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Fiestas del Pino, medio siglo de interés turístico nacional Romería

Peregrinos de ida y vuelta

Las promesas hacen del camino a Teror una doble ruta

Peregrinos de ida y vuelta

Arauca Herrera, Ezequiel García, y Pamela Rodríguez, fueron de esos peregrinos que a la una de la tarde de ayer ya se encontraban bajando por el kilómetro seis de la carretera que une Gran Canaria con Teror. Salieron a las siete y media de la mañana de Tamaraceite, y en apenas dos horas y cuarto habían realizado el camino hasta los pies de la Virgen del Pino. Sólo era Pamela la que tenía una promesa por unos problemas de salud de un familiar de cercano, que afortunadademente ha superado, mientras que Arauca, su pareja, y su amigo Ezequiel, quisieron acompañarle. El reto de hacer el trayecto de ida y vuelta lo llevaron a cabo por primera vez el pasado año, y tras comprobar que aguantaron como "si nada" decidieron volver a repetirlo. En el descenso, el tiempo incluso se puso de su lado, puesto que las nubes dieron una tregua al solajero, aunque antes de arrancar ingirieron el tradicional bocadillo de chorizo de Teror para recuperar la energía.

También Eduardo Rodríguez, y su mujer Lidia Diaz, vecinos de Vecindario, iban a emprender el camino de regreso a pie desde Teror a las dos de la tarde, hora a la que salían de la Basílica. "Cada año se hace más corto el recorrido," confesó este peregrino, que explicó que desde que hizo la promesa a la Virgen, hace cinco años, por razones de salud, ya se dijo que mientras pudiera iba a subir y bajar andando. Así lo ha hecho, y además, aseguró que mientras pueda lo va a seguir repitiendo.

"Estamos pensando volver a bajar caminando" comentaban a las doce y media de la mañana Ana Luaña, Secundino Betancor y Javier Betancor, cuando les quedaba más de una hora para llegar a la Villa Mariana. En esos instantes, la afluencia de caminantes desde la capital era escasa, y por eso era fácil detectar los que andaban en sentido contrario. En el caso de estos vecinos de la capital grancanaria fue sólo continuar con la tradición lo que les animó a peregrinar. Y uno de los motivos que les incitaba a repetir la bajada a pie era evitar las colas que se forman para comprar el ticket de guagua, y el empinado camino que hay que hacer desde la Plaza del Pino para llegar hasta la Avenida del Cabildo.

Por contra, la familia formada por Santiago Reyes, su hija Tania, su novio Kiriam Quintana, y su cuñado Alberto Gutiérrez, no les dió ninguna pereza salir a las cinco y media de la mañana del barrio de La Barrera, en Valsequillo. Con la ayuda de unas linternas iniciaron el primer tramo, que se convirtió una vez que amaneció en un contacto directo con la naturaleza pues comieron y recolectaron tunos, uvas, higos y moras. y hasta tuvieron tiempo de diseñarse con unas cañas unos palos para andar. Comentó Santiago que la primera vez que hizo el camino con unos amigos se perdieron, y llegaron a Teror a las tres de la tarde.Para Alberto se trataba de dar gracias a la Virgen del Pino porque a su mujer Mónica, le quitaron un tumor hace unos meses, y aunque está bien no tenía fuerzas para hacer el camino, mientras que Tania cumplía la promesa tras aprobar el último curso de Bachillerato.

En la carretera o en la calle principal de Teror, las historias de los peregrinos tenían el mismo sentido: visitar a la Virgen del Pino. Es lo que hicieron los veteranos del Club Victoria, amigos y parejas como Nicolás Léon y Esther García, muy devotos, que apuntaron que "a la Virgen del Pino que siempre hay algo que pedirle".

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