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Al rico sabor del Sureste

La afluencia de público supera las expectativas de los ayuntamientos de Santa Lucía, Ingenio y Agüimes

Un padre de familia, disfrutando del cuchurucho. JUAN CARLOS CASTRO

Segunda jornada, la de ayer, de la XII Feria del Sureste, la muestra comarcal de artesanía, ganadería agricultura y turismo en la que las previsiones de público, pero sobre todo de consumo, se han quedado cortas a tenor de una Avenida de Canarias a rebosar bajo un tiempo soleado, pero no excesivamente caluroso, que también se apuntó a la fiesta.

Lo que empezaba a las diez de la mañana como un lento garujar de personas se convertía en apenas una hora en un caidero con afluentes de calado arribando a la principal arteria comercial de Vecindario, un constante fluir en aumento facilitado por las 10.000 plazas de aparcamiento que agilizaban la visita a los 170 puestos organizados a lo largo de medio kilómetro de calle peatonal.

Una calle peatonal presidida por el pistacho de los toldos estrenados por la Mancomunidad del Sureste para cubrir otra parranda de colores, a cuenta de los productos artesanos y unas frutas y verduras que estallaban en unos irresistibles amarillos, rojos, naranjas y verdes colocados en cajas que se iban difuminando entre las bolsas de los compradores casi al mismo ritmo de su reposición.

Cerones de palma, en todos los tamaños, desde el que cabía en una mano hasta el que no entraba en un portabultos; chalecos, pantalones y cachorros para una romería en condiciones; mandarinas, naranjas, berenjenas, pimientos y tomates que parecen de broma; trabajos en cuero y cerámicas pintadas; aperos para montar una finca, muebles rústicos, y hasta toda una maquinaria para embotellar las cosechas caseras, era sólo parte de una interminable oferta que incluía la presencia de nueve organizaciones no gubernamentales, o espacios donde se ofrecen demostraciones de lo que las energías renovables son capaces de rendir, como era el caso de la parabólica recubierta de una pegatina de papel de aluminio que echaba roscas a la velocidad de la luz, y que lo mismo sirve para calentar la leche como para hacer hervir un potaje en formato legionario.

El paseo, que llega a ser kilométrico si se pretende girar la visita al completo, incluye otras entretenidas novelerías, como la doma o la muestra ganadera, en la que figuraban dos bardinos de tamaño XL, o incluso la oportunidad de echarle un vistazo al sol con un telescopio con filtro que permitía distinguir las manchas solares, como bien explicaba Juan María Díaz, al frente del artefacto de Caneducan, sociedad que promueve las visitas a los yacimientos arqueológicos, al patrimonio histórico y al senderismo astronómico.

Un 12 por ciento de secreto

A su lado, un barco en un barreño que no se estaba quieto y también movido por energía solar, o un pequeño coche de juguete al que había que meter en la caja de la embaladera que adquiría a poco que le caía un rayo.

Y limones a 1,50 y tomates a 1,29. Poco más allá se sucedían las ofertas y, cómo no, los reinventos, como la hidromiel de Luis Pérez, quién acompañado en el puesto del Bazar Apícola por Guillermo Santana, explicaba con entusiasmo de alquimista las mejorías que le ha imprimido a la hidromiel, un producto de toda la vida, una suerte de vino semidulce elaborado con agua, miel, pero al que él le ha aplicado en su recetario "un 12 por ciento de secreto", y que por su escasa producción, -y altísima demanda-, sólo puede venderlo una vez al año precisamente con motivo de la Feria del Sureste que organizan los ayuntamientos de Agüimes, Ingenio y Santa Lucía.

Corporaciones que a su vez disponen de tres grandes mostradores donde se pueden degustar las mejores golosinas de sus respectivos municipios y que, por momentos, no daban abasto a atender a un público que literalmente se chupaba los dedos.

En cifras eran 38 cajas de aceite de Temisas en el puesto de Agüimes en apenas dos horas, o casi un centenar de botellas de vino de Santa Lucía en el mismo tiempo. Otro tanto ocurría con la repostería, con cajas a mansalva o el pan de puño de Ingenio.

Tanto para los responsables municipales, como para los propios artesanos y visitantes con experiencia de otros años, en esta XII edición "se respira un mayor ánimo", con una asistencia continua que no paró durante la jornada de ayer ni en horas del mediodía, con la celebración del taller para degustar y fabricar productos lácteos, o posteriormente cuando se reiniciaron las actuaciones con los juegos tradicionales o la participación de la asociación folklórica Guayadeque.

Y hoy más, con unos puestos que abrirán a las diez de la mañana y en el que casi de inmediato se sucederán los atractivos, en esta ocasión con las bandas de música de los municipios de la villa de Agüimes y Santa Lucía, o con las trasquiladas de la zona de exhibición ganadera.

Además a las doce del mediodía hay cita en el escenario principal de la XII Feria del Sureste para asistir a la Entrega de Reconocimientos Artesanos y los juegos canarios de Coros y Danzas.

La edición 2015 se cerrará a las tres de la tarde tras la visita de Yeray Rodríguez y los Jóvenes Repentistas de la Comarca.

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