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Ocho años de agonía

La familia de Yeremi Vargas, ausente desde 2007, mantiene la esperanza de encontrarlo con vida

El abuelo de Yeremi Vargas, ayer, esperando noticias ante el domicilio familiar. YAIZA SOCORRO

La vida familiar cambió bruscamente. El 10 de marzo de 2007 saltaban las alarmas en Los Llanos. El pequeño Yeremi Vargas desaparecía en este barrio de Santa Lucía, cuando jugaba con un primo en un solar junto a la casa del abuelo materno.

Su rostro se expandió por miles de carteles por toda Gran Canaria, iniciándose una búsqueda intensiva por las proximidades, primero, abriéndose progresivamente el radio de acción. Allí donde había alguna pista estaba siempre su abuelo José Suárez, que se desplazaba con sus característicos quads. El niño hubiese tenido ahora 16 años, y más de la mitad de ellos ha estado ausente.

El 10 de marzo de 2007, día en que Yeremi desapareció, calzaba unas zapatillas de fútbol de la marca Nike, modelo Total 90, de color blanco y dorado, según informó la Guardia Cvil. Vestía unos pantalones de estilo pirata y color beige. Además, llevaba una camiseta marrón con grandes letras naranja con la inscripción 'Skhuaban'. Y llevaba puestas sus características gafas graduadas, de montura color azul y patillas amarillas.

La investigación en los primeros días se encontró con dos problemas, según reconocieron los propios investigadores, como fue la gran cantidad de visitantes y el movimiento de personas en Canarias por la celebración de los carnavales, así como la posible destrucción involuntaria de pruebas por parte de los vecinos y familiares, durante la búsqueda del niño.

Escocia

El cartel con su rostro y los teléfonos de aviso para dar cualquier pista sigue todavía pegados en la fachada del domicilio familiar de Santa Lucía, como si todo hubiese sucedido recientemente.

Pero han pasado casi ocho años y medio. Y la familia ha seguido con su vida, aunque la mente sigue estando puesta en el pequeño. Y más aún, cuando renace alguna opción de localizarlo.

La madre, Ithaisa, tuvo un retoño hace dos meses, después de casarse el 23 de febrero de 2013 con Jonathan Guisado en la iglesia de San Rafael de Vecindario, portando las jarras y los anillos su otro hijo, Aidam, y su sobrina Guacimara. Y la familia ha tenido algunos contratiempos por razones de enfermedades, aunque han logrado superarlos.

En este tiempo han tenido que sortear diferentes sobresaltos. La Guardia Civil asegura que ha mantenido en todo este tiempo abiertas distintas líneas de investigación. Y en estos últimos años han centrado las pesquisas en los agresores sexuales. Los agentes se desplazaron hace un año a Escocia para tomar declaración a tres delincuentes. Todos ellos se encontraban en Gran Canaria cuando ocurrió la desaparición del menor, por lo que la Guardia Civil, llegó a difundir la foto de dos de ellos. Y, según se difundió, tenían relaciones de amistad y de trabajo en el barrio de Los Llanos, donde vivía Yeremi.

Distintos supuestos intentos de rapto de niños sólo generaron una mayor inquietud en la sociedad grancanaria.

Mientras, El padrastro de Yeremi Vargas, Jonathan Guisado, identificó y denunció este verano a dos de los acosadores que, desde 2013, insultan a su mujer y madre del niño, Ithaisa Suárez, a través de llamadas telefónicas y de la red social Twitter. Las miradas se centraron en dos jóvenes de Puerto Lumbreras, en Murcia, y, al parecer, uno de ellos es menor de edad.

Pistas

Según la familia, el acoso comenzó hace dos años. Recibían constantes llamadas de teléfono y mensajes por la red social Twitter en los que se mofaban de ella como de Yeremi.

Y más atrás en el tiempo, en un caso que siempre ha tenido eco en los medios nacionales, en mayo de 2012 surgía una pista, que se quedó en nada. Un familiar creía haber visto al pequeño caminando entre tomateros cerca del cementerio de Pozo Izquierdo, muy cerca del lugar en el que ayer se hallaron los restos, acompañado por un joven vestido con una sudadera.

Mientras, la Guardia Civil ha recibido varios miles de llamadas desde que se abrió la línea telefónica de información. Pero todo sigue abierto.

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