de la procesión de Nuestra Señora del Pino el día de su festividad por los alrededores de la plaza, "por no haber ninguna disposición contraria a la costumbre que desde muy atrás se venía observando, y que por mero abandono de los vecinos de esta villa, no han pedido su exacto cumplimiento sobre todo cuando de ello a ninguno se perjudica, antes más bien se aumenta la devoción de los fieles y la solemnidad de dicha procesión". Y para ello cree necesario se debe tomar declaración a personas idóneas que por su avanzada edad y otras circunstancias estuviesen al cabo de los hechos. Entre las personas propuestas figuran don José Montesdeoca Henríquez, don Antonio Pérez Marrero, don Vicente Ramírez, don Francisco Pedro Guerra y doña María José Suárez, todos vecinos de Teror e instruidos en la materia, a quienes se les podía hacer las preguntas siguientes:

a.- Que digan si recuerdan que en algún tiempo la procesión de la imagen del Pino el día de su festividad "ha pasado de la esquina de la casa que vive en la actualidad doña Máximina Alvarado, viuda, llegando a la parte de la Plaza donde está situada la casa que habita don José Romero y Matos o muy cerca de ella".

b.- Que digan si lo que "se ha llamado siempre Plaza en la villa de Teror es el espacio comprendido desde el templo hasta donde denominan vulgarmente el Cantillo o hasta el punto en que desemboca la calle de la Herrería, enfrente de la casa del susodicho Romero".

Aunque el obispo Lluch y Garriga admite la solicitud y encarga el 29 de agosto de 1865 al párroco de Teror para que, en unión del notario eclesiástico de la parroquia, que proceda al examen de las personas nombradas en la solicitud de Romero, no disponemos de datos sobre la información que debía realizarse. Es probable que no se llevase a cabo o que, a resultas de dicha información, no se produjera cambio alguno sobre el trayecto de la procesión. El recorrido actual, similar al acordado en 1790, confirma esta hipótesis.

Es muy probable que el resto de las procesiones, excepto la del Corpus, se desplazaran de la calle del Castaño, hacia las calles de la parte más llana del pueblo. No obstante, la imagen del Pino, tanto en el siglo XIX como en el XX, ha vuelto a recorrer la citada calle. Tal vez el recorrido más significativo sea el del 25 de junio de 1880 con motivo de la colocación de la primera piedra del convento del Cister y el que un siglo después se repite con ocasión de la conmemoración del centenario de dicho convento.

Como escribiéramos en 1990, en un pueblo donde la concepción imperante de la historia a veces no va más allá del más inmediato pasado, el recuerdo de estos hechos e hitos habla por sí solo de la dimensión de nuestra historia y de su incidencia en la formación de la conciencia colectiva del mismo. Como se ha señalado anteriormente, con estas páginas no pretendemos ser críticos ni indiferentes sino contribuir a que el pueblo de Teror, y de Canarias en general, sepa entender su pasado histórico para que sea capaz de generar unas autoridades capaces de conservarlo o preservarlo pues, los pueblos que no se buscan en el pasado, mal les puede ir en el presente. Las cosas valen cuando se aman, las cosas se aman cuando se conocen. Retomando las palabras de Julián Marías, la función del intelectual, en este caso del historiador profesional, no es la de denunciante sino la de ver las cosas, analizarlas y decirlas, y después que pase lo que pase. La observación y análisis de la historia de Teror, sobre todo la de la etapa contemporánea, pone de manifiesto que los cambios en las instituciones de gobierno municipal y eclesiástico suelen venir acompañados del recurso a la eliminación y no a la superación de las obras de los rectores anteriores como si se tratara de imitar el filme sobre la vida de Emiliano Zapata, pues una vez muerto éste se trataba de acabar con su caballo, símbolo del zapatismo. Lo más cómodo de las mitificaciones es que cada cual las construye a su medida y elige los soportes que mejor cuadran.

En otro lugar y con ocasión de las bajadas de la imagen del Pino a la Catedral, hemos tenido ocasión de señalar que resulta significativo que quienes justifican el cambio o el olvido de ciertas tradiciones centenarias al amparo de las nuevas realidades suelen coincidir con quienes, ante nuevos o recientes eventos o artificios, piden respeto a la tradición, es decir, a la que acomoda a sus intereses. Convencidos de que estamos ante la invención de una nueva tradición porque la antigua se revela insuficiente e inadaptable a las nuevas circunstancias históricas, nos gustaría que la misma firmeza y premura mostrada en la determinación del cambio de trayecto procesional del Día del Pino se adoptara con respecto a la eliminación del artificio de la actual fiesta del agua y se recupere su verdadero sentido y contenido, suprimido en 1929 y que tenía a la imagen de Nuestra Señora de Pino como eje y elemento central de la misma; que de una vez se permita la datación de dicha imagen: si es antigua mejor que mejor y si es reciente para la gente de fe no pasa nada porque la imagen de Nuestra Señora de Candelaria se le llevó el temporal de 1826 y se colocó otra en su lugar y nadie ha perdido su fe; exponer la imagen sin los ropajes y joyas que habitualmente la adornan sin temor a que se repita el "motín" del 13 de septiembre de 1973; apurar las negociaciones entre Ayuntamiento e Iglesia para que la parte del Palacio episcopal que generosamente donaron los vecinos de Teror en el siglo XVIII a los obispos de la Diócesis de Canarias, continúe como Casa de la Cultura a partir del 2016.

(*) Nicolás Sanchez Grimón (Valleseco) apareció ayer por error en la firma de la primera parte de este trabajo cuando el autor era Vicente J. Suárez Grimón.

Compartir el artículo

stats