El Charco sigue generando el interés de las televisiones nacionales. Hace dos años el actor Francis Lorenzo grababa uno de los capítulos del programa España a ras de cielo, utilizando para ello un dron dotado con distintas cámaras. Ayer Televisión Española volvía tomar imágenes para emitirlas en todo el país. Y, mientras, para seguir generando ese interés, el Ayuntamiento está decidido a tratar de recuperar la esencia de esta celebración popular, aunque para ello tenga que romper con las prácticas consentidas. La organización puso ayer en prácticas las recomendaciones de la Comisión de Patrimonio, fijando un marco normativo para cumplir, sobre todo en el caso de la música. Y esas normas generaron cierto malestar entre los presentes, que se vieron sorprendidos por las restricciones.

"Queremos recuperar la fiesta, con la música tradicional en el parque", reconocía ayer el alcalde, Tomás Pérez. Frente a los sonidos a todo volumen que solían reinar en las ediciones anteriores, este año sólo se permitió la música de cuerda, y que no causara estridencias. De ahí que grupos que llevaban altavoces, teclados y otros instrumentos tuvieran que desenchufarlos, porque las autoridades municipales estaban muy atentos parar ponerles coto de inmediato, en los prolegómenos del charco y tras el baile hasta el muelle de la mañana.

Por esta razón, la música se redujo a algunos grupos que llevaban sus guitarras en mano y que cantaban música tradicional, en medio de familias y grandes grupos comiendo y descansando bajo los árboles.

El alcalde reconoce que el próximo año intentarán poner carteles anunciando las medidas, para que no haya sorpresas, ya que también se trató de prohibir los fuegos dentro de ese parque Rubén Díaz, para evitar el malestar de muchos colectivos que se encontraron por sorpresas con estas negativas, cuando ya tenían todo dispuesto para pasar esta fiesta que se cierra con las carreras hacia el charco.

Entre los afectados se encontraba un colectivo de unas 60 personas de una media de 50 años de edad que había llegado desde la playa de Arinaga en dos guaguas para pasar el día. El grupo se vio obligado a desconectar su instrumental electrónico con altavoces, cuando se escuchaba al Combo Dominicano. "Si al menos fuera que molestábamos, pero es que no había ni siquiera una parranda por los alrededores, y hasta algunas personas que nos escuchaban nos preguntaban por qué nos hicieron apagarla", señala este grupo, mientras cocinaba unas costillas a fuego lento.

El Charco se había convertido en un lugar de encuentro para estas personas, integrado por empresarios y empleados de la costa del Sureste que cerraron por un día sus negocios para disfrutar de un fin de verano en La Aldea, como venían realizando desde hace casi dos décadas. Pero en esta ocasión se encontraron con un inesperado cambio en las reglas.

"Si hasta la persona que toca el teclado es aldeano", trataba de justificar una de las mujeres, molesta por las cortapisas a la celebración que ellos habían organizado dentro de este ambiente festivo.

Más tarde llegaría los problemas para hacer fuego de la barbacoa, donde se cocinaban las costillas.

El grupo había llevado para la ocasión cerca de 100 kilos de carnes, donde no faltaban los chorizos y chistorras junto a las costillas, además de potas. Todo ello, junto a las bebidas.

El alcalde justificaba que también está prohibido hacer fuegos en el parque. Pero no sólo ayer.

La escasez de música ambiental hizo que los escasos grupos parranderos ocuparan el protagonismo del evento más popular de los aldeanos, uniéndose a ellos muchas personas con su voces y ritmos.

Lejos de estas discrepancias de cómo debe organizarse esta fiesta, a las cinco de la tarde volvió a sonar el volador, que dio paso a las carreras alocadas hasta el interior de la laguna. En esta ocasión, las cestas guelderas apenas sirvieron para guardar las lisas. Los participantes coincidían en que este año apenas había pescado en la desembocadura del barranco, a pasar de los preparativos de los últimos días.

La anécdota estuvo cuando uno de los asistentes sacó un alevín, de unos pocos gramos, que convirtió en un enorme trofeo, que mostraba con orgullo mostrándolo en su caminar hacia la zona de pesaje para los premios.

Tomás Pérez resaltó la enorme participación que tuvo el Charco, que ya desde por la mañana movió a muchas personas en el baile hasta el muelle con la Banda de Agaete, que salió desde el puente y acabó con la mayoría de ellos haciendo piruetas en el aire mientras se lanzaban desde el puerto hasta el agua. El baño sabía más, ante las elevadas temperaturas que tuvieron que soportar.

La fiesta permitió una vez más reunir a los aldeanos que han tenido que emigrar hacia otros pueblos, en un anual reencuentran con sus paisanos.

José Yeray Montesdeoca, con su cesta desde primera hora en el baile del muelle, José Luis Matías y Ángel Santana son tres jóvenes con raíces aldeanas, dispersos por Valsequillo, Vecindario y Las Palmas de Gran Canaria, que no faltan cada mes de septiembre a las fiestas de La Aldea. Ellos van con la ropa tradicional de los cazadores de lisas. "El secreto cuando todo el mundo se meta es irse a la orilla, porque el pescado sale a coger aire, y es cuando se pueden coger", señalan, mientras cargan con su cesta gueldera con una malla incorporada en el fondo.

La presencia de personas de todo los rincones de Gran Canaria es muy habitual. El ejemplo está en Yaritza Suárez, Maikel Hernández, Nayara González e Irina García, tres jóvenes procedentes del polígono Cruz de Piedra de Las Palmas de Gran Canaria, que llevan años sumándose a la fiesta.

También peninsulares. Entre ellos, la gallega Olalla Fidalgo, que lleva tres años visitando a los aldeanos, junto a los locales Eduardo González y Adonay. Todos ellos, con su vestimenta tradicional. Al igual que Inma Segura, María del Mar Domínguez y Sary Benítez. Incluso, cada vez se ven a más extranjeros tomando imágenes, con la curiosidad que despierta esta fiesta.

Pero, todavía hay vecinos que se quejan de la vestimenta de algunos participantes, aunque lleven ropa antigua. "Esa no es la ropa tradicional", recrimina un señora aun grupo de jóvenes. Sin embargo, lejos del purismo, la imagen que sigue sobresaliendo, por encima de aquellos que se ponen chaquetas, corbatas, camisas, pantalones largos y sombreros, son los jóvenes con camisetas publicitarias de una empresa de bebidas alcohólicas, además de verse otras muchas con las mangas recortadas.

Mientras, el exalcalde, José Miguel Rodríguez, confiaba en que la falta de lisas en el Charco pueda ser compensada por unas buenas lluvias este invierno, ya que esta zona de la isla ha sido muy poco bendecida con el agua. Al menos para poder afrontar con mayores garantías la nueva temporada agrícola.

"La fiesta de este año ha sido un éxito, con bastante participación de la gente y apenas hemos tenido incidentes. Todo ha transcurrido con normalidad", señaló por su parte el vigente alcalde aldeano, que confía en seguir aportando mejoras en próximas ediciones.