"Es necesario que se abran las puertas de nuestras vallas y muros, que la enriquecida y segura Europa sea una comunidad generosamente abierta". Así lo expresó el obispo Francisco Cases en la homilía de la festividad de la Patrona de la Diócesis en la basílica de Teror. Tal invitación a la acogida de los refugiados la hizo tras señalar que "el poder de este mundo, cuando es el poder de la soberbia y la riqueza, genera hambrientos, humillados, esas largas colas de emigrantes y refugiados, que huyen de la miseria, de la violencia de las bombas y del hambre, y tocan a la puerta de los países enriquecidos".

El prelado presidió la eucaristía solemne de la festividad de la Virgen del Pino acompañado por 33 sacerdotes en un templo abarrotado de devotos, en el que también estaban el presidente del Gobierno canario, Fernando Clavijo, en representación del rey Felipe VI, la presidenta del Parlamento, Carolina Darias, la delegada del Gobierno en Canarias, María del Carmen Hernández Bento, el presidente insular, Antonio Morales, y la alcaldesa, Isabel Guerra, entre otras autoridades militares, civiles y políticas.

Cases enmarcó su homilía en el inicio del curso "de estudios, de trabajos, de manos caídas en el desempleo, de buenos o malos tratos, de esperanzas que deseamos ver cumplidas, o de sustos que tememos y quisiéramos evitar". "Hay cosas que nos preocupan y nos duelen: la emigración, que es cada vez más sangrante y dolorosa, más creadora de vallas, muros y muertes; el paro, especialmente el de los jóvenes, porque anula a las personas y las rompe por dentro y por fuera".

Autocrítica

También mostró su preocupación y autocrítica por "la misma Iglesia, tan cercana y tan distante a veces, tan comprometida y tan indiferente a veces, tan ferviente y firme en la fe y tan mundana y pecadora a veces". Ante ambas realidades sociales y eclesiales, el prelado invitó "a aportar lo mejor de cada uno en la transformación de esta sociedad nuestra, tan necesitada de esperanza, de unidad, de paz, de justicia y de alegría".

A continuación, partiendo del ejemplo de María cuando va a acompañar a su prima Isabel en su embarazo, el obispo resaltó el cántico Magnificat, que "es verdaderamente revolucionario porque obliga a cambiar los conceptos, las miradas, las valoraciones, los comportamientos". Después, siguiendo el ejemplo de Jesús, "abandonado por los suyos y crucificado por la suma del poder religioso y político del momento", Francisco Cases señaló que "el verdadero poder no consiste en el dominio que se ejerce sobre el hombre o las cosas, sino en la capacidad de acabar con el mal que esclaviza el corazón humano".

En tal sentido, el prelado canariense destacó que "la grandeza y el poder de Dios son la grandeza y el poder de su misericordia, es decir, de su capacidad de vencer el mal que domina el corazón humano y lo arrastra a dominar y no a servir". Cases apuntó que "es a esta grandeza y poder de Dios, la grandeza y el poder del Evangelio, a la que necesitamos convertirnos como creyentes".

"La grandeza y el poder de los políticos, los empresarios, los economistas, los sabios de este mundo, consisten en su capacidad real de vencer el dominio de unos sobre otros, y de crear justicia, fraternidad, igualdad y paz reales". En ese sentido, hizo una referencia al problema de los refugiados, invitando a que "la enriquecida y segura Europa sea una comunidad generosamente abierta".

Al respecto, siguiendo la llamada que hizo el papa Francisco en los pasados días a las parroquias, comunidades religiosas, monasterios y santuarios, Cases anunció que "será sin duda secundada en nuestra Diócesis". "Compartid las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad, nos recuerda Pablo en la lectura de hoy. Es necesario que se abran las puertas de los corazones". Y agregó que "es necesario que el acuerdo de las naciones afronte las causas de esta dramática emigración masiva, como único modo de acabar con este absurdo éxodo: la guerra y la pobreza".

El obispo concluyó su homilía invitando a los presentes en la basílica a dejarse "empapar del Evangelio. Si permitimos que la grandeza de Dios sea nuestra fortaleza porque realmente nos sentimos pequeños y miramos a los pequeños y débiles, si nos convertimos a su misericordia, entonces, solo entonces, brotará la alegría en nuestra vida y podremos hacerla brotar en tantos que sufren".

La llamada que hizo a la solidaridad con los más desfavorecidos de Canarias y a los refugiados también se reflejó en las peticiones que se hicieron tras la homilía. En la oración de los fieles, se rogó por los ancianos, los enfermos, por los parados, por los emigrantes y refugiados, por los que sufren más crudamente la situación de la crisis económica; y para que los poderes públicos "sirvan siempre al bien común, comenzando por los más pobres".

La celebración cantada continuó con la consagración, la oración del Padrenuestro, la comunión y la bendición final del obispo, tras la cual la imagen de la Virgen del Pino salió de la basílica de Teror para proceder a la procesión por el nuevo recorrido del casco, acompañada por el aplauso de la gente.

Ir a las causas

Respecto a las palabras del obispo, el delegado episcopal de Cáritas Diocesana, José Domínguez, apoyó la invitación del Papa de acoger a los refugiados en las parroquias. "Acogemos a los refugiados, pero es una vergüenza todo lo que está sucediendo. El problema está en el origen, de donde vienen. Allí hay que concentrar todos los esfuerzos y el apoyo a su desarrollo, porque son las guerras y la pobreza las que provocan la emigración".

En el mismo sentido, se pronunció el presidente de la asociación de apoyo a los jóvenes con problemas de drogas Yrichen y sacerdote de Valsequillo, Jorge Hernández. "La homilía ha recogido cosas muy pertinentes del papa Francisco, que recoge muy bien el grito de los pobres. Quizás faltó recoger algo de la encíclica del Papa sobre la ecología y el grito de la tierra".

Igualmente, la cantora y seglar Marta Santana resaltó "la humildad y sensibilidad que ha tenido el obispo ante el problema de los refugiados. Me parece positivo que las parroquias acojamos a familias de emigrantes como nos ha invitado el Papa".