"Las mejores manzanas son las de Valleseco y más en concreto las de La Laguna. Eso se nota en el gusto". Así de contundente se mostraba ayer María Isabel Suárez, ganadora del primer premio al lote de estos frutos más grande.

Las cinco unidades que presentó a la tercera edición del concurso, que se celebra en el municipio de medianías con motivo de las fiestas de Nuestra Señora de la Encarnación y la Manzana, acapararon la atención de los curiosos que se acercaban a contemplar impresionados el tamaño de alguna de ellas. En total sumaron 2,45 kilogramos, pero más allá del reconocimiento, lo que verdaderamente hacía ilusión a Suárez era que el producto se viera "porque están muy bonitas y hay que darles salida".

Esta vecina de Teror, que posee más de 300 manzaneros en Valleseco, se declara una auténtica apasionada de este manjar que prueba, "como mínimo", tres veces al día. "No me faltan en el desayuno, en el almuerzo ni en la cena", confiesa animada, "porque me duran hasta Abril gracias a la nevera". Y aunque da "mucho trabajo recogerlas", merece mucho la pena porque "casi todas salen muy grandes". No obstante, Suárez explica que buena parte de la culpa la tiene su marido, quien se encarga de cuidar estos árboles con sumo cuidado.

Pero este premio, dotado de 100 euros, no fue el único que se repartió. Juan del Pino Santana se llevó 75 euros al quedar en segundo lugar con un lote de 2,335 kilos. Sus manzanas, curiosamente, también proceden de La Laguna. "Debe ser la tierra", afirma convencida Suárez, quien cree que las características propias del suelo podrían ser determinantes. El tercer premio de 50 euros fue, por su parte, para Fabián Rivero por los 2,174 kilos de sus manzanas de la zona de El Prado. Y aunque ellos resultaron ser los galardonados, se presentaron hasta un total de 14 lotes de manzanas de la variedad reineta.

Artesanía, ganado y sidra

El pueblo de medianías celebró ayer su fiesta principal con unas 3.000 personas. En torno a las diez de la mañana arrancó la feria de artesanía y mercado de la sidra en la plaza municipal.

El Centro Ocupacional de Valleseco estaba presente con un puesto que ofrecía a los asistentes, entre otros productos, bisutería, cofres de madera grabados, repostería de manzana o tejas canarias elaboradas por sus propios usuarios, quienes junto a su monitora Patricia Pérez no pararon de atender a los asistentes por la enorme aceptación de sus artículos. Ángel Rosario, tallista en piedra, también se afanaba por asistir las demandas del público. Tras 15 años trabajando en la cantera de Arucas, aprendió de los mayores a trabajar la piedra. Ahora se dedica a cincelar por su cuenta la roca con extrema precisión porque "aunque con la crisis las ventas han disminuido un poco, a la gente le encanta". Velas latinas, relojes, animales y, por su puesto, manzanas son algunas de las múltiples formas que esculpe cuidando hasta el mínimo detalle.

Otros de los puestos que llamaba la atención era el de Noelia Cedrés, quien tenía a la venta mermeladas de 32 sabores elaboradas de forma manual. "Este tipo de ferias nos ayuda a vender y a fomentar el producto", expone, "por lo que es grato hacer este trabajo".

De forma paralela se celebraba la feria de ganado que por motivos meteorológicos se suspendió el pasado día 27, llegándose a congregar, según indicó el veterinario municipal, más de 200 animales. Los premiados, a su vez, desfilaron al término de la procesión de la Virgen por la calle León y Castillo, levantando admiración y aplausos a su paso.

Pero aquí no terminaba la fiesta. Entre los presentes se repartió 450 litros de sidra, 70 kilos de fabada, 600 panes de la panificadora Hermanos Pérez, 300 kilos de manzana y diversos postres de la Pastelería Reyes. El intenso calor no fue impedimento para que los asistentes se animaran a degustar las judías cocinadas por Tito Santana.

Josefa Pérez, natural de Valleseco pero residente en Tamaraceite, aseguró que todo lo que había le gustaba. "Como estas fiestas y las de San Vicente Ferrer no hay ninguna y por eso siempre vengo", señalaba instantes antes de coger la cuchara. En este mismo sentido se posicionaba el matrimonio formado por Félix Travieso y Lidia Ponce. A pesar de vivir muy cerca, en el vecino municipio de Teror, se trataba de la primera vez que se acercaban a esta celebración. "Nos ha gustado mucho el ambiente, la comida y la organización", esgrimieron a la vez que insistieron en que "ahora que hemos salido del Pino, nos toca probar las fiestas de otros pueblos".