La nueva procesión del Pino se prolongó ayer durante casi 45 minutos, facilitando que una ingente cantidad de asistentes pudiera disfrutar de una forma tranquila de la comitiva religiosa.

"Fantástico, esta procesión es más esplendorosa. Ya había bastante expectación, y se ha cumplido. Si sólo dependiera de mí, seguiríamos haciéndola así". La alcaldesa de Teror, Isabel Guerra, se mostró entusiasmada por la afluencia. La decisión permitió que el público disfrutara de las lluvias de pétalos, que hicieron su aparición desde los balcones a lo largo del recorrido. Y que tuvo su momento estelar en la calle principal, Real de la Plaza, donde confluyó un rocío de flores desde las dos viviendas situadas a ambos lados, hasta casi ocultar la visualización del trono. Según algunas fuentes, se lanzaron unos 200 euros de flores, gracias a una iniciativa particular. Pero no fue el único caso. Desde el Ayuntamiento se había realizado un llamamiento para celebrarlo de esta forma, que obtuvo una gran respuesta.

El patrono, Agustín Manrique de Lara, coincidió en la belleza de esta estampa. "Me ha gustado mucho". Pero, sobre todo, resaltó que el nuevo trazado permite que el trono baje por la calle central de la romería. Por eso aboga por repetir esta experiencia. De la misma opinión es Antonia Armas y Manuel Falcón, una pareja que estaba de visita al pueblo mariano. Cada año visitan Teror, pero este año valoran que ha sido muy positivo, porque le da una belleza especial.

El vicario, Hipólito Cabrera, valoró que cualquier actividad de la Virgen se convierte en multitudinaria. Y, al igual que lo fue el año pasado la bajada hasta la Catedral de Santa Ana, lo fue la procesión de ayer. "La gente quiere estar con la Virgen". Y el nuevo recorrido permite a los asistentes, añadió, acompañarla y contemplarla más. Y apuntó que es "muy nuestro alfombrar el camino", porque forma parte de la expresión popular isleña. Sin dejar de lado, los argumentos de seguridad, que llevaron a tomar esta decisión.

La imagen de la Virgen hizo su aparición en el pórtico de la Basílica a las 13.19 horas, tras un grupo de mujeres ataviadas con la mantilla canaria, y a los compases del himno de España, tocado por Banda de Música de Las Palmas de Gran Canaria. En la puerta le esperaban también cuatro maceros del Cabildo de Gran Canaria, siete soldados del Regimiento Canarias 50 con la vestimenta de época, y cuatro agentes de la Policía Local.

El presiente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, ejerció en Teror por primera vez como representante del Estado. Y junto a él, el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales; y la alcaldesa de Teror, Isabel Guerra; secundados por el alcalde de Valleseco, Dámaso Arencibia; y la regidora de Candelaria, María Concepción Brito, además de los alcaldes grancanarios, autoridades militares y representantes consulares.

La imagen estuvo siempre secundada por Agustín Manrique de Lara. Y, sobre todo, por cientos de personas en cada paso.

El trono llegó a las 13.27 a la esquina de la calle Iglesia Chica, con una ligera parada para continuar por la calle de La Cal. A partir de ese tramo cambió su rumbo habitual, dejando de lado la subida de las Casas Consistoriales para avanzar hasta la Calle Nueva, paralela a la Basílica. En esa confluencia recibió el primer gran rocío de flores, desde lo alto de la farmacia.

El público lanzó sus vivas y aplausos a su paso. A las 13.31 horas entró en la Calle Nueva. El lanzamiento de pétalos se repitió en distintos tramos de esta vía, en la que se multiplicaban los vecinos agolpados en los balcones y los feligreses se repartían a lo largo de las aceras de ambos lados, además de recibir numerosas muestras de júbilo.

La procesión alcanzó la esquina con la calle Isaac Domínguez a las 13.43 horas. Allí recibiría una enorme traca de voladores que salían desde las oficinas municipales. Y cuatro minutos después se adentraba en la vía principal.

De inmediato, la imagen se encaminó a la calle más importante del centro histórico, que estaba engalanada para la romería, y lo seguía para la visita más ilustre de la Villa. Las ofrendas siguieron repitiéndose, hasta llegar a la masivo lanzamiento de pétalos de flores, que llegaron a ocultar el adoquinado a los pies de las dos grandes casonas, cuyos dueños se pusieron de acuerdo para rendir homenaje a la patrona.

A las 13.56 horas llegaba a la plaza de Nuestra Señora del Pino, donde hizo una pausa ante la casa de Los Patronos. Y un minuto después de las dos de la tarde se colocaba bajo la fachada de la iglesia, en medio de un repique de campanas. Y allí se escuchaba el Arrorró, el himno de Canarias, tras lo cual accedía al interior del templo.

Se rompía así una tradición de casi tres siglos, que se ha justifi- cado por motivos de seguridad, ya que las calles estrechas por las que discurría ponían en peligro a los asistentes y dificultaba cualquier evacuación. Pero, además, obligaba a retirar muchos puestos de venta.

Este nuevo itinerario da un mayor realce al acto, aunque su celebración exige casi el doble de recorrido y tiempo, aunque facilita el seguimiento y la participación de los feligreses.

Como recordaba el cronista de Teror, José Luis Yánez, en este periódico, "se decidió por todos los presentes aquel domingo de la primavera de 1790, que a partir de entonces la procesión del Día del Pino se hiciera alrededor de la plaza y que, en las ocasiones que se ofreciera, como las procesiones generales u otras, se continuara seguir lo antiguo. La decisión se tomó solo para la procesión del Pino. Las otras muchas procesiones tuvieron sus historias particulares". Ahora la historia se reescribe.