La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Fiestas del Pino, medio siglo de interés turístico nacional Romería

Los agnósticos también son hijos de Dios

Los peregrinos se dividen entre los fieles devotos y los que prefieren refugiarse en los chiringuitos

Los agnósticos también son hijos de Dios

Dicen que Teror es la capital espiritual de la isla por mor de la Virgen del Pino. Sin embargo, la mayoría de la gente que acude a ver a la patrona adolece de sentimientos religiosos aparentes. La mayoría peregrina a Teror atraída por la fiesta, la música, la parranda y los chiringuitos más que por la imagen icono de la espiritualidad y la religiosidad de Gran Canaria.

De entre los miles de peregrinos que ayer entornaron la carretera tortuosa de Teror para participar en la romería, muy pocos se comportan como católicos convencidos que asisten a las liturgias cristianas con auténtica devoción. Esa gente se acerca a Teror el día de la romería para cantar y atragantarse de ron hasta la extenuación. Solo de paso se adentra a la basílica del Pino para rezar a la patrona. Ser hijo de terorenses y mantener una casa familiar en Teror te sirve desde pequeño para conocer los intríngulis de la fiesta, que consiste fundamentalmente en la diversión sin tino, en algo que poco tiene que ver con la devoción y la fe de los antiguos cristianos. Teror se divide entre las familias que viven intensamente la fiesta y las que aprovechan estas fechas para huir del pueblo despavoridamente. Hay gente a la que le gusta participar a fondo en los actos de estos días y otra que se aleja del mundanal ruido.

Porque Teror, durante las fiestas del Pino de cada año, es más de los foráneos que de los nativos. Los fuereños toman las calles como si fueran la hinchada del equipo rival que juega la final de la copa en tu estadio. El campo de batalla no es neutral.

Hay cosas que no cambian, pase el tiempo que pase. Los peregrinos que llegan exhaustos al pueblo después de haber recorrido muchos kilómetros entran en la iglesia buscando el fresco y el amparo de la virgen. Otros buscan la sombra del chiringuito de turno para refrescar el gaznate. En realidad ambas opciones no son excluyentes. El 7 de septiembre, incluso el 8, todos los caminos conducen a Teror, sea el día de romería ofrenda o el día grande propiamente dicho. "¡Viva la Virgen del Pino!", grita un feligrés en la puerta del templo. "¡Viva!", contesta al unísono la multitud que llena la iglesia. Este año la festividad del Pino es especialmente femenina: la Virgen misma, la alcaldesa de Teror (hasta ahora los alcaldes siempre habían sido hombres) y hasta la pregonera son mujeres. La Virgen del Pino, Isabel Guerra y Lidia (Lili) Quintana presentan un cartel clara y unánimemente femenino.

Mis padres nos empadronaron a cada uno de los hermanos en Teror, aunque en realidad todos nacimos en la clínica capitalina Cajal. Lo hicieron porque los dos eran nacidos en Teror y porque burocráticamente de esta forma era más fácil sacar los certificados de natalidad a través de un amigo funcionario municipal.

De chicos nuestras madres nos hacían un examen oral para saber si realmente habíamos asistido a la función religiosa. Nos preguntaban por el cura, por cómo iba vestido, por los colores de su indumentaria y por lo que dijo en misa. Era la única manera que tenían de averiguar si realmente habíamos ido a la liturgia y si nos habíamos confesado con don Eusebio.

Pepe Cañadulce, que era un cacho de pan, nos daba miedo a los niños. Con su artesano megáfono manual y sus uñas largas y sucias parecía un personaje de una película de terror. En las fiestas del Pino son tantas las personas y los personajes que quieren participar y visitar Teror que la mezcolanza es propia de una cita ineludible.

Muchos fieles se acercan a la iglesia de pie, de rodillas, en sillas de ruedas y en muletas, compran los exvotos y los ofrecen a la virgen. Como hacían antes los gentiles hacia sus dioses. Una ofrenda singular, repetitiva y sistemática.

Antes el ayuntamiento se preocupaba de que las cuatro principales y más altas araucarias del municipio se engalanaran de luces de mil colores. Los operarios municipales se subían con destreza y temeridad a las ramas de los árboles centenarios y colocaban una a una las multitudinarias bombillas que alumbraban de fiesta las noches del Pino. En el jardín de nuestra casa estaba plantada una de esas araucarias rascacielos que sobrepasaban con creces la altura de la casa. Desde la ventana de mi habitación veía a aquellos hombres ágiles y temerarios saltar y asaltar las altas ramas que esquivaban con escalas rudimentarias. Cada año se subían para colocar las bombillas antes de las fiestas y quitarlas después de ellas. Hasta que un año, supongo que hartos de tanto trajín, las dejaron fijas en el árbol, lo que ocasionó que muchas de las bombillas se rompieran por las inevitables inclemencias del tiempo.

En la calle había infinidad de puestos: ruletas rusas (o indonesias), algodones de azúcar, almendras garrapiñadas, manzanas caramelizadas, roscas, papas fritas, garepas, tómbolas con la muñeca Chochona, escopetas de tiro al blanco con un osito de premio? Igual que Sevilla tiene un olor (y un sabor) especial, Teror siempre ha tenido otro peculiar. Como la magdalena de Proust, esos olores y esos sabores te siguen transportando a la infancia del pueblo.

Cada año el rey designa a un representante para que haga de él en el día grande del Pino. Hoy, el 8 de septiembre. A pesar del hueco que siempre se le hace a la casa real, jamás ha venido el rey en persona a presidir el día magno. Nadie recuerda al monarca en Teror el 8 de septiembre. Desde que existe la autonomía canaria, el representante del rey en el día de hoy es el presidente del Gobierno de Canarias. Menos da una piedra.

Otra cosa curiosa del Día del Pino es la presencia militar. A pesar de ser una fiesta cívico-religiosa, cada año viene una compañía castrense a rendir tributo a la patrona, que para unos es la de Canarias, para otros la de Las Palmas y para la mayoría simplemente la patrona de Gran Canaria. Las cornetas y los tambores truenan en la jornada festiva en la plaza de la iglesia. Los políticos de toda la isla (incluso los de otras islas) acuden estos días a Teror a rendir pleitesía a la Virgen, a pesar de que muchos de ellos no son nada religiosos, ni tan siquiera creyentes. Pero a ellos les da igual porque de lo que se trata es de rentabilizar el fervor de los creyentes, que además son votantes en potencia. Los políticos son especímenes que no tienen vergüenza, como es bien conocido. Todos los años los vemos por televisión invocando a la Virgen del Pino, a pesar de que todos sabemos que en buena medida son agnósticos o ateos y que hablan de forma incongruente. A ellos les da igual. Y, al parecer, a buena parte de sus votantes. Dios los cría y ellos se juntan. Al fin y al cabo, los agnósticos también son hijos de Dios.

Compartir el artículo

stats