Teror volvió a convertirse ayer en la capital festiva y religiosa de Gran Canaria. Desde primeras horas de la mañana la villa mariana estuvo muy concurrida de peregrinos y devotos de la Virgen del Pino. En el camino, desde Tamaraceite, algunos aguantaron el fuerte calor para cumplir su promesa de hacer el camino a pie. Aunque esta celebración permite a muchos grancanarios acercarse a Teror, evitando las aglomeraciones de gente de los días 7 y 8 de septiembre, en que se celebran la romería y el día grande de la Patrona, esta pasada semana comenzó y acabó para algunos grancanarios a los pies de la Patrona.

Así lo relataba ayer Teresa Sánchez Pérez, vecina de Carrizal, que junto a otras nueve amigas había hecho la ruta andando. Según comentó, desde hace tres años, decidieron peregrinar el día de Las Marías porque la víspera del Pino acuden a la romería. Para evitar que las cogieran las horas de más sol, salieron desde Tamaraceite a las 7 de la mañana, a las 9.30 horas ya pisaron la villa y a las 10 acudieron a misa. "Vivimos cerca de la playa, y donde corre mucho el viento, y la verdad el día está fuerte" apuntó, tras confesar que el día anterior, sábado, se acercaron a San Mateo para disfrutar de las fiestas de este municipio. Y la prueba de que se trata de unas amigas que van de pueblo en pueblo, como los turroneros, la dio Mari Delgado, que anunció que el próximo sábado tienen previsto acudir a escuchar a Los Gofiones al teatro Víctor Jara, en Vecindario, y el domingo a las fiestas de la Virgen de Guía.

También desde Carrizal llegó ayer Encarna Ramírez Sánchez, que, junto a su hija, visita cada año Teror por estas fechas. En su caso, el motivo de elegir Las Marías se debe a que fue el día en que su hija libró en su trabajo y pudo llevarla. Ambas esperaban sentadas en las escaleras que están delante de la Basílica, donde aprovechaban la sombra, que acabara la misa de las 12 del mediodía, para entrar a ver a la Virgen, porque el templo estaba a esa hora abarrotado de fieles.

El propio párroco Antonio Perera destacó que el pueblo de Gran Canaria se había vuelto a volcar ayer con la Virgen del Pino, puesto que desde las primeras eucaristías de la mañana la afluencia de fieles había sido masiva. Entre misa y misa, devotos y peregrinos no cesaron de acercarse hasta el trono en el que está la imagen de la Patrona, para rezar, depositar ramos de flores o velas y hacerse fotos con el móvil. Ante este incesante flujo, el obispo de la Diócesis de Canarias, Francisco Cases, pidió a los devotos que hicieran esta visita en silencio, para que el resto de fieles pudieran escuchar la misa. Era la última de la jornada matutina, y en ella el Colegio de Abogados de Las Palmas -que tiene en la Virgen del Pino a su patrona- rendía un sentido homenaje a esta venerada imagen. A estos letrados, entre los que estaban Rafa Massieu, Pino López Acosta, María Rosa Díaz Bertrana y Saro Medina Ruiz, miembros de la junta directiva, les pidió Francisco Cases que siguieran defendiendo el cumplimiento de las leyes.

Pero, en esta ocasión el obispo realizó una homilía más breve y, como apuntó, "dirigida a los niños para que la entendieran los mayores". Tras recordar una anécdota, que vivió cuando comenzó a ejercer como prelado en Orihuela, Alicante, y tuvo que explicarle a un niño de nueve años qué significada ser obispo, apuntó que Jesús también quiso saber qué pensaba el pueblo de él, y Pedro le respondió: que él era el Mesías. En este sentido, recordó cómo los judíos esperaban que llegara un Mesías, que arreglara las cosas, pero "sin dar un golpe en la mesa, sin violencia, y sin poner dinero como se hace hoy". Cases destacó que la lectura del Evangelio de ayer señalaba que "los problemas se arreglan con el corazón", si bien apuntó como ahora hasta en una familia que se quieren todos con el corazón esos lazos se pueden romper por una herencia. Subrayó el obispo que el corazón es la pieza fundamental del cuerpo, que todos llevamos encima, y sentenció que "el mundo sólo lo arregla el corazón de los que lo quieren arreglar".

Casi eran las dos de la tarde y los alrededores de la Basílica de Teror seguían muy transitados. Tras cumplir con la Virgen, muchos aprovechaban para comprar productos de repostería y comerse el bocadillo de chorizo, y turrones los justos, según atestiguó Rafael Artiles. Este turronero, que lleva cuarenta años con este negocio, explicó que la venta fue mejor el día del Pino, puesto que ayer, pese a que había mucha gente, se notaba que "las familias ya se gastaron todo con los libros de los niños".